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jueves, 31 de diciembre de 2015

Atilio Boron y Frank Underwood, un rey de virreyes…



En un último artículo de su blog, “Argentina, de la república al régimen”1, Atilio Boron caracteriza la etapa que vertiginosamente atraviesan nuestro país suramericano y sus paisanos continentales, universales. Pone dos fotos, la del “virrey”, según nuestra definición ya desde el 10 de diciembre pasado, y la del actor Kevin Spacey protagonizando a Frank Underwood en la serie “online” House of Cards, emitida por Netflix2.



Hemos replicado íntegro el artículo de Borón porque nos parece necesario para debatir sobre el momento histórico en toda América, en la sureña, la central, la caribeña y, también, la norteña. Luego, hemos también replicado una nota de la sección “Enfoques” del diario La Nación, de Buenos Aires, del 22 de febrero de este año que concluye, firmada por la columnista de ese medio Hinde Pomeraniek: “Frank Underwood, un villano fascinante y obsesionado por el juego del poder”3, referida a la serie House of Cards (Castillo de naipes, en nuestro idioma), porque el diario ha demostrado históricamente su preciso “timbre” consonante con los discursos elitistas de la derecha: el virrey no habrá podido evitar verse en sus patrones. 



Nosotros hemos sostenido y sostenemos que desde el día 10 de diciembre de 2015 el país argentino, una vez más, la primera en el siglo XXI, perdió la regularidad institucional democrático-burguesa que funcionaba con sus peculiaridades y crisis desde 1983, siendo los últimos doce años de indiscutible perfil popular.



Sostenemos que es así, primero, porque tres personas graduadas como abogados, en franca minoría y consecuente ilegalidad porque cinco es el número de miembros mínimo que fija la ley vigente, continuaron apoltronados sobre sus estipendios dinerarios y fungiendo como actores y referencia suprema de la Justicia en el país. Tres personas que acordaron o accedieron, además, a la designación autoritaria e ilegal de otras dos como pares y simulación de jueces supremos.



Segundo, porque incluso antes, caprichosamente y teniendo como antecedentes los golpes de Estado bochornosos y delictivos sufridos reiteradas veces en el siglo XX (personalmente recuerdo la indignación que me suscitó la “expulsión” de la Casa Rosada del presidente Arturo Umberto Illia, en 1966), una jueza con la venia de quienes “hacen de” actores y referencia suprema “sentenció” que el mandato de la presidenta Cristina Fernández vigente hasta el 10 de diciembre de 2015 caducaba a la cero hora de esa fecha. Pregunto: a qué hora caduca el derecho a pagar en tiempo una deuda que vence, por caso, un 10 de diciembre: ¿en la última hora del día anterior? Si esto arguyen los “jueces” que se preparen para cuando se los intime, llegará el día, a pagar los impuestos que han eludido porque será conveniente y justo –eso: justo–, para eximirlos de las penas más severas, que los paguen en forma contante y sonante “con antelación” a la ineludible y severísima sentencia popular.



Tercero, porque en las condiciones dadas perdió legitimidad y legalidad una Asamblea Legislativa que no reacciona ante la ausencia de dos poderes constitutivos de la institucionalidad estatal: el Judicial, ausente, y el Ejecutivo, despedido por quienes sin control alguno ejercen el rol judicial, a menos que se tome como seria la “presidencia” de don Pinedo, brillantemente aludida en solfa el mismo día del virrey por el periodista Mario Wainfeld en su audición “Gente de a pie”, por Radio Nacional.



Los hechos posteriores decretando el cese de leyes e instituciones legales, el aquelarre de fugas de asesinos que en su momento prestaron favores de campaña electoral, etc., son consecuentes con un modelo, este sí, absolutamente “de gestión gerencial”.



Quiero destacar, a propósito, que disiento con una equivocada expresión de Boron que empleó en su texto aludido y, antes, en un informe de situación que hizo para el Partido Comunista de Argentina: no se debe recurrir para el caso a un lugar común en discursos de ocasión tal como el de «plutocracia que instaura un país “atendido por sus dueños”». El país es nuestro, y la tan minoritaria como acaudalada plutocracia local, socia menor

 y servil del gran capital concentrado, solamente es dueña real de sus miserias.



Estas son las cuestiones



El virrey y su corte torpe y atropellada no componen más que una fuerza de choque rápido a la orden de sus mandantes. Ni las históricas dictaduras cívico-militares padecidas en nuestra América tuvieron tan torpe y voluptuoso como efímero poder de fuego inicial, y luego, pronto, en un quinquenio o poco más fueron abandonadas por sus lejanos jerarcas. Los mismos medios generadores de “opinión pública” que le hicieron alharacas de alegría con su unción virreinal, por nueva orden precisamente de aquellas reales majestades (bien reales), los abandonarán a la intemperie de pobladas “apolíticas” también por ellos instigadas.



El cuadro previsible es peligroso porque probablemente el Rey del virrey pretenda repetir modelos de acción directa ya puestos suficientemente en práctica en el mundo entero. Sería ése el retroceso más generalizado, enorme y triste de la historia contemporánea.



Para contrarrestar ese plan se hace imprescindible una politización popular certera e intensa, de debates duros pero fraternos, creativos y constructivos, y la “marcación” rigurosa de traidores y quintacolumnistas que actúen en perjuicio de los intereses mayoritarios de la sociedad.



Entiéndase bien



Lo afirmado es en pos de la tranquilidad, la felicidad, la paz y el progreso de nosotros, los pueblos americanos y del mundo, atropellados por los violentos abusos y la insidia del capital concentrado y sus secuaces a través de sus técnicas y aparatos de publicidad y dominación –incluidos los del consumismo–, que son reproductores de su perversa ideología.



A todas y todos, hermanos y compañeros, deseamos con Ansina es… un 2016 de alerta y alegre construcción de poder popular.





Notas:


2 Dice Wikipedia: Netflix, Inc. es una empresa comercial estadounidense de entretenimiento que proporciona mediante tarifa plana mensual streaming multimedia bajo demanda por Internet y de DVD-por-correo, donde los DVD se envían mediante Permit Reply Mail: https://www.netflix.com/ar/

“Argentina: de la república al régimen”, por Atilio Boron*


En escasas tres semanas el sistemático e incesante atropello del oficialismo a las normas, procedimientos y valores propios de una democracia precipitó la vertiginosa transición desde la república hacia una forma estatal diferente, que en la ciencia política se conoce bajo el nombre de régimen. Este se caracteriza por su desprecio por la legalidad, el autoritarismo en el ejercicio de las atribuciones presidenciales y la violación de las reglas del juego y de la cultura dialógica propias de la democracia. También por la supeditación de los otros poderes del estado a los designios del poder central y la esterilización de la voluntad popular resultante de la parálisis producida en el funcionamiento del congreso. 




Todo esto motivado por un afán incontenible de cancelar algunos de los más importantes logros del kirchnerismo, para lo cual no existen escrúpulos de ningún tipo y se apela a un torrente de decretos de necesidad y urgencia, cuando no existen ni la una ni la otra. O a “aprietes” para destituir a funcionarios que gozan de una designación vitalicia, como la Procuradora General Alejandra Gils Carbó; o cuyo mandato legalmente estipulado todavía no había expirado, como Alejandro Vanoli al frente del Banco Central. O recurrir a monstruosidades jurídicas e institucionales, como la disolución de una agencia del estado como la AFSCA, establecida por una ley del congreso que, además, había sido declarada constitucional por la Corte Suprema. Una profunda restauración conservadora está en marcha, y cuando finalmente comience el período ordinario de sesiones del Congreso el próximo 1° de marzo el paisaje institucional y jurídico de la Argentina será casi por completo irreconocible. Si se trata de un régimen por sus formas, por su contenido clasista es una plutocracia que instaura un país “atendido por sus dueños”, una “CEOcracia” en donde los gerentes de las más grandes compañías en diversas ramas de la economía toman por asalto las estructuras del estado y ejercen  –claro que por ahora, ya se verá por cuanto tiempo– un poder omnímodo y en beneficio de la riqueza. CEOcracia, además, que registra un número sin precedentes de individuos procesados o imputados en diferentes estrados judiciales. 




Un poder desnudo y carente de las mediaciones resultantes de las luchas democráticas, y completamente irresponsable ante el congreso (por lo menos durante los próximos dos meses) y ante la ciudadanía, atónita por un frenético despliegue de prepotencia institucional nunca visto desde la recuperación de la democracia. No hace falta ser demasiado perspicaz para comprobar que este tránsito decadente constituye además una impostura que contrasta escandalosamente con los mensajes de “paz y amor” que el hoy presidente propalaba con estudiada beatitud durante su campaña así como su promesa de reconstruir la unión de la familia argentina mediante el diálogo y el acuerdo político, intención enfáticamente anunciada en su mensaje inaugural al congreso y groseramente desmentida en la práctica pocas horas después. Impostura, también, de aquellos supuestos vestales de la república y la democracia que ayer vociferaban sin pausa desde todos los megáfonos de la oligarquía mediática y que hoy, para su irremediable deshonra, guardan un cómplice e incalificable silencio ante la prepotencia del régimen.



Nota:

* El artículo de Boron, con las ilustraciones reproducidas, fue publicado originalmente en su blog personal: http://www.atilioboron.com.ar/2015/12/argentina-de-la-republica-al-regimen.html





“Frank Underwood, un villano fascinante…”, por Hinde Pomerianek*



El protagonista de la serie House of Cards, que inicia su tercera temporada,
logra hacer de cada espectador un cómplice [dice Pomerianek]

Frank Underwood tiene apellido de máquina de escribir, marcado acento sureño y una voluntad de poder arrolladora. Recibió formación militar, estudió leyes, fue legislador por su distrito, jefe de bancada, vicepresidente y ahora es el presidente número 46 de los Estados Unidos. Siempre quiere más, por eso no es bueno ponerse adelante cuando el hombre anda en busca de algo: Frank es uno de los seres más despiadados que ha dado la política, la lealtad no es para él un valor y suele olvidar pronto cualquier forma del cariño si tiene que desprenderse de alguien para llegar a la cima.

Hay una sola persona que lo acompaña en este tránsito al poder infinito, su hermosa esposa, Claire, tan fría y distante como él y con las mismas ansias de llevarse todo por delante. Advertencia: pese a que algunos de los rasgos del matrimonio puedan sugerir ecos de personas conocidas en diversos lugares del planeta, los Underwood viven en el mundo de la ficción, afortunadamente.

Acabo de presentarles (o recordarles, según el caso) a los personajes principales de House of Cards, la serie estadounidense basada en una producción inglesa que estrenará en estos días su tercera temporada en Netflix y que teniendo a Washington DC como escenario, abreva en las aguas de las aventuras de antihéroes en el estilo Breaking Bad y Los Soprano: historias en donde los protagonistas son los villanos y en donde son los personajes del resto del elenco quienes deben defenderse de ellos.

Protagonistas que perfeccionan su talento y calidad para hacer daño y manipular al otro, y en los que se conjugan todas las contradicciones humanas que, por transición natural, pasan también a formar parte de los sentimientos del público porque ¿cómo explicar el goce del espectador cada vez que Frank consigue deshacerse de alguien o quedarse con un cargo haciendo a un lado a su poseedor o destinatario natural? ¿Cómo explicarse que uno está celebrando a un personaje que es la mismísima encarnación del mal? ¿O que estamos esperando aún más daño, más perversión y más destrucción?

El retrato perfecto

Frank nació en 1959 en Gaffney, un pequeño pueblo de Carolina del Sur, cuando aún la comunidad negra no había logrado la ley de derechos civiles. Uno de sus ancestros luchó en la Guerra de Secesión, ama los videojuegos, pero también jugar a los soldaditos y diseñar sus propios campos de batalla. Su padre, hombre de campo, era alcohólico y murió relativamente joven, a los 43 años. Frank lo detesta aún hoy, cuando él tiene 55 años. Lo detesta tanto que será capaz de orinar en su tumba en medio de palabras provocadoras y humillantes. Shakespeare sobrevuela a los Underwood, a través de personajes como Macbeth y Lady Macbeth, Ricardo III e incluso Hamlet, aunque en este caso no sea más que para invertir el amor por el padre muerto.

En materia de estudios, Frank asistió a The Sentinel, una prestigiosa escuela militar y ahí tuvo alguna clase de relación homosexual con un compañero. Luego estudió leyes en Harvard y llegó a la política para dedicar sus horas, su fabuloso empeño y todos sus sentidos para acumular poder desde su espacio como dirigente del Partido Demócrata. La política es para él el medio para acumular poder: no es el dinero lo que Frank busca, no es el lujo, lo suyo es la desesperación divina por estar cada vez más arriba, una vocación casi monárquica, una desesperada necesidad de tener el mundo a sus pies.

Underwood trabaja su cuerpo y sus músculos a conciencia, así como ejercita su mente para estar preparado para lo peor ("Hay dos tipos de dolor: el que te hace fuerte y el inútil, que sólo te hace sufrir. No tengo paciencia para cosas inútiles"). A su lado, hace años, está Claire -brillante Robin Wright-, una mujer a la que ama "como el tiburón a la sangre". Ella hace política a su manera desde el mundo de las organizaciones no gubernamentales. Son una pareja perfecta, ninguno da puntada sin hilo cuando tiene un objetivo. Sus cerebros son de hielo y puro cálculo. Decidieron -decidió él en realidad y ella aceptó- no tener hijos para poner la energía ahí donde necesitan para acercarse al objetivo. Son, también, una pareja amplia a la hora del sexo; cada uno visita otras camas y a veces, incluso, las visitan juntos. "Todo tiene que ver con sexo, menos el sexo, que tiene que ver con el poder", recuerda él a Oscar Wilde. Todo es especulación, interés, toma y daca (¿acaso es eso la política?). Ambos han decidido recortar convenientemente sus biografías para armar el texto ideal para presentar a la prensa y a los votantes. "No somos nada más ni nada menos que lo que elegimos revelar de nosotros", dice Frank en determinado momento. Antes de ir a dormir, el momento de concentrarse en pareja para ver cómo avanzar en los planes del momento es fumando un cigarrillo, junto a una ventana y casi a oscuras.

Meticuloso, Frank o Francis, como lo llama su mujer, es obsesivo hasta el menor detalle con su aspecto y su figura tanto si está vestido como en camiseta o desnudo. Un detalle: usa tiradores. Una de sus debilidades: el cigarrillo. Uno de sus grandes placeres: comer vestido de punta en blanco y a cualquier hora costillas de cerdo con la mano en un tugurio de Washington manejado por Freddy, un hombre con un pasado lumpen y a quien Frank conoce desde hace tiempo.

La lealtad según Frank

Underwood -una memorable interpretación del actor Kevin Spacey, también productor de la serie- es el rey del lobby, en una capital donde el lobby es casi el principio constructivo del lugar. Se rodea de leales, a quienes persigue minuciosamente y que son capaces de hacer de todo por él, si bien es cierto que Frank es de aquellos que no tiene problemas en ponerse los guantes para terminar cualquier tarea. Es paciente a la hora de respetar el recorrido que se traza ("así se devora a una ballena: mordisco a mordisco"), aunque se descontrola de manera descomunal si algo no sale como estuvo planeado o si respira traición en su entorno. De hecho, la trama de la serie arranca cuando el nuevo presidente incumple la promesa hecha a Frank durante la campaña de nombrarlo secretario de Estado. Su ebullición casi no es percibida por el otro: una de sus características es mantener una suerte de rostro de piedra aun cuando por dentro hierve de odio. (¿Será ésa una de las facetas de la política?)

En House of Cards, la ética es sólo para perdedores. Los personajes más firmes en sus convicciones, aquellos que no se dejan seducir por la corrupción, pierden, siempre pierden. Sólo ganan los duros, los implacables, los que no tienen problemas a la hora de mentir con la mirada y con las palabras, incluso a los seres más cercanos y a los más necesitados.

Para muestra de su filosofía de vida, un par de frases de lo que a esta altura ya es posible llamar la biblia Underwood. Muchas de estas sentencias, Frank se las dice directamente al público, ya que una de las características de la serie es precisamente la mirada a cámara en ese falso diálogo, lo que habitualmente en el mundo del espectáculo se llama la ruptura de la cuarta pared.

. "Hay muchas cosas sagradas a las que les tengo respeto: las reglas no están entre ellas."

. "Sólo hay una regla: cazar o ser cazado."

. "El éxito es una mezcla de preparación y suerte."

. "No existe la justicia, sólo partes satisfechas."

Hubo dosis de adelantos para esta tercera temporada, aparentemente accidentales, como la filtración que permitió ver los capítulos durante unas horas días atrás y en donde se pudo comenzar a respirar cómo será la vida del matrimonio Underwood en la Casa Blanca y algunas frases muestran que ella está cansada de verlo brillar y de esperar su turno para estar en el centro de todo.

"Tengo casi cincuenta años. Estuve en el asiento del acompañante por décadas", le dice la bella y distante Claire a su esposo, el presidente. Y no, no es en este mundo, en estos países. Es ficción.

Quién es

Nombre y apellido. Frank Underwood
Edad. 55 años

Ficción. Nació en Carolina del Sur, tuvo entrenamiento militar, estudió derecho y llegó a la política en el Partido Demócrata. Fue legislador, jefe de bancada, vicepresidente y llegó a la presidencia en la segunda temporada de la serie.

Realidad. House of Cards empieza esta semana su tercera temporada por Netflix. Fue la primera serie online en ganar un Emmy (se llevó tres de ocho nominaciones en 2013) y ganó dos Globo de Oro: en 2013, para Robin Wright y, en 2015, para Kevin Spacey.

Nota del editor:
* Hinde Pomeraniek, la autora del texto, escribió el mismo especialmente para la sección “Enfoques” del diario La Nación, de Buenos Aires, que lo publicó el día domingo 22 de febrero de 2015. Se replica aquí, respetando el contenido y la sintaxis del texto, con el único objetivo de que, habiendo sido citado, pueda ser leído sin tener que ser buscado en su sitio original: http://www.lanacion.com.ar/1769829-frank-underwood-un-villano-fascinante-y-obsesionado-por-el-juego-del-poder

lunes, 28 de diciembre de 2015

Plan Cóndor siglo XXI



Nombrar jueces por decreto, arrasar con instituciones creadas por ley, disminuir contribuciones sociales a los especuladores financieros y rebajar devaluación mediante salarios a los trabajadores son modus operandi del inaugurado en Argentina Plan Cóndor siglo XXI, el cual se despliega a partir de una cabecera de playa encargada a “formadores de opinión” (medios de comunicación y autores “periodísticos”, de “crónicas” y “biografías” groseramente escandalizadoras, como entre tantos otros Nelson Castro, Jorge Lanata, Luis Majul1 o Agustín Laje, autor del grosero mamarracho que al final transcribimos y lleva el título de “La explotación del hombre por el Estado”2. La razón de esta replicación es, si se quiere, casi fortuita. Encontramos el artículo a partir de una fotografía que elegimos, dando indicación de su origen, para ilustrar la nota que precede: “Solidaridad rioplatense: Coalición por una Comunicación Democrática”

Laje, de quien pueden verse imágenes en Internet y también en Twitter –donde tiene casi diez mil “seguidores”–, es un joven “brillante” desde antes de los veinte años de edad y ahora suma seis más (26), colabora con varios medios que comparten su ideología y se desempeña regularmente en el portal de noticias Infobae, de Daniel Hadad. En su perfil de Twitter se presenta a sí mismo como director del Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (LibRe), autor del libro Los mitos setentistas (escribe los títulos de obras publicadas con comillas de apertura y cierre, no conoce las reglas de estilo editorial, y quizá tampoco las de ética) y coautor con Nicolás Márquez (38) de Cuando el relato es una farsa (2013), libro prologado por Carlos Alberto Montaner3.

En la oportunidad de presentar Cuando el relato es una farsa en Bahía Blanca,4 Agustín Laje manifestó:

Nosotros partimos de una posición que ni el llamado “periodismo opositor” se ha animado a tomar: la política de Derechos Humanos del kirchnerismo, tal como le mostramos al lector, ha sido una farsa en toda su dimensión, y de ninguna manera es un “punto rescatable” de este gobierno, como frecuentemente se alega. Y no sólo porque el kirchnerismo ha hecho del banderín de los DDHH un negocio millonario (con Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender a la cabeza), sino porque han hecho de los DDHH un fetiche político e ideológico monopolizado por extremistas de izquierda como instrumento de venganza, persecución política y oportunismo económico.

Por su parte Nicolás Márquez, afirmó:

Este es un libro biográfico por un lado y un ensayo político por el otro, pero el elemento distintivo es nuestro enfoque ideológico, que está en las antípodas del gobierno. Mientras el grueso de los libros críticos del kirchnerismo parten desde una perspectiva progresista, nosotros partimos desde una perspectiva ideológica ubicada a la “derecha” si cabe la etiqueta.

Es decir, es un libro de neto corte reaccionario (y lo decimos con orgullo), porque defendemos posturas y valores que nos colocan en la vereda opuesta del gobierno en todas sus dimensiones. El grueso de los libros contra el kirchnerismo que hay publicados (con todo el respeto que nos merecen) no dejan de compartir con el oficialismo la misma ideología, aunque luego estos escritores se peleen con el gobierno por asuntos colaterales o secundarios.

En cambio, nosotros vamos hacia una crítica de raíz, sin concesiones ideológicas ni eufemismos narrativos.

Notas:
1 Luis Majul recibió de “la gestión” Macri-Vidal 14 millones de pesos de los recursos públicos de la para el caso bien llamada “CABA” (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), véanse varias fuentes que citan el caso que fue inicialmente denunciado por la periodista Cinthia García, hasta el 31 de diciembre conductora de “A cara lavada” en las mañanas de Radio Nacional AM 870, entre otras http://www.diarioregistrado.com/politica/137059-macri-beneficio-a-majul-con-contratos-por-14-millones-de-pesos.html
3 Carlos Alberto Montaner, nació en La Habana en el año 1943. Tiene por elección las nacionalidades española y estadounidense, vive en Madrid, y es columnista de diarios y revistas y autor, se dice, de una veintena de libros. Montaner fue vinculado a varios actos de carácter terrorista contra el Gobierno de Cuba por lo que se infiere su vinculación con servicios de inteligencia de EE. UU. de Norteamérica. Pueden verse más referencias, entre otras, en https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Alberto_Montaner y http://www.cubadebate.cu/etiqueta/carlos-alberto-montaner/


“La explotación del hombre por el Estado”,
por Agustín Laje

En Diario Veloz, 25.02.2012*

La plusvalía, una de las teorías más conocidas de Karl Marx, refiere al trabajo no remunerado del asalariado.

La plusvalía, una de las teorías más conocidas de Karl Marx –sobre la que se asientan en gran medida los presupuestos de explotación adjudicados al sistema capitalista–, en términos simples refiere al trabajo no remunerado del asalariado.
El filósofo alemán se preguntaba de dónde provenían los beneficios del empresario y concluía que había una porción de lo trabajado por sus hombres (“plusvalor”) del que aquel [sic] se apropiaba de manera injusta, lo cual generaba una situación de explotación.
La teoría es disparatada por lo simplista, de principio a fin. En efecto, toda producción se origina conjugando los llamados “factores de la producción” (recursos de la naturaleza, capital y trabajo). Sobre el empresario recae la responsabilidad de reunirlos, combinarlos, administrarlos, innovar y arriesgar.

La idea de plusvalía pretende, al contrario, que la cantidad de trabajo es la única causa del valor de cambio de las cosas. Si esto fuese así, una empanada de barro debería costar en el mercado lo mismo que una de carne, por ejemplo. Pero todos sabemos que eso no es cierto y se debe a que no sólo las horas de trabajo determinan el precio de un producto.
No obstante, cabe reconocer que el concepto de plusvalía –en tanto apropiación de porciones del trabajo ajeno– es interesante para el análisis de la Argentina actual.
Si algo ha caracterizado a la gestión kirchnerista desde mayo de 2003 a la fecha, ha sido el paulatino y desmesurado crecimiento del Estado en desmedro de los derechos individuales de sus ciudadanos.
La multiplicación de parasitarios planes sociales, las viandas y servicios de divertimento y ocio “para todos” (financiados con el dinero de quienes no los consumen) y los improductivos emprendimientos que el Estado encara cuando quiere jugar a ser empresario (cuyo déficit, como el de Aerolíneas Argentinas, que pierde dos millones de dólares diarios, lo pagamos entre todos) constituyen algunos ejemplos ilustrativos.
Así como Marx se preguntó de dónde provenían los ingresos del capitalista, resulta ahora interesante preguntarse de dónde provienen los ingresos del “Estado de Bienestar”.

En efecto, dado que en esta vida nada es gratis, la obesidad estatal debe financiar de alguna manera tanto su ineficiencia connatural como sus políticas de corte clientelista.
O bien lo hace a través de un sistema tributario que conciba al ciudadano casi como un esclavo y lo despoje en altas proporciones del fruto de su trabajo, o bien emitiendo dinero espurio sin sustento en bienes y servicios, lo que provoca inflación y disminuye el valor real del dinero de las personas, expropiándolas así en forma indirecta.
Lo cierto es que, de una u otra forma, el Estado obeso se financia metiendo la mano en el bolsillo de la gente. Así de simple.
En la Argentina kirchnerista, ambos mecanismos están puestos en marcha: según diferentes investigaciones privadas, la carga impositiva entre impuestos directos e indirectos (sin contar la inflación) va desde el 40 por ciento hasta el 60 por ciento de los ingresos anuales de los ciudadanos.
¿Qué quiere decir esto? Que de 365 días que tiene un año, los argentinos trabajamos entre 146 y 219 días –según el caso– no para nuestro propio provecho, sino por servidumbre.
A ello deberíamos sumar los efectos nocivos de una inflación que va, dependiendo la fuente, desde el 9,5 por ciento en hipótesis de mínima hasta más del 20 por ciento en hipótesis de máxima.
Téngase en cuenta, por si hiciera falta aclararlo, que a quienes afecta en mayor medida la inflación no es a las clases pudientes sino a los sectores de menores ingresos.
A la luz de estos datos de la realidad, es difícil no recordar la plusvalía de Marx y preguntarse en esos mismos términos, aunque invirtiendo su idea: ¿estaremos asistiendo no a la cacareada “explotación del hombre por el hombre” sino a la explotación del hombre por el Estado?

*http://www.diarioveloz.com/notas/52165-la-explotacion-del-hombre-el-estado

Solidaridad rioplatense: Coalición por una Comunicación Democrática




Hemos escogido esta fotografía para ilustrar la nota porque en ella se ven, reunidos,
militantes uruguayos del MPP y argentinos de La Cámpora. La fotografía fue obtenida de un catálogo de imágenes en internet, y al parecer empleada por primera vez el 25 de febrero de 2012 por Diario Veloz, de Buenos Aires, dirigido por Samuel “Chiche” Gelblung. En esa oportunidad acompañando un artículo de Agustín Laje con el título “La explotación del hombre por el Estado”, al que reproducimos íntegro en la entrada que sigue a la presente y lleva por título
“Plan Cóndor siglo XXI”. 


La Diaria (http://ladiaria.com.uy/articulo/2015/12/en-solidaridad/), medio gráfico y online montevideano, publicó hoy que la Coalición por una Comunicación Democrática (CCD) de la República Oriental del Uruguay, asociación de distintos colectivos sociales vinculados a medios de comunicación, centros universitarios dedicados a la materia y trabajadores de la especialidad expresó en un comunicado «su rechazo a la intervención por decreto, por parte del Poder Ejecutivo argentino, de dos organismos de comunicaciones en ese país: la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual Argentina (AFSCA) y la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC). En ambos casos la intervención fue de la mano con la remoción de las autoridades de los organismos, que tenían mandatos hasta 2017 en el caso de AFSCA y hasta 2019 en el de AFTIC».

La CCD oriental destaca que la intervención «implica una violación de las leyes de creación de estos organismos, que no pueden ser modificadas por decreto». El documento también pone de relieve que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual argentina es “considerada un gran avance en materia de libertad de expresión por los organismos internacionales”. También que “Más allá de las críticas que pueda merecer la aplicación que se ha[ya] hecho hasta el momento de estas leyes, esta intervención por decreto, que viola autonomías establecidas legalmente sin pasar por la debida discusión parlamentaria y sin ningún diálogo con la sociedad, implica un retroceso en materia de libertad de expresión y democracia”. La CCD uruguaya manifestó explícitamente su solidaridad con su similar argentina, organización impulsora de la ley.

Gracias, uruguayas y uruguayos compatriotas de la Patria Grande.

Otros, como quienes quizá, algunos, no todos, han sido ingenuos en sus afirmaciones, y los más apegados a las “inversiones” inmobiliarias y financieras argentinas de dudoso origen sobre las que mejor es no preguntar, creen que ahora las relaciones serán mejores. Sin duda serán mejores para los nostálgicos y empeñados en revivir un Plan Cóndor “aggiornato”, el contrabandeo de autos y la explotación del hombre por el hombre, así, tal cual.



domingo, 27 de diciembre de 2015

La sonrisa de Schiaretti I

Fotografía de La Mañana de Córdoba


La legislatura de la Provincia de Córdoba, dominada por la coalición que con su apoyo en el balotaje del 22 de noviembre definió la instalación en el fuerte de Buenos Aires del virrey Macri –coalición que también ungió como adelantado en ese territorio mediterráneo a Juan Schiaretti1–, redujo 10 % la relación entre los sueldos activos y las jubilaciones. Hasta ahora, en Córdoba, los jubilados provinciales percibían una asignación mensual que equivalía al 82 % del sueldo de un trabajador activo de igual calificación del jubilado al momento de retirarse, desde ahora percibirán solamente 73 %. Esta legislatura, que es unicameral, sesionó un día antes de la tradicional fiesta de Navidad, y con rápida precisión aprobó la "rebaja de las jubilaciones". Lo hicieron el oficialismo compuesto por los representantes del PRO de Macri, del peronismo de Schiaretti y los radicales “que no se rompen pero se doblan”2 más el llamado “juecismo”3. Solamente se opusieron tres legisladores de izquierda y dos justicialistas con representaciones sindicales.



Notas:
1 Juan Schiaretti es un hombre nacido en 1949 en un hogar cordobés de modestos trabajadores, el padre ferroviario y la madre, con sangre aborigen y criolla, ama de casa. En sus años de juventud y estudios universitarios, ahora es contador público, tuvo militancia en los sectores peronistas de izquierda durante el célebre “Cordobazo” de 1969 (para este movimiento popular que llevó a la crisis a la dictadura cívico militar desatada en 1966 y que entonces encabezaba Juan Carlos Onganía, y para más datos sobre el actual gobernador cordobés consultar, entre otras fuentes, Wikipedia).
Schiaretti, cuando en 1984 tras otra dictadura, la iniciada en 1976, vuelve de su exilio en Brasil donde hizo carrera en la empresa italiana Fiat, se divorcia de su primera esposa y compañera de militancia juvenil, y se vincula con la también célebre “Fundación Mediterránea”, en las antípodas del “Cordobazo”, que era conducida por Domingo Felipe Cavallo. Quizá como en aquella parodia del “sindicalista comprensivo” de los sketch’s de Tato Bores, el hombre de juventud peronista de izquierda al final se puso en el lugar de los patrones. Ahora, “militando” con José  Manuel de la Sota, su aporte a Macri fue decisivo en el orden nacional.
2 Leandro N. Alem (1842-1896) fue uno de los creadores de la Unión Cívica Radical, y a él pertenece la consigna que luce al pie de su monumento en la plaza San Martín del barrio de Retiro, en Buenos Aires: “Qué se rompa, pero que no se doble”. Alem, tío de Hipólito Yrigoyen de quien estaba distanciado, se dice que enfermo y deprimido, se disparó a sí mismo un tiro fatal el 1º de julio de 1896
3 “Juecismo”, alude a la corriente política encabezada por Luis Alfredo Juez. Dada la complejidad de trazar su perfil político en pocas palabras recomendamos ver https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Juez

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Por decreto pretende nombrar jueces de la Corte Suprema, miente cuando reprime y pretende avasallar un organismo autárquico creado por ley vigente que tiene como función garantizar la libertad de información



Estamos en Argentina frente a una situación de vacío legal y brutal atropello de quienes mediante engaños lograron un apoyo electoral confuso para encaramarse en el poder político. Así, éste está en manos de una mafia económica ligada a agentes imperiales que se ha rodeado de tan autoritarios como torpes ejecutantes, incluido quien con los actos que asume deslegitima su titularidad del Estado. Denunciemos lo que ocurre ante los pueblos del mundo y los organismos internacionales.



Trabajadores de prensa, sindicalistas, académicos y ciudadanos lo venimos mostrando desde el mismo 10 de diciembre pasado. En este sitio significativas notas lo han  hecho.



Hoy, 23 de diciembre de 2015, un personaje* puesto en funciones de regidor por quien en tan poco tiempo ha suficientemente deslegitimado su papel en la historia contemporánea, pretende “desalojar” también mediante un decreto infundado e ilegal a los directores y el presidente de un organismo autárquico creado por Ley, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual.



Denunciemos lo que ocurre ante los pueblos del mundo y los organismos internacionales.











Ansina es…

Gervasio Espinosa




martes, 22 de diciembre de 2015

“Argentina oscilando entre la crisis de gobernabilidad y la dictadura mafiosa”, por Jorge Beinstein*



alai amlatina (22.12.2015) 



Ha sido señalado hasta el hartazgo que por primera vez en un siglo,
 el 10 de diciembre de 2015, la derecha llegó al gobierno sin ocultar su rostro, sin fraude, sin golpe militar, a través de elecciones supuestamente limpias: se trataría de un hecho novedoso. J. B.



Es necesario aclarar tres cosas

En primer lugar resulta evidente que no se trató de “elecciones limpias” sino de un proceso asimétrico, completamente distorsionado por una manipulación mediática sin precedentes en Argentina activada desde hace varios años pero que finalmente derivó en un operativo muy sofisticado y abrumador. Consumada la operación electoral la presidenta saliente fue destituida unas pocas horas antes de la transmisión del mando presidencial mediante un golpe de Estado “judicial”, demostración de fuerza del poder real que establecía de ese modo un precedente importante, en realidad el primer paso del nuevo régimen.


Esto nos lleva a una segunda aclaración: el kirchnerismo no produjo transformaciones estructurales decisivas del sistema, introdujo reformas que incluyeron a vastos sectores de las clases bajas, reclamos populares insatisfechos (como el juzgamiento de protagonistas de la última dictadura militar), implementó una política internacional que distanció al país del sometimiento integral a los Estados Unidos y otras medidas que se superpusieron a estructuras y grupos de poder preexistentes. Pero no generó una avalancha plebeya capaz de neutralizar a las bases sociales de la derecha quebrando los pilares del sistema (sus aparatos judiciales, mediáticos, financieros, transnacionales, etc.) desarticulando la arremetida reaccionaria. La alternativa transformadora radicalizada estaba completamente fuera del libreto progresista, la astucia, el juego hábil y sus buenos resultados en el corto y hasta en el mediano plazo maravillaron al kirchnerismo, lo llevaron por un camino sinuoso, acumulando contradicciones y marchando así hacia la derrota final. Nunca se propuso transgredir los límites del sistema, saltar por encima de la institucionalidad elitista-mafiosa de las camarillas judiciales apuntaladas por el partido mediático componentes de una lumpen-burguesía que aprovechó el restablecimiento de la gobernabilidad posterior a la crisis de los años 2001-2002 para curar sus heridas, recuperar fuerzas y renovar su apetito.

Como era previsible las clases medias, grandes beneficiarias de la prosperidad económica de los años del auge progresista, no se volcaron de manera agradecida hacia el kirchnerismo sino todo lo contrario, azuzadas por el poder mediático retomaron viejos prejuicios reaccionarios, su ascenso social reprodujo formas culturales latentes provenientes del viejo gorilismo1, del desprecio a “la negrada” enlazando con la ola regional y occidental en curso de aproximaciones de las referidas clases medias al neofascismo. No se trató entonces de una simple manipulación mediática manejada por un aparato comunicacional bien aceitado sino del aprovechamiento derechista de irracionalidades ancladas en los más profundo del alma del país burgués.


La tercera observación es que el fenómeno no es tan novedoso. Si bien es cierto que el proceso de manipulación electoral se inscribe en el marco del declive del progresismo latinoamericano y que fue realizado de manera impecable por especialistas de primer nivel seguramente monitoreados por el aparato de inteligencia de los Estados Unidos, no deberíamos olvidar que antes de la llegada del peronismo en 1945 la sociedad argentina había sido moldeada por cerca de un siglo de república oligárquica (que no fue abolida durante el período de gobiernos radicales entre 1916 y 1930) dejando huellas culturales e institucionales muy profundas atravesando las sucesivas transformaciones de las elites dominantes como una suerte de referencia mítica de una época en la que supuestamente los de arriba mandaban mediante estructuras autoritarias estables. Constituye una curiosa casualidad cargada de simbolismo, pero lo cierto es que fue el presidente “cautelar-instantáneo” Federico Pinedo impuesto por la mafia judicial el encargado de entregar el bastón presidencial a Macri. Federico Pinedo: nieto de Federico Pinedo, una de la figuras más representativas de la restauración  oligárquica de los años 1930, bisnieto de Federico Pinedo Rubio intendente de Buenos Aires hacia fines del siglo XIX y luego diputado nacional durante un prolongado período como representante del viejo partido conservador. Seguir la trayectoria de esa familia permite observar el ascenso y consolidación del país aristocrático colonial construido desde mediados de aquél siglo. El lejano descendiente de esa oligarquía fue el encargado de entregar los atributos del mando presidencial a Mauricio Macri, por su parte heredero de un clan familiar mafioso de raíz italo-fascista2, instaurador de un “gobierno de gerentes”. Los avatares de un golpe de Estado instantáneo establecieron un simbólico lazo histórico entre la lumpen-burguesía actual y la vieja casta oligárquica. 

La crisis
El contexto económico internacional viene dado por una crisis deflacionaria motorizada por el desinfle de las grandes potencias económicas. Estados Unidos, la Unión Europea y Japón navegando entre el crecimiento anémico, el estancamiento y la recesión, China desacelerando su crecimiento y Brasil en recesión sobredeterminan una coyuntura marcada por el enfriamiento de la demanda global que deprime los precios de las materias primas y estanca o achica los mercados de productos industriales. En suma, un panorama mundial negativo para un país como Argentina principalmente exportador de materias primas y en menor escala de productos industriales de mediano y bajo nivel tecnológico.


Ante ese ciclo internacional adverso, desde el punto de vista teórico la economía argentina para no caer en la recesión debería apoyarse cada vez más en la expansión y protección de su mercado interno, su tejido industrial y su autonomía financiera. Sin embargo el gobierno de Macri inicia su mandato haciendo todo lo contrario: achicando el mercado interno mediante la reducción drástica en términos reales de salarios y jubilaciones, aumentando el endeudamiento externo y desprotegiendo al grueso de la estructura industrial. A ello apuntan sus decisiones económicas iniciales como la megadevaluación, la eliminación o disminución de  impuestos a las exportaciones, la suba de las tasas de interés, la liberalización de importaciones y, pronto, la eliminación de subsidios a los servicios públicos con el consiguiente aumento de sus tarifas. Se trata de una gigantesca transferencia de ingresos hacia los grupos económicos más concentrados (grandes exportadores agrarios, empresas y especuladores financieros poseedores de fondos en dólares, etc.), de un saqueo descomunal que se irá prolongando en el tiempo al ritmo de las subas de precios, las depresiones salariales, las devaluaciones y los tarifazos. Crecerán la desocupación, la pobreza y la indigencia, y también la concentración de ingresos que avanzará (ya está avanzando) rápidamente, el crecimiento económico nulo o negativo serán inevitables.

Según ciertos expertos estaríamos embarcados en una vorágine completamente irracional marcada por la declinación del grueso de la industria y la desintegración de la sociedad resultado de la aplicación ortodoxa de recetas neoliberales “equivocadas”. Pero el Gobierno no se equivoca, actúa según la dinámica de una lumpen-burguesía portadora de una racionalidad instrumental cuyo fin no es otro que el de la acumulación rápida de riquezas saqueando todo lo que se le cruza en el camino. La racionalidad de los bandidos dueños del poder no es la del desarrollo económico armonioso y general que anida en la cabeza de ciertos economistas.
Así es como hemos pasado de una versión suave de la política económica contra-cíclica (desde el punto de vista de la tendencia de la economía global) a una política pro-cíclica que se incorpora con notable ferocidad a la degeneración general (financiera, institucional, ideológica, etc.) del mundo capitalista.   


El progresismo entre 2003 y 2015 restableció la gobernabilidad del sistema, todo anduvo bien mientras la bestia lamía sus heridas en un contexto de relativa prosperidad recomponiéndose del terremoto de los años 2001 y 2002, pero desde 2008 las cosas fueron cambiando: el achatamiento del crecimiento económico exacerbó su voluntad por acaparar una porción mayor de la torta, en ese sentido el 10 de diciembre de 2015 puede ser visto como el punto de inflexión, como un salto cualitativo del poder vampírico de las elites dominantes inaugurando una etapa de decadencia de la sociedad argentina. Las fuerzas entrópicas, devastadoras, lograron imponer su dinámica.
Dos escenarios
Nos encontramos ante los primeros pasos de una aventura autoritaria de trayectoria incierta. No se trata de un hecho producto del azar sino del resultado de un prolongado proceso de maduración (degeneración) de las elites dominantes de Argentina –convertidas en jauría depredadora– y coincidente con el fenómeno global de financierización y decadencia. Basta con echarle una mirada al Gobierno y sus respaldos donde sobreabundan personajes acusados de ser delincuentes financieros como Prat Gay, Melconian o Aranguren, o “padrinos” como Cristiano Rattazzi, Paolo Roca, Franco Macri (y su hijo-presidente) o de otros señalados como agentes de la CIA, como Susana Malcorra o Patricia Bullrich3, para percibir que la tragedia local no es más que un apéndice periférico de un capitalismo global embarcado en una loca carrera liderada por lobos de Wall Streeet, militares delirantes y políticos corruptos destruyendo países enteros, triturando instituciones, saqueando recursos naturales imponiendo un proceso de destrucción a escala planetaria.

La lumpen-burguesía argentina, su articulación mafiosa en la cúpula del poder (empresario,  judicial, mediático) y sus prolongaciones institucionales y abiertamente ilegales ha dejado de ser la fuerza dominante en las sombras, jaqueando, condicionando, bloqueando o imponiendo políticas, para asumir abiertamente el Gobierno. Esto puede ser atribuido a varios motivos, entre otros a la inexistencia de un elenco de “políticos” amigos con capacidad de decisión como para implementar el mega-saqueo en curso, y así son los gerentes los que deben hacerse cargo de manera directa del Poder Ejecutivo, es decir “técnicos” completamente ajenos al embrollo electoral.


El nuevo esquema resulta sumamente eficaz a la hora de adoptar medidas contundentes contra la mayoría de la población pero aparece muy poco útil para amortiguar el inevitable descontento popular (incluido el de una porción significativa de incautos votantes de Macri). Las camarillas sindicales podrán durante un corto período generar inacción, algunos políticos provinciales empujarán en el mismo sentido, los medios masivos de comunicación buscarán distraer, confundir y justificar (ya lo están haciendo) intensificando la campaña de embaucamiento social, pero todo eso será insuficiente frente a la magnitud del desastre en curso.
Por otra parte, el carácter lumpen, inestable, del régimen macrista afectado por previsibles disputas internas, golpes financieros, turbulencias exógenas de todo tipo propias de un sistema global a la deriva y además –principalmente– presionado por una base social cuyo descontento irá ascendiendo como una avalancha gigantesca, va dejando al descubierto la única alternativa posible de gobernabilidad mafiosa.

Se trata de la formación de un sistema dictatorial con rostro civil y de configuración variable. Tiene claros antecedentes internacionales recientes, viene guiado por el aparato de inteligencia de los Estados Unidos y se apoya en la llamada doctrina de la Guerra de Cuarta Generación cuyo objetivo central es la transformación de la sociedad objeto del ataque en una masa amorfa, degradada, acosada por erupciones “desprolijas” de violencia caótica y en consecuencia impotente ante el saqueo. Irak, Libia, Siria aparecen como experiencias de manual extremas y lejanas, por el contrario México o Guatemala son paradigmas latinoamericanos a tener en cuenta aunque la especificidad argentina aportará seguramente rasgos originales. Tenemos que pensar en una combinación pragmática de distintas dosis de represión directa “clásica”, judicialización de opositores sindicales, políticos, etc., bombardeo mediático (diversionista o demonizador), represión clandestina, incentivos a la rivalidades entre sectores populares (cuanto más sanguinarias mejor), irrupción de bandas que aterroricen a la población (como las “maras” en América Central o los batallones de narcos de México), fraudes electorales, etc. De ese modo Argentina entraría de lleno en el siglo XXI signado por el ascenso del capitalismo tanático4.     

Sin embargo, esa estrategia no se puede instalar plenamente de un día para otro, requiere tiempo y una cierta pasividad inicial de las bases populares, además encontraría serias dificultades ante una sociedad compleja como la argentina, con un amplio abanico de clases bajas y medias portadoras de culturas, capacidad de organización, de historias que desde la mirada superficial de los gerentes financieros y de los expertos en control social no aparecen como amenazas visibles (o aparecen como resistencias o nostalgias impotentes) pero que  constituyen latencias, bombas de tiempo de enorme poder que pueden estallar en cualquier momento. Este desafío desde abajo converge con el temor de los de arriba a puebladas inmanejables conformando grandes interrogantes imprecisos que generalizan la incertidumbre en las elites y deterioran su psicología.

La no viabilidad de ese escenario siniestro y su posible empantanamiento dejaría abierto el espacio para el desarrollo de un segundo escenario: el de una crisis de gobernabilidad mucho más devastadora que la de 2001. En este caso la fantasía elitista de la recomposición dictatorial-mafiosa del poder político no habría sido otra cosa que una ilusión burguesa acompañando al fin de la gobernabilidad, al comienzo de un período de alta turbulencia, de desintegración social de duración impredecible. El progresismo tan despreciado por las elites y su preservación de las clases medias habría sido un paraíso capitalista destruido por sus principales beneficiarios.


Como vemos, el infierno mafioso no es inevitable aunque no deberíamos subestimar la capacidad operativa de sus ejecutores locales y su gran padrino imperial: Estados Unidos está lanzado a la reconquista de su patio trasero latinoamericano. 

¿Hacia dónde va esta historia?: la resistencia popular tiene la respuesta. 


Notas:

* Jorge Beinstein es economista argentino, docente de la Universidad de Buenos Aires. jorgebeinstein@gmail.com

1 (del editor) Mempo Giardinelli, “Apuntes para un hipotético Manual de Gorilismo”, Página/12, 27.6.2012, en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-197299-2012-06-27.html

2 (del autor) Horacio Verbitsky, “A las Malvinas en subte. El rol de la P-2, los Macri, FIAT y TECHINT en la guerra de 1982”, en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-190366-2012-03-25.html
3 (del autor) “La nueva ministra de Exteriores [de Argentina] pertenece a la CIA, según Diosdado Cabello”, «El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, declaró que la canciller argentina, Susana Malcorra, pertenece a la Agencia Central de Inteligencia de EE. UU. […] Estuvo aquí, la recibí yo en mi oficina, es la CIA misma, se la nombraron de canciller al señor [Mauricio] Macri, presidente electo de Argentina, subrayó Cabello en su programa semanal de los miércoles, transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV)». El 11.12.2015 en http://pajarorojo.com.ar/?p=20433 . También Patricia Bullrich reporta a “la agencia” y probablemente lo hagan otros y otras, como Laura Alonso. El rumor que corre es que Macri prácticamente no conoce a Malcorra y que le fue impuesta telefónicamente por el Departamento de Estado.
4 (del editor) Tanático: «En la mitología griega, Tánato o Tánatos (en griego antiguo Θάνατος Thánatos, ‘muerte’) era la personificación de la muerte sin violencia. Su toque era suave, como el de su [hermano] gemelo Hipnos, el sueño», en https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A1natos


El presente artículo fue distribuido por la Agencia Latinoamericana de Información con sede en Quito, Ecuador, http://alainet.org Correo electrónico info@alainet.org , y editado por nosotros para su publicación en Ansina es…



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