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martes, 31 de julio de 2018

“Recuperar la hegemonía de la izquierda” | Por Emir Sader

Ilustración original de ALAI















Fuente:ALAI | Agencia Informativa de América Latina | 31.8.2018

La izquierda se ha vuelto una fuerza decisiva en la era neoliberal, porque ha sabido levantar un gran programa de superación de ese modelo. Para ello tuvo que construir un amplio consenso social de que, en Latinoamérica, el continente más desigual del mundo, las cuestiones prioritarias son de orden social: tienen que ver con la superación del hambre, de la miseria, de la exclusión social, de las desigualdades.

Los años virtuosos de nuestro continente se dieron cuando liderazgos populares lograron poner en práctica gobiernos antineoliberales, priorizando la cuestión social y no los ajustes fiscales, los procesos de integración regional y no los tratados de libre comercio con EE.UU. y recuperando el rol activo del Estado en lugar de la centralidad del mercado. Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, fueron los escenarios más importantes de esas experiencias políticas determinantes para la izquierda latinoamericana y para el destino de América Latina. Líderes como Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales o Rafael Correa, se han vuelto los más importantes líderes de la izquierda mundial.

No fue fácil superar el consenso neoliberal que se había instalado en todo el mundo. Era un proyecto de descalificación del Estado, de la política, de los derechos, de los partidos, de las soluciones colectivas a los problemas de las personas y de la sociedad. Pretendía llegar para que no haya más retrocesos en épocas de desarrollismo económico, de peso del Estado en la vida económica, para promover el mercado como criterio general de todo.

Fue necesario que se agotara el impulso del modelo neoliberal, al demostrar que el control de la inflación no resolvía a los principales problemas de la sociedad–estancamiento económico, desigualdad social, entre otros -,para que se abriera el espacio para la alternativa antineoliberal. Fue necesario que la izquierda ganara el debate de ideas, lograra imponer el consenso social como el predominante, para que lograra sus victorias políticas.

Fueron los años más virtuosos en la historia política de esos países y en la proyección positiva de Latinoamérica en el mundo. Fue cuando más disminuyeron las desigualdades en nuestros países, cuando hubo menos miseria, cuando hubo más inclusión social, cuando nuestros países tuvieron más prestigio en el mundo, cuando sus líderes se proyectaron como referencia política para la izquierda de todo el mundo.

Los reveses y los retrocesos que han sucedido han sido igualmente resultados de la hegemonía que la derecha ha logrado imponer en la sociedad, para lo cual desarticularon y derrotaron los consensos de la izquierda. Tuvieron que desplazar las cuestiones sociales del centro de las preocupaciones de las personas para centrarlas en la corrupción, en la crisis económica, en la incapacidad de los gobiernos para controlar la inflación. Total, han logrado imponer una imagen de fracaso de esos gobiernos.

Claro que se han valido en gran medida del monopolio que la derecha detenta en los medios. Pero ello no justifica, por sí sólo, esos reveses de la izquierda, porque ese monopolio ya existía durante los años de éxito de los gobiernos antineoliberales sin lograr imponer su visión de la sociedad. Por lo tanto, esos reveses no sólo no eran inevitables, no habrían ocurrido no se hubieran dado errores graves de la izquierda.

Como error general de los gobiernos que han sufrido derrotas o que están en la defensiva frente a la derecha, está el hecho de que millones de personas beneficiarias de las políticas sociales de esos gobiernos han pasado a votar por la derecha, por falta de capacidad de convencimiento, de persuasión, de parte de los gobernantes, pero también de los partidos y de los movimientos sociales. Esos son los sectores hacia los cuales la izquierda debe prioritariamente concentrar su trabajo de masas.

Las disputas determinantes en el mundo contemporáneo se dan a nivel de los valores, de la cultura, de los consensos sociales, de la lucha de ideas. Es ahí donde reside la hegemonía norteamericana en el mundo, con su “modo de vida americano” como forma de sociabilidad generalizada en el mundo. Es ahí donde la izquierda latinoamericana de esos países ha logrado imponerse y, después, en algunos de ellos, ha sido superada. Es ahí donde la izquierda puede recuperar su fuerza, reconquistando la hegemonía en el plano de las ideas para poder luego constituirse en fuerza predominante.

Notas:
Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro, Brasil.
Al presente texto se le hicieron cambios de sintaxis y estilo para adecuarlo al del blog Ansina es, sin que ello modifique su contenido. G.E. 

https://www.alainet.org/es/articulo/194428

sábado, 28 de julio de 2018

Macri y su corte sólo saben de leyes del capitalismo fascista. El FMI llega para transferir riqueza hacia el polo del capitalismo financiero. Volver a las fuentes: Alberto Pedroncini, su querella anticapitalista de fines de los años noventa y la actualidad…

La patria no se rinde - 9 de julio de 2018 en la avenida Nueve de Julio



Tres necesarias apostillas de introducción:

Saludo fraternal y comprometido con las y los participantes en el Segundo Foro de La Poderosa, organización y movimiento social latinoamericano que reúne a entidades de base y que se realiza ahora en la ciudad brasileña de Porto Alegre con la participación de representantes de más de noventa asambleas y entidades de base de doce países, acompañados por tres millares de miembros de las mismas oriundos de Brasil, Cuba, Venezuela, Colombia, Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, México, Perú, Ecuador y Argentina. En el inicio del Foro se hizo un fuerte reclamo por la libertad del ex presidente y candidato del PT, Luiz Inácio Lula Da Silva, y de «una estrategia popular que acompañe a los partidos progresistas y populares de América Latina, sin perder la presencia en el territorio y la voz, reclamándole a esos partidos la búsqueda de la unidad necesaria para cambiar el rumbo político en la región».

También un comentario en relación con la lucha de las y los trabajadores de la educación en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, mancomunados en una coordinadora de tres sindicatos reclamando la reapertura de paritarias salariales de actualización tras las devaluaciones de la moneda y los aumentos en el costo de vida, y la disposición de un paro docente de 76 horas a iniciarse el próximo lunes 30 de julio, a los que la gobernadora PRO en ejercicio, María Eugenia Vidal, responde con una medida de su Ministerio de Trabajo de absurdo contenido legal: el “dictado de la conciliación obligatoria” retrotrayendo el conflicto a la situación previa y con prohibición de la suspensión de tareas. El ministro de Trabajo del gabinete de la gobernadora Vidal es un auxiliar del Poder Ejecutiva que ella encabeza (aun estando en sospecha su legitimidad dadas las denuncias de irregularidades graves en los procesos preelectorales y electorales de los años 2015 y 2017): y así ese ministerio para disponer una “conciliación obligatoria” entre trabajadores y empleadores, su rol legal para evitar si así pudieran suceder perjuicios a la sociedad, incurre en el absurdo de ordenar por indicación de la autoridad ejecutiva personalizada en Vidal, jefa del ministro Marcelo Eugenio Villegas, la advertencia de cumplir con ese mandato a la misma Vidal, a ella misma, titular del Estado provincial que emplea a esos trabajadores de la Educación…

En la madrugada de hoy, 28 de julio, se desató un voraz incendio en la planta alta del edificio del Banco de la Nación Argentina de la ciudad de Bahía Blanca, al sur de la Provincia de Buenos Aires, donde habría quedado absolutamente destruido un archivo de la principal institución bancaria y financiera nacional. En las redes de internet también ha trascendido que un incendio similar podría haber ocurrido en dependencias de la ANSES citas en la ciudad de Salta, en la provincia homónima (Administración Nacional de la Seguridad Social, organismo bajo cuya dependencia funciona el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado Previsional Argentino (!).  


En un artículo firmado por el poeta y abogado Julián Axat, publicado simultáneamente, aunque con títulos disímiles, por el diario Página|12 y la revista digital La Tecl@ Eñe –ésta con el título “Ruina jurídica y esperanza”– su autor recuerda a Alberto Pedroncini, jurista, defensor de derechos humanos, miembro de la APDH y militante comunista, quien falleciera en 2017 a los 94 años tras una larga vida de consecuencia ideológica.1

Axat se centra en la meticulosa labor de reunir pruebas que encaró Pedroncini con la colaboración de otros dos juristas de renombre, David Baigún y Beinusz Szmukler, con el objeto de denunciar a las cúpulas políticas del Estado argentino de la década final del siglo XX por “subversión económica”: es decir, los gobiernos de Menem y de De la Rua, los que tuvieron un “articulador” común, y común también a la dictadura cívico-militar de 1976 a 1983 y al virreinato actual: Domingo Felipe Cavallo y su troupe de genios vaciadores.

Ahora, otro jurista, y de renombre, Eduardo Barcesat, de la misma escuela principista y militante que Pedroncini o Szmukler, se ha pronunciado categóricamente (y lo destaco porque no es la cosa andar nada más sonriendo y con los dedos formar la ve de victoria, sino que, principalísimamente, hay que con consecuencia ideológica trabajar y militar): «Es tremendo pensar que estamos siendo gobernados por una asociación ilícita, pero es así».2

Las carencias de la hora, ahora…

Como si solamente ocurriera lo que ocurrió ya y no se acciona para ahora y mañana, como si la praxis no fuera esencial, una suerte de molicie interpretativa, política y del compromiso en las capas medias de empleo más o menos intelectual, éstas abandonan a la militancia sencilla e histórica –allí estaba, bajo la garúa, por caso Nora Cortiñas– que como anteayer colmó la avenida Paseo Colón frente al Ministerio de Defensa y sede del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas repudiando el “decreto” ilegal que pretende la militarización de la protesta (exigencia sin duda del FMI). Para el colmo es que, además, corrientes trotskistas por sí o en representación de otros se desafiliaran de la convocatoria y quedaran a tres cuadras, frente a las vallas que separan de la Casa Rosada, en la intimidad de la autosatisfacción.

Falta intuición, diría Kuznetzoff…

Decía este ruso del que perdimos noticias, era hombre mayor que nosotros y puede que ya haya muerto, quien se definía como mejor jugador de tenis y pianista que filósofo, profesor en el “Instititut” de Moscú de 1988 sobre la Prospect Leningradski, que para interpretar la realidad y caracterizar con la mayor precisión posible cada momento es esencial la intuición que, según el Diccionario de Filosofía de la Editorial Progreso (Moscú, 1984):

[…] no puede considerarse como desviación de principio de las vías comunes de comprensión de la verdad. Es una forma natural de manifestación de estas últimas mediatizada por el pensamiento lógico y la práctica. Detrás de la capacidad de adivinar la verdad como “de súbito” están en realidad la experiencia atesorada y los conocimientos adquiridos con anterioridad […]

¿Y por qué faltaría intuición en quienes vegetan entre que sí pero quizá que no? Probablemente haya muchísimos motivos, entre ellos la contaminación producida en la cultura popular por los massmedia y el uso compulsivo, automático y acrítico de la tecnología cibernética en los aparatos llamados inteligentes, desde heladeras y lavarropas hasta smartphones, que han vaciado el acontecer diario del ejercicio de la praxis, es decir de vincular y retroalimentar en un sentido y en otro teoría y práctica. Ese uso compulsivo y acrítico se extendió desde las expresiones algunas veces mal traducidas que aparecieron como vocabularios especializados en algunas investigaciones científicas o que parecían serlo hacia las charlas de extensión cultural: una de esas expresiones fue la de “capital humano”, y sobre eso habla en una entrevista el psicoanalista argentino radicado en Europa, Jorge Alemán. Nosotros aportamos mayor confusión un poco en serio y otro poco también en serio en un texto de 2012 y republicado en 2016 en este blog: “Libros venenosos, artículos, notas periodísticas y hasta textos académicos nocivos para la inteligencia pueden causar serio daño moral. Como detectarlos para evitar su uso”3.

¿Estamos condenados a sentir y pensar como quiere el neoliberalismo?, pregunta el periodista Martín Piqué a Jorge Alemán:

Yo siento la obligación teórica y ética de describir al neoliberalismo en todas sus modalidades –responde Alemán–. El neoliberalismo es el intento histórico de construir un nuevo tipo de humanidad. Volver al ser humano un capital, convertir al hombre en un capital humano. Busca generar un tipo de subjetividad en competencia consigo mismo y con los otros. Aunque, dicho esto, tengo que hacer una salvedad. Mientras algunos, ante esta descripción, proponen una suerte de nomadismo, o de sustracción, o de abandonar la lógica de las ciudades, yo sigo dándole un enorme valor a la construcción política. A la articulación de una voluntad popular. Porque no hay ninguna forma de poder que pueda ser absolutamente totalizante, sin fisuras. Sobre la que no se pueda intervenir.4

El “sentido común” y el “buen sentido”: «el sentido común dominante es el sentido común de las clases dominantes»

La “idiotez ideológica” –la del “idiota útil”, como peyorativamente se (y nos) calificó a los adherentes activos o pasivos del marxismo y protagonistas de las luchas obreras y populares–, “idiotez” a la que se refieren Macri y sus cofrades, es propia precisamente del “sentido común”. Un médico recibido en la UBA de entonces y analista de la sociedad rioplatense novecentista y de inicios del siglo XX, llegado de niño con sus padres desde la Italia natal al puerto de Buenos Aires en el último cuarto del siglo XIX, sin duda influido por el ingenuo positivismo cientificista de la época, José Ingenieros, en su obra El hombre mediocre (1913), distingue categóricamente entre el sentido común y el buen sentido. Lo hace, como se verá, en coincidencia creemos que que no buscada con Antonio Gramsci. Para quienes ahora tenemos largamente más de siete décadas de vida y gozamos de salud intelectual dada la aplicación que en todas las circunstancias de vida, trabajo y militancia hemos hecho y hacemos de la “praxis”, aquel libro fue una de las primeras lecturas de adolescencia. No lo fue, sin duda (Ingenieros descreía de las religiones) en los jóvenes de “clase media”, porteños e hijos de comerciantes e industriales venidos los más de ultramar a los que se instruía para ser “dirigentes” como querían las autoridades de la Arquidiócesis  de Buenos Aires, las que poco después de instalado el primer gobierno de Juan Domingo Perón gestionaron la participación de la congregación católica originada en Irlanda "Christian Brothers" (Hermanos Cristianos), la que apenas un año después de su llegada en 1947 ya inauguraba el Colegio Cardenal Newman en un edificio del barrio Monserrat de la capital argentina (entre 1971 y 1987, tras la derrota de la dictadura de Onganía - Lanusse y la irrupción en su inicio con Videla y Martínez de Hoz del “Proceso de Reorganización Nacional” autor intelectual y material de la desaparición de treinta mil trabajadores, estudiantes e intelectuales, el instituto fue trasladado a San Isidro, municipio del conurbano metropolitano donde probablemente ya residieran la mayor cantidad de sus pupilos). En ese Cardenal Newman abrevaron los principales “motores” del actual gobierno liquidador de la soberanía nacional…

Refiere el abogado y profesor venezolano Omar Montilla en su blog Gramsimanía:

Dice Gramsci que «el sentido común es la filosofía de los no filósofos. Una concepción del mundo absorbida acríticamente por el hombre medio», y añade: «el sentido común vulgar (...) es dogmático, ávido de certezas perentorias (…)». «El sentido común […], dice Gramsci, es un nombre colectivo como "religión"; no existe sólo un sentido común, pues también éste es un producto y un devenir histórico» (…) «El “sentido común” de una sociedad determinada, está hecho de la sedimentación de diversas concepciones del mundo, de tendencias filosóficas y tradiciones que han llegado fragmentadas y dispersas a la conciencia de un pueblo. De ese “sentido común” se tomarán referencias y ordenamientos que justifiquen o reprueben los actos de la vida pública y privada».  (…) «el sentido común dominante es el sentido común de las clases dominantes».5

Si la patria no se rinde, qué…

Mientras Macri repite para consumo interno y externo la muletilla de “atravesar la tormenta” –también en Johannesburgo, Sudáfrica, en la reunión cumbre de los BRICS–, el país y los paisanos argentinos estamos al borde de un colapso fenomenal más dramático incluso que el ocurrido entre los años 1976 y 2001, veinticinco años de muerte, negociados, sumisión, derrota, sueños y pesadillas. Más dramático porque implica un fraccionamiento brutal de la sociedad que retrotrae la situación política a la del lapso que va de los años 1910 a 1940: sin saco y corbata podía resultar sospechoso caminar por la calle Florida, los conventillos eran cuna de los inmigrantes golondrina y se conformaba recién una capa media creída clase que fue contención de las reivindicaciones de las masas sufridas y pueblos originarios. Y en eso llegó el general y mandó parar, es cierto, quedando grabado el momento en la memoria popular. Había concluido la segunda Gran Guerra Mundial del siglo XX con un balance político favorable a la Unión Soviética y su socialismo de Estado, mientras Estados Unidos se aprestaba a su desenvolver su papel de potencia económica hegemónica con el Plan Marshall en los devastados países europeos y el papel político rector descendiendo desde América Central hacia el Sur. Perón no era socialista, se dice que, incluso, era de profunda fe católica, por entonces dominada por el anti izquierdismo. Eva Duarte, ya su compañera de vida, tenía un perfil distinto: una consigna de los años setenta afirmaba que “Si Evita viviera sería Montonera”.

Aunque fuertemente lo quisiéramos, la militancia marxista no trotsquista, principalmente la nucleada en el Partido Comunista, no pudimos aun después del XVI Congreso de 1986 que hizo autocrítica de las posiciones de 1946, consustanciar una afianzada alianza política con las masas y militantes peronistas, aunque se restañaron heridas y ganó en respeto mutuo. Otros alineamientos también leninistas, aunque más firmemente guevaristas, como el PRT, que en 1970 se lanzó a la lucha armada, fueron frustrados prematuramente. Y el trotsquismo, de base poética obrera y realidad capa media volvió ahora a mostrar como en las elecciones de 2015, cuando planteó que kirchnerismo y macrismo eran lo mismo, que para hacer acumulación hacia una revolución de signo incógnito prefiere distanciarse, como lo hizo, del grueso de la protesta popular y variada frente al Ministerio de Defensa contra la militarización que el FMI puso como moneda de cambio para neutralizar las luchas, quedar solo en la Plaza de Mayo en una suerte de auto referenciación y disputa entre parecidos. Así las cosas, el tiempo apremia y no está claro qué construcciones, si oportunas o tan oportunistas como continuistas se pergeñan entre quienes también se consideran herederos de Perón, pero de alcurnia, y tuvieron participación en off en las puebladas de 2001.

La realidad, que es la única verdad, lo que impone es detener a la orquesta virreinal y revisar con sumo cuidado los estuches de los instrumentos para con pruebas apresar a los traficantes políticos y vaciadores del país paisano que desde 2015 cumplen, aunque a los porrazos y sin inteligencia porque nomás son brutos, los dictados del poder real para sostener un capitalismo profundamente senil.

Por último, la consigna “La patria es el otro” no es más que una invención fallida y sacada de contexto de la dialéctica hegeliana, algo así como la “necesidad” de tener al otro para confirmar nuestra propia existencia, cosa que incluso explicó con claridad José Pablo Feinmann5 en una contratapa de Página|12 del 30 de junio de 2013. Decimos ahora: La matria y la patria somos nosotras y nosotros, y nada más, así entre argentinos, entre suramericanos y latinoamericanos y en todos los pueblos del mundo, en estas matrias-patrias menores y en la matria-patria grande: las y los que no quieran serlo o nosotras y nosotros no los queramos siéndolo son libres de irse, dejando aquí lo robado, y no volver nunca más… Nunca más.



Notas:
4  Diario Tiempo Argentino, entrevista de Martín Piqué al psicoanalista y filósofo Jorge Alemán (quienes lean completa esta nota verán que hasta Alemán cae en el uso extendido entre los psicoanalistas del barbarismo “historizar”. Me referí a éste en el artículo de la nota 3): https://www.tiempoar.com.ar/nota/jorge-aleman-el-kirchnerismo-vino-por-sorpresa-ahora-estan-todos-advertidos-y-sera-durisimo