Pero
comparto sus dichos en la columna de opinión publicada este sábado 14 de mayo,
en el diario de Buenos Aires Página/12
(http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-248591-2014-06-14.html).
Y
como comparto esos dichos los publico cuando, además, hoy es un día aciago para
quienes compartimos deseos y quereres rioplatenses. Derivado del empecinado
encandilamiento del que voy a llamar “progresismo megalómano que se dice líberseregnista”
para favorecer los negocios imperiales del capitalismo –y el préstamo de togas
honoris causa–, nuevamente se han puesto ríspidas las relaciones entre nuestros
Gobiernos y, lo que es aún peor, entre nuestros pueblos, como consecuencia de la
concesión unilateral del permiso de aumento de la producción de pasta de
celulosa en el enclave “libre de impuestos” que en la margen oriental del río
De los Pájaros (Uruguay) explota UPM, empresa finlandesa heredera de Botnia
(desternillados a risotadas sus dueños llevándose de esa manera las aguas
limpias del acuífero Guaraní y vertiendo en nuestro río sus desechos sucios. ¿Dónde
quedaron perdidos el artículo 47 de defensa del agua incorporado a la Constitución Nacional
de Uruguay por decisión popular plebiscitada y la consecuente Ley
18.610 de 2009? Ver http://www6.rel-uita.org/agricultura/ambiente/agua/texto_reforma.htm
y http://www.ose.com.uy/descargas/documentos/leyes/ley_18_610.pdf).
Así,
hasta el conspicuo entre reyes y ricos, y no solamente literato, Mario Vargas
Llosa, se permite tratarnos con ironía. Véase en las páginas del diario El País, el de Montevideo, bajo el
título “Vargas Llosa
descifrando al rector Rodrigo Arocena” (Vargas Llosa, en carta al
rector de la Universidad de la República, además de mofarse del papel de cartas
de la Universidad uruguaya se confunde o parece confundirse con las ubicaciones
geográficas de Uruguay, Montevideo y Buenos Aires).
Para
controlar mis enojos enardecidos por emergentes sospechas (¿se estaría buscando
poner en crisis las relaciones sureñas para forzar un alineamiento con la
Alianza del Pacífico liderada por Estados Unidos?), ahora, mejor, sueño que
tras algunas vicisitudes Raúl Sendic asume la presidencia y designa ministra
principal a Constanza Moreira. (G.E.)
No, la Justicia aquí no es ciega,
por Mempo Giardinelli
En medio de la ruidosa condena mediática a que está expuesto
el vicepresidente Amado Boudou, hay cosas que no se pueden dejar de lado. Y la
primera es que, más allá de las responsabilidades que eventualmente le
correspondan, es obvia la intencionalidad política de quitarlo de la línea de
sucesión constitucional y anular cualquier futuro político que él pudiera
tener.
Otra es “castigarlo”, y con fiereza, porque fue el artífice
de la eliminación del sistema de jubilaciones privadas conocido como AFJP, que
tan buen negocio fue para pocos, dejando a millones de ciudadanos despojados de
una previsión social equitativa e inclusiva como hoy tiene este país.
Y la tercera es enlodar al Gobierno, que en once años y a su
pesar ha dejado muchos flancos débiles sobre todo en materia de corrupción.
Porque más allá de algunos condenados –el Sr. Pedraza; la Sra. Alsogaray– o
de actualmente enjuiciados como el Sr. Jaime, no hay en la Argentina ejemplos
contundentes de castigo a la
corrupción. Y aunque en ciertas esferas del poder no lo
reconocen, es obvio que el kirchnerismo no ha mostrado una gran decisión para
combatirla, acaso por el convencimiento generalizado en las dirigencias
políticas de que ése, el vicio más repudiable de la política nacional, o no se
castiga o no importa demasiado.
Así es como la corrupción se ha convertido en el sello más
oscuro de la democracia, y no por creación del actual gobierno sino por esa
vergonzosa, infame tradición política que se generalizó con la dictadura
militar y en particular desde el menemismo.
En ese contexto el terrorismo mediático que impera y somete
a esta nación, aunque muchos lo nieguen, se hace un festín en casos como el de
Boudou, más allá de que su reciente defensa fue digna y bastante más
esclarecedora de lo que muchos esperaban. Pero él no puede ni podrá, y lo sabe,
con periodistas expertos en ocultar y mentir –antes showmen que informadores–, que son los que formatean las cabezas y
los discursos de casi toda la dirigencia opositora, tan camaleónica, hipócrita
y carente de principios sólidos.
Así las cosas, la todavía llamada con mayúsculas Justicia
sigue siendo en este país un muestrario de contradicciones, chicanas, abusos,
cautelares y decisiones miserables. Aunque sin dudas con excepciones honrosas,
se está mostrando incapaz de corregirse a sí mismo y sanearse como sería de
esperar en un país que tanto ha cambiado, y para bien, en su camino de construcción
democrática.
Sobran los apellidos del Poder Judicial que fueron
cuestionados en diferentes momentos. Por citar sólo algunos: Trovato,
Belluscio, Galeano, Miret, Brusa, Servini de Cubría, Sabattini, Oyarbide. Pues
ahora no faltan los ciudadanos que añadirían a dos que están en estos días en
la cresta del poder mediático: uno de ellos es el juez Ariel Lijo, precisamente
a cargo de la causa
Ciccone y a punto de procesar con fuertísimo apoyo mediático
al vicepresidente.
Lijo es el mismo magistrado que autorizó la obtención de la
personería jurídico-política definitiva del partido nazi Bandera Vecinal,
liderado por un veterano fanático hitlerista llamado Alejandro Biondini, quien
calificó de “mentirosa” y “antidemocrática” a toda la dirigencia de la DAIA
porque cuestionó esa personería.
Y por si fuera poco es también el magistrado que –a la par
que tomaba declaración al Sr. Boudou– sobreseyó en silencio al ex ministro del
Interior Carlos Corach, mano derecha del corrupto poder menemista de los años
noventa. Lo consideró inocente de desviar la investigación del atentado a la
AMIA mediante el pago de 400 mil dólares al acusado Carlos Telleldín,
sobreseimiento que benefició también al ex comisario general de la Policía Bonaerense
Antonio Calabró y a un puñado de policías y ex secretarios
del destituido juez federal Juan José Galeano.
Los familiares de las víctimas de aquel atroz atentado,
agrupados en Memoria Activa, sostienen que el Sr. Corach fue pieza clave en el
armado de aquella pista falsa y por eso rechazaron el fallo de Lijo, subrayando
la “casualidad” de que el magistrado sacó esa resolución “justo el lunes, muy
probablemente para que esa información quedara opacada por la información de
otros casos”, léase Boudou.
Estos favores al ex ministro menemista y al líder nazi
fueron rigurosamente silenciados en los llamados “grandes medios”. Quizá porque
estaban demasiado ocupados en convertir en héroe contemporáneo al suspendido
fiscal José María Campagnoli, a quien la Legislatura porteña designó “Ciudadano
Ilustre y Personalidad del Ámbito de las Ciencias Jurídicas” a pesar del record
de denuncias en su contra por abuso de poder, mal desempeño, procedimientos
ilegales e irregularidades en algunas investigaciones, como escribió Raúl
Kollmann en este diario. Señaló además que Campagnoli es el fiscal con mayor
número de denuncias en su contra, en su mayoría provenientes de sus propios
colegas: jueces, fiscales y abogados. Y destacó que ex empleadas de la fiscalía
han denunciado que los asistentes de Campagnoli son casi todos “varones,
nacionalistas, ultracatólicos, preferentemente rugbiers y/o militantes del PRO”.
Cuando hace poco más de un año el Congreso nacional aprobó
seis leyes para reformar la Justicia, pero enseguida todo se frenó por lobbies
de juristas e intereses privados, en realidad se buscaba que estas cosas
empezaran a cambiar. Por prisa del Gobierno o astucia de operadores
antigobierno, aquellas leyes, que eran sin duda perfectibles, son hoy letra
muerta. Un crimen que paga la nación entera.
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