Mauricio Macri huyó este 9 de julio de la capital argentina
y se recluyó en San Miguel de Tucumán, llamada “cuna de la Independencia”. Pero
fue hacia allí sólo porque le prometieron que no habría incidentes. Macri está
muy asustado, lo expresa su rostro crispado. En esa ciudad no concurrió a la
misa Tedeum, un protocolo casi insoslayable en ceremonias históricas: se sabía
que en la oportunidad la derecha eclesiástica se lanzaría en la voz del arzobispo
Claudio Sánchez contra la despenalización del aborto.
Macri, hoy, repitió simbólica y materialmente el gesto en
1806 de aquel otro virrey, Sobremonte, quien, cuando las invasiones inglesas al
Río de la Plata huyó hacia Córdoba, en el camino a Tucumán, procurando salvar
los tesoros ya entonces robados en Nuestramérica por sus amos y monarcas del
Imperio español de entonces, antecedente que necesariamente hay que entender
como la acumulación primaria de capital que dio origen a la moderna Europa imperial.
Los dólares de hoy –nuestras penas, hambre, desocupación y tristezas–, desorbitados
en su valor relativo, son ahora la expresión actual del latrocinio del nuevo
amo capitalista financiero, el poder imperial del que este virrey contemporáneo
es sirviente a comisión.
En el cruce de las avenidas Belgrano y 9 de Julio, de
Buenos Aires, mientras tanto, una multitud auto convocada manifestó que “La
Patria no se rinde”, allí se leyó y vitoreó esta proclama1:
¡LA PATRIA NO SE RINDE. FUERA EL FMI!
“Oíd el ruido de rotas cadenas”, proclamaba aquella marcha
patriótica nacida al calor de las batallas libradas por una generación de
hombres y mujeres que regaron con su sangre el suelo de nuestra Patria Grande
para alcanzar su definitiva independencia.
No hubo angustia en aquel Congreso de Tucumán. Hubo conciencia
política y sentido de responsabilidad histórica. Hubo decisión, de los
congresales llegados desde los confines de la Patria, de proclamar la
independencia de las “Provincias Unidas en Sud América”. El 9 de Julio de 1816
se alimentaba el sueño de una Patria Grande y libre de toda dominación
extranjera.
Doscientos dos años
después, nosotras y nosotros, hombres y mujeres de la Patria, nos movilizamos
con un sueño inalterable, el mismo que empujara a San Martín a lanzar aquella
proclama que hoy, cuando la Patria está en peligro, sigue constituyendo una agenda
cargada de futuro: “Seamos Libres, que lo demás no importa nada”. Por eso es
que no titubeamos al gritar a los cuatro vientos que LA PATRIA NO SE RINDE.
Rompamos las cadenas que nos impone el acuerdo alcanzado por el
gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional, que sólo le
ofrecen a nuestro pueblo, un destino de miseria
planificada.
Rompamos las cadenas de un ciclo veloz y brutal de endeudamiento
externo, que pretende condenar a generaciones de argentinas y argentinos a
seguir pagando los negocios que están haciendo unos pocos. La deuda externa contraída
por el gobierno de Mauricio Macri es ilegal e ilegítima, ha tenido como destino
exclusivo engrosar los balances de un puñado de grandes corporaciones. Que la
paguen ellos, y no vengan nunca más a recurrir al sacrificio de los humildes y
explotados.
Hoy gobiernan los agentes financieros de las corporaciones
extranjeras, gobiernan los especuladores que hacen de la riqueza generada por
las trabajadoras y los trabajadores un botín para alimentar la evasión, la fuga
de capitales y la timba financiera. Poner fin a la especulación, nos demanda avanzar hacia
la nacionalización de nuestra banca, perseguir a los evasores que multiplican
sus ingresos en cuentas radicadas en guaridas fiscales extranjeras, controlar
el cambio y recuperar por parte del Estado la dirección del crédito hacia el
desarrollo de la industria, la producción y las economías populares.
Rompamos las cadenas de la dependencia económica que nos pretenden
imponer con el desmantelamiento de nuestra industria y la destrucción del
aparato productivo y solidario de nuestras
economías regionales. Hay que frenar la libre importación, hay que detener
los acuerdos de libre comercio que mendiga Mauricio Macri y los gerentes que
gobiernan por Estados Unidos y Europa, hay que defender nuestras pequeñas y
medianas empresas de la ofensiva de
las grandes corporaciones.
Debemos avanzar hacia la nacionalización del comercio exterior,
para que un puñado de multinacionales no transforme nuestra riqueza en un
asiento contable en las ganancias que registran sus balances.
Rompamos las cadenas de la colonización británica sobre nuestro
territorio en las Islas Malvinas, porque soberanía es recuperar lo nuestro.
Denunciemos hasta romper el pacto Foradori Duncan, los acuerdos de Madrid, que
significan un retroceso en nuestro siempre vigente reclamo sobre la tierra en
la que se derramó la sangre heroica de nuestros combatientes. Nuestro territorio no puede ser prenda de
negociación con los piratas que lo usurparon.
Exijamos mantener viva la búsqueda de los 44 tripulantes del ARA
San Juan, sus familias y el pueblo en su conjunto merecemos conocer la verdad.
Las Fuerzas Armadas tienen la responsabilidad institucional de defender nuestra
Soberanía, rechazamos enérgicamente la voluntad del Gobierno de utilizarlas
para la seguridad interior.
Rompamos las cadenas de la apropiación sistemática de nuestros
recursos estratégicos en manos de empresas multinacionales, frenemos la
extranjerización de nuestra tierra y su concentración para beneficio exclusivo
del poder económico. Los recursos de nuestro suelo, subsuelo y espacio aéreo
son propiedad de la Nación. Nuestros pueblos originarios han sufrido la
apropiación de sus tierras ancestrales, nuestros campesinos padecen desplazamientos sistemáticos al
ritmo en que la economía se concentra en
pocas manos.
Rompamos las cadenas que nos pretenden imponer los patrones, que
alientan desde el gobierno una reforma laboral que intenta retroceder cien años
en los derechos conquistados por la lucha de las trabajadoras y los
trabajadores del país. Debemos conquistar en paritarias libres una victoria
sobre la devaluación generada por los especuladores que gobiernan, que ha
disparado una inflación que está licuando nuestro salario.
Debemos sepultar la infame reforma previsional que destrozó la
movilidad ascendente de nuestras jubiladas y nuestros jubilados; es necesario
actualizar el ingreso popular y recuperar los programas de empleo que este
gobierno terminó transformando en planes sociales.
Rompamos las cadenas del ajuste miserable sobre las tarifas de los
servicios públicos. El gobierno pretende que financiemos las ganancias
exorbitantes de las empresas cuyos gerentes asaltaron el Ministerio de Energía;
hay que frenar el tarifazo para poder recuperar en manos del Estado los
servicios públicos esenciales que constituyen un derecho humano para todo aquel
o aquella que habite nuestro suelo.
Rompamos las
cadenas del olvido porque un pueblo sin memoria no puede conquistar su
futuro. Treinta mil compañeras y
compañeros fueron desaparecidos por resistir a la dictadura cívico militar y a
un programa económico idéntico al que lleva adelante el gobierno de Mauricio
Macri; nuestra historia está forjada sobre la memoria de fusilados, torturados
y asesinados en la larga conquista de nuestra independencia. Nuestro presente
está marcado por más de quinientos bebes apropiados en la dictadura y más de trescientos que seguimos
buscando para que recuperen su identidad. Debemos luchar para que haya más
abrazos de abuelas y nietos. Alcanzar la justicia, para que el único destino de
los genocidas sea la cárcel común, perpetua y efectiva, para que no permanezcan
impunes los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, para que de forma
inmediata recuperen la libertad todas y todos los presos políticos de la
Argentina. Desmantelar la corporación judicial, para alcanzar la Justicia, nos
acerca a nuestro sueño de libertad.
Rompamos las cadenas del patriarcado para que nunca más nadie se
atreva a decidir sobre el destino individual y
colectivo de las mujeres, para que nunca más el derecho a la paridad de género en términos
culturales, económicos, políticos y sociales, sea una agenda secundaria de
nuestro proyecto colectivo hacia la construcción de una Patria más justa libre
e igualitaria.
Rompamos las cadenas de la barbarie que pretende embrutecer a las
mayorías populares destruyendo la educación pública y gratuita. Defendamos a
nuestras docentes, a sus organizaciones gremiales. Forjemos una universidad al
servicio del pueblo, en éste, el centenario de la Reforma.
Rompamos las cadenas del pensamiento único impuesto por las
grandes corporaciones que hacen negocios con la comunicación. Democratizar la
palabra para levantar la voz y gritar bien fuerte que la mentira y la
desinformación son una soga en el cuello de la democracia.
Rompamos las del cinismo y
la hipocresía. Mauricio Macri ha llegado al gobierno mintiendo
escandalosamente, traicionando la voluntad de sus votantes, transformando la
democracia en un fraudulento oportunismo electoralista. Defendamos la política
como herramienta transformadora, defendamos la organización popular como el
camino para alcanzar nuestros sueños.
Lo hemos dicho el 25 de Mayo, y lo reafirmamos hoy: somos un
pueblo digno y con mucha memoria. Asumimos con profunda responsabilidad histórica
seguir luchando hasta alcanzar nuestra definitiva independencia.
Nos hemos movilizado una vez más, porque el pueblo en la calle
decide, y decidimos hoy, reafirmar nuestro compromiso de construir entre todas
y todos la Patria que soñamos.
Por eso, una vez más gritamos: ¡LA PATRIA NO SE RINDE!
Nota:
1 Texto consensuado por los
sindicatos y organizaciones sociales y políticas participantes de la
convocatoria, entre ellas la Asociación Argentina de Actores, leído en el
cierre del acto por Carolina Papaleo y Gerardo Romano, miembros de esta última.
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