Mientras variadas mediciones de opinión en la sociedad
argentina, tal cual fuera el resultado de una suerte de gran asamblea social, indican
que una definida mayoría está a favor de despenalizar el aborto (de ninguna
manera de promoverlo como expresión cultural)1, la Iglesia Católica
en la voz de sus dirigentes de cúpula se manifiesta en contra.
La palabra “iglesia”, explican los diccionarios, deviene
de las lenguas griega y latina: «Del latín tardío ecclesia, y del griego ἐκκλησία ekklēsía;
propiamente “asamblea”». Sobre “asamblea” estos mismos libros refieren a: «Reunión
de los miembros de una colectividad para discutir determinadas cuestiones de
interés común y, en su caso, adoptar decisiones», por caso asambleas gremiales
de trabajadores, de estudiantes o comunales de pobladores, y también «Reunión
de miembros de un cuerpo constituido, convocada reglamentariamente para deliberar
sobre asuntos privados o públicos». Algunas congregaciones cristianas
existentes en Nuestramérica aluden al funcionamiento der sus “iglesias” en
tanto, precisamente, asambleas.
Lo que, no quedarán dudas, resulta evidente, es que altos
miembros jerárquicos de la principal comunidad religiosa, la católica (“universal”,
es el significado de su nombre), exponiendo como símbolos de sí mismos vistosos
gorros y entorchados, y que en los días que corren se han propuesto confundir a
la sociedad con su negativa a la “legalización” del aborto (eso es, no otra
cosa). No propone la asamblea social “legalizar” o “promover” la suspensión del
proceso de gestación humana (no es asunto ahora de las razones que hubiere para
ello), sino de “despenalizarlo”: lo que no es lo mismo, se manifiesta a favor
de que no sea objeto de castigo, de cárcel –para decirlo con dureza–, como
hasta ahora. (Y de gran negocio de profesionales e instituciones privadas
médicas que, en su mayoría y con prístina hipocresía, muy probablemente militan
en las huestes llamadas católicas.)
Esta iglesia de los obispos, que incluye a una jerarquía
romana alejada del “pueblo de Dios” y de sus pastores plebeyos, y que se mete
en un asunto que por derecho no le incumbe, es la que en cuanta dictadura
asesina y torturadora campeó por el mundo y puede volver a campear no se inmutó
ni inmutará, piérdase la esperanza de ello.
Conclusión: si algunas lecturas de análisis dícese que periodístico
apuntan ahora a que los dichos recientes de arzobispos y obispos, e incluso de
Jorge Bergoglio en tanto Papa, están dirigidos a Mauricio Macri para corregir
sus desviaciones, desécheselas. Si de eso se tratara hay mil otras cuestiones
para señalar, y no que vete o no vete una ley que, si es aprobada, inhiba la
intervención judicial y consecuente pena cuando una mujer manifestara su
voluntad de suspensión de una gestación ante las autoridades de aplicación.
Nota:
1 Véase
en el diario Clarín del pasado 8 de
abril (2018) la nota de Eduardo Paladini sobre encuestas respecto de la
despenalización del aborto. La nota es anterior a la votación afirmativa del
proyecto que hizo la Cámara de Diputados: https://www.clarin.com/politica/nuevas-encuestas-aborto-horas-arranque-debate_0_rkAj4JusG.html
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