La patria no se rinde - 9 de julio de 2018 en la avenida Nueve de Julio |
Tres
necesarias apostillas de introducción:
Saludo
fraternal y comprometido con las y los participantes en el Segundo Foro de La
Poderosa, organización y movimiento social latinoamericano que reúne a entidades
de base y que se realiza ahora en la ciudad brasileña de Porto Alegre con la
participación de representantes de más de noventa asambleas y entidades de base
de doce países, acompañados por tres millares de miembros de las mismas oriundos
de Brasil, Cuba, Venezuela, Colombia, Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay,
México, Perú, Ecuador y Argentina. En el inicio del Foro se hizo un fuerte
reclamo por la libertad del ex presidente y candidato del PT, Luiz Inácio Lula
Da Silva, y de «una estrategia popular que acompañe a los partidos progresistas
y populares de América Latina, sin perder la presencia en el territorio y la
voz, reclamándole a esos partidos la búsqueda de la unidad necesaria para
cambiar el rumbo político en la región».
También
un comentario en relación con la lucha de las y los trabajadores de la
educación en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, mancomunados en una coordinadora
de tres sindicatos reclamando la reapertura de paritarias salariales de actualización
tras las devaluaciones de la moneda y los aumentos en el costo de vida, y la
disposición de un paro docente de 76 horas a iniciarse el próximo lunes 30 de
julio, a los que la gobernadora PRO en ejercicio, María Eugenia Vidal, responde
con una medida de su Ministerio de Trabajo de absurdo contenido legal: el “dictado
de la conciliación obligatoria” retrotrayendo el conflicto a la situación
previa y con prohibición de la suspensión de tareas. El ministro de Trabajo del
gabinete de la gobernadora Vidal es un auxiliar del Poder Ejecutiva que ella encabeza
(aun estando en sospecha su legitimidad dadas las denuncias de irregularidades
graves en los procesos preelectorales y electorales de los años 2015 y 2017): y
así ese ministerio para disponer una “conciliación obligatoria” entre
trabajadores y empleadores, su rol legal para evitar si así pudieran suceder
perjuicios a la sociedad, incurre en el absurdo de ordenar por indicación de la
autoridad ejecutiva personalizada en Vidal, jefa del ministro Marcelo Eugenio
Villegas, la advertencia de cumplir con ese mandato a la misma Vidal, a ella
misma, titular del Estado provincial que emplea a esos trabajadores de la
Educación…
En
la madrugada de hoy, 28 de julio, se desató un voraz incendio en la planta alta
del edificio del Banco de la Nación Argentina de la ciudad de Bahía Blanca, al
sur de la Provincia de Buenos Aires, donde habría quedado absolutamente destruido
un archivo de la principal institución bancaria y financiera nacional. En las redes
de internet también ha trascendido que un incendio similar podría haber
ocurrido en dependencias de la ANSES citas en la ciudad de Salta, en la
provincia homónima (Administración Nacional de la Seguridad Social, organismo
bajo cuya dependencia funciona el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del
Sistema Integrado Previsional Argentino (!).
En un artículo firmado por el poeta y abogado Julián Axat,
publicado simultáneamente, aunque con títulos disímiles, por el diario Página|12 y la revista digital La Tecl@ Eñe –ésta con el título “Ruina
jurídica y esperanza”– su autor recuerda a Alberto Pedroncini, jurista,
defensor de derechos humanos, miembro de la APDH y militante comunista, quien
falleciera en 2017 a los 94 años tras una larga vida de consecuencia
ideológica.1
Axat se centra en la meticulosa labor de reunir pruebas
que encaró Pedroncini con la colaboración de otros dos juristas de renombre, David
Baigún y Beinusz Szmukler, con el objeto de denunciar a las cúpulas políticas
del Estado argentino de la década final del siglo XX por “subversión
económica”: es decir, los gobiernos de Menem y de De la Rua, los que tuvieron
un “articulador” común, y común también a la dictadura cívico-militar de 1976 a
1983 y al virreinato actual: Domingo Felipe Cavallo y su troupe de genios
vaciadores.
Ahora, otro jurista, y de renombre, Eduardo Barcesat, de
la misma escuela principista y militante que Pedroncini o Szmukler, se ha
pronunciado categóricamente (y lo destaco porque no es la cosa andar nada más
sonriendo y con los dedos formar la ve de victoria, sino que,
principalísimamente, hay que con consecuencia ideológica trabajar y militar):
«Es tremendo pensar que estamos siendo gobernados por una asociación ilícita,
pero es así».2
Las carencias de
la hora, ahora…
Como si solamente ocurriera lo que ocurrió ya y no se acciona
para ahora y mañana, como si la praxis no fuera esencial, una suerte de molicie
interpretativa, política y del compromiso en las capas medias de empleo más o
menos intelectual, éstas abandonan a la militancia sencilla e histórica –allí
estaba, bajo la garúa, por caso Nora Cortiñas– que como anteayer colmó la
avenida Paseo Colón frente al Ministerio de Defensa y sede del Estado Mayor de
las Fuerzas Armadas repudiando el “decreto” ilegal que pretende la
militarización de la protesta (exigencia sin duda del FMI). Para el colmo es
que, además, corrientes trotskistas por sí o en representación de otros se
desafiliaran de la convocatoria y quedaran a tres cuadras, frente a las vallas
que separan de la Casa Rosada, en la intimidad de la autosatisfacción.
Falta intuición,
diría Kuznetzoff…
Decía este ruso del que perdimos noticias, era hombre
mayor que nosotros y puede que ya haya muerto, quien se definía como mejor
jugador de tenis y pianista que filósofo, profesor en el “Instititut” de Moscú
de 1988 sobre la Prospect Leningradski,
que para interpretar la realidad y caracterizar con la mayor precisión posible
cada momento es esencial la intuición que, según el Diccionario de Filosofía de
la Editorial Progreso (Moscú, 1984):
[…] no puede considerarse como
desviación de principio de las vías comunes de comprensión de la verdad. Es una
forma natural de manifestación de estas últimas mediatizada por el pensamiento
lógico y la práctica. Detrás de la capacidad de adivinar la verdad como “de súbito”
están en realidad la experiencia atesorada y los conocimientos adquiridos con
anterioridad […]
¿Y por qué faltaría intuición en quienes vegetan entre
que sí pero quizá que no? Probablemente haya muchísimos motivos, entre ellos la
contaminación producida en la cultura popular por los massmedia y el uso compulsivo, automático y acrítico de la
tecnología cibernética en los aparatos llamados inteligentes, desde heladeras y
lavarropas hasta smartphones, que han
vaciado el acontecer diario del ejercicio de la praxis, es decir de vincular y
retroalimentar en un sentido y en otro teoría y práctica. Ese uso compulsivo y
acrítico se extendió desde las expresiones algunas veces mal traducidas que
aparecieron como vocabularios especializados en algunas investigaciones
científicas o que parecían serlo hacia las charlas de extensión cultural: una
de esas expresiones fue la de “capital humano”, y sobre eso habla en una
entrevista el psicoanalista argentino radicado en Europa, Jorge Alemán.
Nosotros aportamos mayor confusión un poco en serio y otro poco también en
serio en un texto de 2012 y republicado en 2016 en este blog: “Libros
venenosos, artículos, notas periodísticas y hasta textos académicos nocivos
para la inteligencia pueden causar serio daño moral. Como detectarlos para
evitar su uso”3.
¿Estamos condenados a sentir y
pensar como quiere el neoliberalismo?, pregunta el periodista Martín Piqué a Jorge
Alemán:
Yo siento la obligación teórica
y ética de describir al neoliberalismo en todas sus modalidades –responde
Alemán–. El neoliberalismo es el intento histórico de construir un nuevo tipo
de humanidad. Volver al ser humano un capital, convertir al hombre en un
capital humano. Busca generar un tipo de subjetividad en competencia consigo
mismo y con los otros. Aunque, dicho esto, tengo que hacer una salvedad.
Mientras algunos, ante esta descripción, proponen una suerte de nomadismo, o de
sustracción, o de abandonar la lógica de las ciudades, yo sigo dándole un
enorme valor a la construcción política. A la articulación de una voluntad
popular. Porque no hay ninguna forma de poder que pueda ser absolutamente
totalizante, sin fisuras. Sobre la que no se pueda intervenir.4
El “sentido común”
y el “buen sentido”: «el sentido común dominante es el sentido común de las
clases dominantes»
La “idiotez ideológica” –la del “idiota útil”, como
peyorativamente se (y nos) calificó a los adherentes activos o pasivos del
marxismo y protagonistas de las luchas obreras y populares–, “idiotez” a la que
se refieren Macri y sus cofrades, es propia precisamente del “sentido común”.
Un médico recibido en la UBA de entonces y analista de la sociedad rioplatense
novecentista y de inicios del siglo XX, llegado de niño con sus padres desde la
Italia natal al puerto de Buenos Aires en el último cuarto del siglo XIX, sin
duda influido por el ingenuo positivismo cientificista de la época, José
Ingenieros, en su obra El hombre mediocre
(1913), distingue categóricamente entre el sentido común y el buen sentido. Lo
hace, como se verá, en coincidencia creemos que que no buscada con Antonio
Gramsci. Para quienes ahora tenemos largamente más de siete décadas de vida y
gozamos de salud intelectual dada la aplicación que en todas las circunstancias
de vida, trabajo y militancia hemos hecho y hacemos de la “praxis”, aquel libro
fue una de las primeras lecturas de adolescencia. No lo fue, sin duda (Ingenieros
descreía de las religiones) en los jóvenes de “clase media”, porteños e hijos
de comerciantes e industriales venidos los más de ultramar a los que se instruía
para ser “dirigentes” como querían las autoridades de la Arquidiócesis de Buenos Aires, las que poco después de
instalado el primer gobierno de Juan Domingo Perón gestionaron la participación
de la congregación católica originada en Irlanda "Christian Brothers"
(Hermanos Cristianos), la que apenas un año después de su llegada en 1947 ya
inauguraba el Colegio Cardenal Newman en un edificio del barrio Monserrat de la
capital argentina (entre 1971 y 1987, tras la derrota de la dictadura de
Onganía - Lanusse y la irrupción en su inicio con Videla y Martínez de Hoz del
“Proceso de Reorganización Nacional” autor intelectual y material de la desaparición
de treinta mil trabajadores, estudiantes e intelectuales, el instituto fue
trasladado a San Isidro, municipio del conurbano metropolitano donde
probablemente ya residieran la mayor cantidad de sus pupilos). En ese Cardenal
Newman abrevaron los principales “motores” del actual gobierno liquidador de la
soberanía nacional…
Refiere el abogado y profesor venezolano Omar Montilla en
su blog Gramsimanía:
Dice Gramsci que «el sentido común es la filosofía de los no
filósofos. Una concepción del mundo absorbida acríticamente por el hombre
medio», y añade: «el sentido
común vulgar (...) es dogmático, ávido de certezas perentorias (…)». «El
sentido común […], dice Gramsci, es un nombre colectivo como
"religión"; no existe sólo un sentido común, pues también éste es un producto
y un devenir histórico» (…) «El “sentido común” de una sociedad determinada,
está hecho de la sedimentación de diversas concepciones del mundo, de
tendencias filosóficas y tradiciones que han llegado fragmentadas y dispersas a
la conciencia de un pueblo. De ese “sentido común” se tomarán referencias y
ordenamientos que justifiquen o reprueben los actos de la vida pública y
privada». (…) «el sentido común dominante es el sentido común de las
clases dominantes».5
Si la patria no se
rinde, qué…
Mientras Macri repite para consumo interno y externo la
muletilla de “atravesar la tormenta” –también en Johannesburgo, Sudáfrica, en
la reunión cumbre de los BRICS–, el país y los paisanos argentinos estamos al
borde de un colapso fenomenal más dramático incluso que el ocurrido entre los
años 1976 y 2001, veinticinco años de muerte, negociados, sumisión, derrota, sueños
y pesadillas. Más dramático porque implica un fraccionamiento brutal de la
sociedad que retrotrae la situación política a la del lapso que va de los años
1910 a 1940: sin saco y corbata podía resultar sospechoso caminar por la calle
Florida, los conventillos eran cuna de los inmigrantes golondrina y se
conformaba recién una capa media creída clase que fue contención de las
reivindicaciones de las masas sufridas y pueblos originarios. Y en eso llegó el
general y mandó parar, es cierto, quedando grabado el momento en la memoria
popular. Había concluido la segunda Gran Guerra Mundial del siglo XX con un
balance político favorable a la Unión Soviética y su socialismo de Estado,
mientras Estados Unidos se aprestaba a su desenvolver su papel de potencia
económica hegemónica con el Plan Marshall en los devastados países europeos y
el papel político rector descendiendo desde América Central hacia el Sur. Perón
no era socialista, se dice que, incluso, era de profunda fe católica, por
entonces dominada por el anti izquierdismo. Eva Duarte, ya su compañera de
vida, tenía un perfil distinto: una consigna de los años setenta afirmaba que
“Si Evita viviera sería Montonera”.
Aunque fuertemente lo quisiéramos, la militancia marxista
no trotsquista, principalmente la nucleada en el Partido Comunista, no pudimos
aun después del XVI Congreso de 1986 que hizo autocrítica de las posiciones de
1946, consustanciar una afianzada alianza política con las masas y militantes
peronistas, aunque se restañaron heridas y ganó en respeto mutuo. Otros
alineamientos también leninistas, aunque más firmemente guevaristas, como el
PRT, que en 1970 se lanzó a la lucha armada, fueron frustrados prematuramente. Y
el trotsquismo, de base poética obrera y realidad capa media volvió ahora a
mostrar como en las elecciones de 2015, cuando planteó que kirchnerismo y
macrismo eran lo mismo, que para hacer acumulación hacia una revolución de
signo incógnito prefiere distanciarse, como lo hizo, del grueso de la protesta
popular y variada frente al Ministerio de Defensa contra la militarización que
el FMI puso como moneda de cambio para neutralizar las luchas, quedar solo en
la Plaza de Mayo en una suerte de auto referenciación y disputa entre
parecidos. Así las cosas, el tiempo apremia y no está claro qué construcciones,
si oportunas o tan oportunistas como continuistas se pergeñan entre quienes
también se consideran herederos de Perón, pero de alcurnia, y tuvieron
participación en off en las puebladas
de 2001.
La realidad, que es la única verdad, lo que impone es
detener a la orquesta virreinal y revisar con sumo cuidado los estuches de los
instrumentos para con pruebas apresar a los traficantes políticos y vaciadores
del país paisano que desde 2015 cumplen, aunque a los porrazos y sin
inteligencia porque nomás son brutos, los dictados del poder real para sostener
un capitalismo profundamente senil.
Por último, la consigna “La patria es el otro” no es más
que una invención fallida y sacada de contexto de la dialéctica hegeliana, algo
así como la “necesidad” de tener al otro para confirmar nuestra propia
existencia, cosa que incluso explicó con claridad José Pablo Feinmann5
en una contratapa de Página|12 del 30
de junio de 2013. Decimos ahora: La matria y la patria somos nosotras y
nosotros, y nada más, así entre argentinos, entre suramericanos y
latinoamericanos y en todos los pueblos del mundo, en estas matrias-patrias
menores y en la matria-patria grande: las y los que no quieran serlo o nosotras
y nosotros no los queramos siéndolo son libres de irse, dejando aquí lo robado,
y no volver nunca más… Nunca más.
Notas:
1 Ver en La Tecl@
Eñe https://lateclaenerevista.com/2018/07/26/ruina-juridica-y-esperanza-por-julian-axat/
y Página|12 https://www.pagina12.com.ar/131097-ruina-y-derecho-en-recuerdo-de-alberto-pedroncini
2 Ver en https://notasperiodismopopular.com.ar/2018/07/26/barcesat-estamos-gobernados-asociacion-ilicita/
4 Diario
Tiempo Argentino, entrevista de
Martín Piqué al psicoanalista y filósofo Jorge Alemán (quienes lean completa
esta nota verán que hasta Alemán cae en el uso extendido entre los
psicoanalistas del barbarismo “historizar”. Me referí a éste en el artículo de
la nota 3): https://www.tiempoar.com.ar/nota/jorge-aleman-el-kirchnerismo-vino-por-sorpresa-ahora-estan-todos-advertidos-y-sera-durisimo
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