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jueves, 29 de marzo de 2018

"Emma González: cuando a Zeus le tiembla la masculinidad", por Jorge Majfud*

Emma González















ALAI-AMLATINA, 26/03/2018 

Diferente a otras matanzas absurdas en escuelas secundarias de Estados Unidos, la de Parkland ha sido diferente por producir una ola de manifestaciones masivas a lo largo de Estados Unidos y en varias partes del mundo. El temor: sólo la juventud estadounidense podrá lograr algún cambio social en este país, aunque más no sean unos tímidos cambios en comparación al terremoto de los años sesenta, los cuales luego fueron casi aniquilados por la reacción conservadora de la era Reagan-Thatcher. O casi, porque si en este país existen más libertades individuales que entonces, fue por esos demonizados movimientos de resistencia social y no por ninguna guerra contra algún pequeño y lejano país.

Los sesenta dejaron mucho, aunque luego fueron gradualmente desprestigiados por la reacción y la propaganda conservadora que, según todas las mediciones, aumentó la desproporción de la acumulación de riqueza en este país, ahora concentrada casi toda en una micro minoría, mientras decenas de millones de trabajadores y estudiantes no tienen más que deudas, decenas de miles mueren por año debido a las drogas o al suicidio (mueren más soldados al regresar que en el campo de batalla; conocí el drama personal de más de uno), y decenas de miles mueren por armas de fuego. En Estados Unidos, sólo los niños (esos que reciben fusiles para sus cumpleaños y los Boy Scouts promueven como símbolo de libertad y masculinidad) matan más personas, por accidente, que todos los terroristas juntos, pero de eso ni una sola palabra en ningún apasionado debate político.

Si este país en las últimas generaciones ha logrado ciertas libertades, no se debe a los soldados en Vietnam, como lo afirma el sagrado cliché, sino a aquellos valerosos organizadores de luchas sociales como Luther King o César Chávez. La guerra de Vietnam se perdió miserablemente y, aparte de millones de muertos, no dejó nada positivo para este país. Menos libertades y derechos. En cambio, la revolución feminista de Occidente, de los negros en el Sur de la Unión y de los jornaleros de California sí, dejaron resultados concretos, aunque hoy estén en tela de juicio por parte de la última reacción, que tal vez no sea otra cosa que un manotón de ahogado de un orden que se tambalea.

Uno de los rostros visibles del más reciente movimiento es el de Emma González, sobreviviente de la matanza de Parkland e hija de cubanos exiliados. Emma representa a muchos otros cubano-estadounidenses de su generación, jóvenes liberados de la paranoia y obsesión por la derrota de Bahía de Cochinos que, de cualquier forma, debe convivir con elementos de la vieja generación, alguno de los cuales son considerados terroristas hasta por el FBI pero de cualquier forma caminan libres por Miami.

Uno de los pocos escritores e intelectuales representantes de este grupo, la escritora Zoe Valdés, se ha referido a Emma González como una comunista “machorra”. La acusación no es novedosa. A lo largo de la historia, los grupos más reaccionarios, las tradicionales clases dominantes de América latina e, incluso, de Estados Unidos (diría que en menor grado) han ejercitado el macartismo según el cual todo crítico capaz de decir sus verdades incómodas al poder dominante es, automáticamente, un comunista. Incluso, no importa si esas verdades están objetivamente documentadas. Si afirmas que el golpe de Estado en Guatemala de 1954 fue orquestado por la CIA y la UFC contra un gobierno democrático, eres comunista. Si dices lo mismo de Chile en 1973, marxista-leninista, etc.

Sin embargo, a los comunistas no hay que señalarlos. Por lo general, los comunistas se reconocen como tal. Los fascistas, racistas y machistas, en cambio, no. Hay que adivinarlos o deducirlos según sus dichos y acciones.

Ahora, que una joven y millones de jóvenes marchen por sus vidas y cuestionen con determinación la religión de las armas, que no encajen en el impuesto estereotipo (prefabricado y reducido a una caricatura) del patriota, en los límites estrechos de los mitos sociales, que no sigan los caminos trazados por las vacas sagradas rumbo al matadero, los convierte en peligrosos comunistas. Pero me parece que esa costumbre de etiquetar como comunista a todo crítico inconforme, a todo demócrata radical, es un poco exagerada. Miami, en cambio, está lleno de excomunistas que un día se dieron cuenta, como por una súbita revelación, del gran negocio (económico y moral) que resultaba envolverse en la bandera del ganador y se cambiaron de bando o se volvieron más cowboys que John Wayne.

La escasez de recursos intelectuales de quienes sacan la palabra mágica (comunista) como quien saca un revólver, es bien conocida. Hace unos años, el padre cubano del senador y candidato a la presidencia, Ted Cruz, afirmó que la teoría de la Evolución era una perversión del marxismo. Incluso la Teoría del cambio climático, que amenazaba las ganancias de las superpetroleras, hasta hace poco era producto de esa mala gente.

Esta generación (una parte significativa) ha tenido el valor de decir Basta. Y lo ha dicho de una forma escandalosa para una sociedad fanática: “basta de rezos y de condolencias”. Por eso deben demonizarlos como comunistas o peligrosos revoltosos, lesbianas o conspiradores, como en los años cincuenta los sureños marchaban con carteles denunciando la inmoralidad de los activistas con carteles que afirmaban que “la integración racial es comunismo” mientras les pedían a sus gobernadores que salvaran la “América cristiana”.

Los ataques a Emma revelan cierto nerviosismo ideológico. (Un candidato republicano la definió como “lesbiana skinhead”. Ella se asume como bisexual. No es rebelde por ser lesbiana, sino por tener la valentía de asumirse como es en una sociedad hostil y, no pocas veces, hipócrita.) Emma representa el cambio, no sólo por ser joven, bisexual, y una incomodidad insoportable para la poderosa Asociación del Rifle, sino también por ser parte de una generación que puede representar un momento crítico en la historia de este país y del mundo. Los hombres y las mujeres (sobre todo los hombres) han escrito las leyes y las constituciones. Los hombres y las mujeres (sobre todo las mujeres) pueden y deben volver a escribirlos según las necesidades de los vivos, no de los muertos.

Ni Zoe Valdés ni nadie tiene ninguna autoridad moral para criticar a esta joven con coraje. Todo lo demás son clichés de la Guerra Fría que la nueva generación no se traga tan fácilmente. Son miedos propios de los superpoderes, que no son poderes absolutos y lo saben cuándo un repentino temblor les mueve la mejilla.

Los años siguientes veremos una lucha existencial entre la reacción de la ola neo-patriarcal, nacionalista, racista e imperialista (unos caricaturescos años ochenta todavía en ascenso, hoy en el poder político), contra una generación más joven, de a pie, lista para resistir las narrativas que ocultan los verdaderos problemas del mundo, dispuesta a no creer más en mitos que ni siquiera funcionan, con la suficiente rebeldía como para decir algo tan simple como "¡basta!".


* Jorge Majfud es escritor uruguayo estadounidense, autor de Crisis y otras novelas.​

https://www.alainet.org/es/articulo/191837


martes, 20 de marzo de 2018

Argentina mejor sin TLC - No al TLC Chile - Uruguay

Hemos recibido, adherimos a ellos y publicamos los respectivos comunicados de la Asamblea Argentina mejor sin TLC:



Llamado a la Acción Internacional



¡Decimos NO a la Cumbre del G-20 en 

Argentina!


El 30 de noviembre y 1ero de diciembre 2018 se reunirán en Argentina los Jefes y Jefas de Estado de los 20 países geopolíticamente más importantes del mundo. Según indican, el objetivo es "abordar los grandes desafíos globales y buscar generar políticas públicas que los resuelvan." Lo que no nos dicen, es que son sus gobiernos y sus políticas los principales culpables de los problemas que ahora dicen querer resolver.

Ellos dicen querer combatir el cambio climático, mientras son los responsables del 82% de todas las emisiones de CO2 a nivel mundial.

Dicen que están preocupados por el futuro del trabajo, mientras promueven reformas laborales que acaban con derechos conquistados durante siglos de lucha, atentan contra las organizaciones de trabajadores/as y fomentan la generación de empleo basura.

Dicen que hace falta más y mejor educación, mientras que son quienes promueven las políticas de ajuste y privatización de los servicios públicos para garantizarles más esferas de generación de ganancias a las empresas, en detrimento de los sistemas de salud y educación pública.

Dicen que están preocupados por el empoderamiento de las mujeres y la brecha salarial, pero sus políticas neoliberales en todas las esferas de gobierno nos empobrecen y arrojan a realidades cada vez más violentas a mujeres, trans y personas de la disidencia sexual.

Dicen querer un futuro alimentario sostenible, mientras avanzan los monocultivos (transgénicos) asociados al paquete tecnológico y a un modelo productivo extractivista que tiene a su disposición “la infraestructura para el desarrollo”.

Dicen buscar "consenso para un desarrollo equitativo", mientras que su club informal y exclusivo de gobiernos excluye a la gran mayoría de los países del mundo. Asimismo, la noción de “desarrollo equitativo” nada tiene que ver con la política comercial y de protección de inversiones que estos países llevan adelante, ya que promueven cada vez más cantidad de Tratados de Libre Comercio y de Inversión que sólo dan derecho a las corporaciones y quitan posibilidades de buen vivir a los pueblos del mundo.
Desde los movimientos sociales, organizaciones de trabajadores/as, políticas, de mujeres, feministas, de la disidencia sexual, pueblos originarios, campesinos/as, estudiantiles, en defensa de los bienes comunes, colectivos de migrantes, rechazamos enérgicamente la presencia del “Grupo de los 20” (G20) en Argentina. Son ellos los responsables de la crisis económica, social, política y ambiental global, y su única propuesta para resolverla es profundizar un modelo que excluye a amplios sectores de la población y destruye el medio ambiente.
Denunciamos además la farsa que existe detrás de los llamados “grupos de interés” del G-20, donde se reúne el club selecto de empresarios, mujeres, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, thinks tanks y científicos, miembros avalados por el gobierno de Macri. La democracia que propone el G-20 es una pantomima de participación: estas reuniones, presentadas como el adalid de la democracia, son en realidad no vinculantes, es decir que la cumbre presidencial no está obligada a acatar lo que en esas reuniones de la sociedad civil se decida. Eso no es democracia; eso no es consenso; eso no es participación.
Advertimos que la organización de esta Cumbre servirá para militarizar el país, en momentos en que las protestas sociales por despidos, de mujeres por sus derechos y de pueblos originarios están en alza. Argentina gastará 3.000 millones de pesos (más de 150 millones de dólares) de los cuales destinará 1.100 millones para “seguridad y defensa”, comprando armamento y equipamiento “antidisturbios” y de defensa aérea. Exclusivamente para los dos días de Cumbre de Jefes de Estado se destinarán 1.072 millones de pesos. Simultáneamente, a esta inversión para no quedar “fuera del mundo”, se cierran programas de asistencia social y escuelas, se despide científicos, personal de hospitales, de institutos estatales y de cientos de empresas, se recortan jubilaciones y pensiones, empeorando así las condiciones de vida de la población argentina, afectando de manera particular al 32% que se encuentra bajo la línea de pobreza.
Cabe destacar que no es casual que la cumbre se haga en la Argentina. El gobierno de Mauricio Macri pretende ponerse a la cabeza de la ofensiva anti-popular en toda la región sudamericana. Su agenda es la agenda de las grandes empresas y del capital financiero y especulativo. En ese mismo sentido van las negociaciones de Tratados de Libre Comercio que proliferan en el continente, aún a sabiendas de que implican la entrega de las industrias nacionales, de los sectores productivos del campo y la ruptura de cualquier proceso de integración regional alternativo. Por eso la presencia del G-20 en Argentina afecta a toda la región y debe ser repudiado en todos los países.



Invitamos entonces a los pueblos del mundo a sumarse a la lucha contra el G20 en la Argentina a fines de noviembre de este año.





¡Construyamos puentes entre nuestros países y pueblos!

¡Vivamos la solidaridad internacional!

¡Unamos nuestra creatividad para ponerle fin a un sistema que excluye, explota, destruye, contamina y mata!

¡Alcemos nuestras voces y nuestros cuerpos contra los gobiernos del G-20 y a favor de la vida!





¡LAS Y LOS ESPERAMOS EN BUENOS AIRES!



Demandamos que no se ratifique 
el TLC Chile-Uruguay
 

El Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado por Chile y Uruguay en 2017 se encuentra esta semana a la espera de ser ratificado por los Congresos nacionales de ambos países. Desde la Asamblea Argentina mejor sin TLC rechazamos este Tratado y demandamos a los parlamentarios de ambos países que no ratifiquen el tratado.
No hay Tratados de Libre Comercio que sean “menos malos”. No depende de quién lo firma. Por el contrario, la lógica que está al interior de todos los tratados es la reducción de los derechos adquiridos por los pueblos y el avance de los privilegios corporativos. Estos Tratados no son meros acuerdos comerciales. De hecho, el gobierno uruguayo acepta que el comercio bilateral con Chile es apenas del 5% del comercio total de Uruguay. Por ello es imprescindible desenmascarar el real objetivo de estos tratados: la liberalización y la desregulación, es decir, el retiro de los Estados de la regulación de los servicios públicos y la protección indiscriminada de las inversiones extranjeras.
Por otra parte, al igual que todas las negociaciones comerciales, este tratado fue negociado en secreto, y los gobiernos no presentaron ningún estudio de impacto que justifique esta firma. Veinte años de libre comercio en la región muestran que los TLC tienen efectos directos sobre las pequeñas y medianas empresas, los campesinos, los trabajadores y las mujeres, así como sobre el medio ambiente. Exigimos que no se firmen ni un TLC más, y que se realicen los estudios de impacto en acuerdo con las poblaciones locales, que son las afectadas por estos tratados.
Asimismo, resulta evidente que este Tratado viene a socavar las bases del Mercosur, ya que el objetivo principal es la incorporación de Uruguay a la Alianza del Pacífico, a cualquier costo. Es preocupante que se dejen de lado las necesidades de la población en pos de la firma de tratados que acaban con cualquier perspectiva de integración regional bajo conceptos de cooperación y complementariedad. En ese mismo sentido exigimos la no ratificación del TLC firmado entre Chile y Argentina, que avanza en el mismo camino de desregulación que el tratado con Uruguay.

¡No más TLC que someten a los pueblos!

¡Exigimos acuerdos solidarios para el comercio entre los pueblos!

 

Asamblea Argentina mejor sin TLC


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Twitter: @mejorsintlc