Dos fotografías:
Una, Fidel Castro y una multitud de cubanos durante la
Primera Declaración de La Habana, el 2 de septiembre de 1960, proclamando el
derecho de los oprimidos a combatir por alcanzar reivindicaciones económicas,
políticas y sociales, así como el derecho de los pueblos del mundo a su
liberación.
La otra, la ciudad vasca de Guernica, destruida el 26 de abril de 1937 por aviones de la Alemania nazi, el fascismo italiano y la falange franquista. El pintor Pablo Picasso llevó esas imágenes al cubismo en una reconocida obra que lleva el nombre de la ciudad.
Franco Bahamonde, Francisco, el generalísimo que se
sublevó ante la República Española venciéndola en 1939, murió el 20 de
noviembre de 1975 luego de entronar por gracia de dios a un heredero de la
familia Borbón como rey, el cual sería ungido dos días después: el 22. Fidel
Castro Ruz, el comandante cubano, tenía treinta y tres años cuando en 1959
triunfó la revolución que, liderada por él, Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos
y el hermano de Fidel, Raúl, entre otros, derrotó política y militarmente al
régimen de Fulgencio Batista, dictador que en 1952 había impedido la
instalación de un gobierno constitucional recién electo. El argumento de
Batista –refiere Wikipedia–1, «fue el de luchar contra la corrupción
y el gansterismo, pero en realidad fue para tomar el poder y enriquecerse
particularmente él y sus allegados». En 1961 la revolución cubana se proclamó
socialista, y el sistema de democracia parlamentaria isleño tuvo a Fidel como
jefe revolucionario, primer ministro y luego presidente hasta que, en 2011,
dados sus problemas de salud, renunció quedando en sus funciones quien le
seguía en jerarquía, su hermano Raúl.
Durante la década de la muerte del generalísimo Franco,
los años setenta, no hace tanto como para no saberlo aún dados los olvidos de
la historia en que se suele hacer caer a los pueblos mediando para ello la
maquinaria informativa colonial y oligárquica, el imperialismo estadounidense y
las derechas autóctonas en América Latina instrumentaron el Plan Cóndor: el
sangriento derrocamiento en Chile de la Unidad Popular, los golpes y autogolpes
–la “bordaberrización”, aludiendo a la conversión en dictador del presidente
uruguayo Bordaberry– en Brasil y en Uruguay, y en Argentina instalando con una
violencia nunca antes ejercida de esa manera el que con precisión de objetivos
se llamó Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982). Para los sectores más
conscientes del pueblo argentino la definición simple y concreta fue el de
Dictadura Cívico Militar y Eclesial: fue dirigida por civiles del establishment
que contaron con la complicidad de los aparatos militares y de seguridad
interior (las policías llegaron a reclutar para sus filas clandestinas a peligrosos
criminales para proceder a secuestros, torturas y asesinatos), contando también
con el acompañamiento de capellanes, sacerdotes y jerarquías católicas.
Fidel, contrariamente a Franco y su falange, alzó la voz
contra el Plan Cóndor. Fue, como su pueblo, solidario con el dolor latinomericano,
brindó auxilio a los exiliados, se pronunció en las tribunas internacionales
haciéndolo incluso, sobre el final de aquel proceso, cuando la Guerra de
Malvinas.
Lo que acá hace falta es un Fidel o un Franco…
Sin embargo, por entonces y hasta bien entrados los años
de la década siguiente, no era extraño escuchar sentencias del tenor aludido
cuando se debatía o comentaba en corrillos callejeros, en pasillos fabriles y
clubes de barrio sobre los descalabros de la política y la injusticia social.
Por qué esa confusión e igualación entre dos exponentes
históricos de idearios antagónicos. ¿La de Fidel era creída “mano dura” como la
del generalísimo de los cirios de ornamento?, ¿no era percibida como mano
extendida, aun firme y decidida? Probablemente…
Ahora, volver a las fuentes
Desde diciembre de 2015 venimos nosotros, en este blog y
en cuanta oportunidad de exponer caracterizaciones políticas, aludiendo a que
en Argentina se ha instalado un régimen de colonización con características de
virreinato –como también en Brasil–, y que a la cabeza se encuentra un virrey
gerente y su corte de “gestores”. En la cúpula imperial parece estar en posición
decisoria un organismo del capital que bien ha dado en definirse como “financierizado”,
el Fondo Monetario Internacional, que tiene a Christine Lagarde como “suprema anciana”
pero no anciana como las y los comunes jubilados y pensionados que con su prolongada
sobrevivencia ponen en riesgo, ella lo dice, al propio sistema de protección
social.
Lagarde fue entre 2007 y 2011 ministra de Economía del presidente
francés de “derecha democrática” Nicolás Sarközy, y como tal no impidió –por “negligencia”,
según el tribunal superior de la justicia gala–, la irregular transferencia en
concepto de indemnización de cuatrocientos millones de euros del Estado al ex
ministro y empresario Bernard Tapie dado un negocio de compra venta de la marca
Adidas, que era de Tapie, hecho por el banco público francés Crédit Lyonnais.
El banco a inicios de la década de 1990 había comprado los derechos de uso de
la marca por algo más de trescientos quince millones de euros, y apenas un año después
la vendería a 701 millones de la misma moneda. El empresario se consideró
estafado por el banco estatal e inició juicio… En 2008 el gobierno de Sarközy
concedió por sí mismo una indemnización, la que se hizo efectiva, aunque luego
Tapie debió devolver esa suma al considerar la Justicia Civil que ese pago
había sido fraudulento.
¿Tejemanejes de un Fidel o más de un Franco?
Las prácticas más democráticas son propias de las
mayorías y las menos democráticas o que bajo ningún aspecto lo son se
corresponden con los intereses de las minorías. Algunos alegan que las mayorías
son objetivo político del llamado “populismo”, mientras que la buena “gestión”
o “gobernanza” –como usó llamársela a comienzos del siglo presente–, espíritu y
aplicación de las “derechas democráticas” enfrentadas al populismo. Lo de
Sarkozy-Lagarde expone que no es tan así, como en la misma línea también lo
expone el acuerdo Virreinato-FMI.
Y entonces, ¿de qué se trata cuando son Francos los que
apuestan al relevo de urgencia de virreinatos como los suramericanos? Sin duda
que se trata de un ejercicio de oculta lucha entre pares que de democráticos solamente
tienen discursos mediáticos y que están enrolados tras el objetivo de que
muerto el rey viva el rey…
¿A quién encarna sobre sí mismo Santiago Cúneo? ¿Podría
tratarse de un pecador recientemente arrepentido reconvertido en pastor de
multitudes confundidas y desesperadas? El interrogante se lo dejamos a los
lectores y feligreses de cierta manera de hacer política basada en la
desmemoria.
Cúneo, en su trayectoria de radical carapintada en 1987 funcional
al Modin defensor de torturadores, riquista de la primera hora y
consecuentemente “empresario” petrolero menemista, candidato con Luis Patti muy
cercano al ala derecha del Partido Justicialista y, luego, de 2015 a 2016, hombre
PRO en el distrito bonaerense de San Miguel. Resulta entonces, por lo menos,
sospechable de embaucador…2
Sin duda de que es hora que el gobierno virreinal del
capital concentrado y financiero deje de sembrar tristezas entre nuestros
paisanos suramericanos, pero, cuidado…
Cúneo encarna a Cúneo, un exponente de la tan célebre y atractiva
como deleznable Middle Class, bien empilchada, grosera y mal hablada, y todo lo
que ello tiene de peligroso para el pueblo llano.
Notas:
2 Hay muchísimas notas publicadas en medios
periodísticos sobre los quehaceres de Santiago Cúneo, entre ellas pueden verse las
de Taringa, Raúl Kollmann y Laura Vales:
https://www.taringa.net/posts/offtopic/20133237/Quien-es-Santiago-Cuneo-el-nuevo-idolo-de-los-K.html
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