No aplaudan, no aplaudan… dejen de aplaudir...
La manía oficial estadounidense de apagar el fuego con más
fuego hasta que no quede una mínima gota más de comburente, de oxígeno, agrava
la propia crisis del capitalismo al que, el último fin de semana, en Santa Cruz
de la Sierra, Bolivia, la presidenta Fernández de Kirchner definió como “narcocapitalismo”,
pero al que, nos parece, mejor es seguir llamándolo sólo capitalismo, a secas.
El “revés” dado por la Corte estadounidense a la solicitud
del Gobierno argentino y buena parte de su oposición parlamentaria de no hacer
lugar a la sentencia del juez Griesa y de la Cámara que lo avaló, ha generado
sonrisas y aplausos en ámbitos de la especulación financiera y del lavado de
dinero sucio, en Argentina y también en otros países, alguno, lamentablemente,
geográfica e históricamente muy cercano.
Parodiando en la ocasión la consigna futbolera de “aplaudan,
aplaudan, no dejen de aplaudir”, vale ahora recomendar a los que lo hacen que
perentoriamente dejen de festejar, porque lo que se viene en lo inmediato,
incluso y especialmente para los aplaudidores, será más duro, aunque en nuestra
exclusiva perspectiva popular se vislumbre, “a la larga”, más feliz.
Según refiere hoy mismo el periodista de Página/12 Sebastián
Abrevaya1 en la crónica sobre la cumbre del G-77 + China en Santa
Cruz de la Sierra, Bolivia:
Luego de una breve referencia a la
“fragilidad absoluta del orden mundial basado en poderes hegemónicos”, Cristina
Fernández centró su discurso en la cuestión de la deuda externa, la crisis
financiera internacional y lo que denominó “anarcocapitalismo”. “Porque en
aquel capitalismo podíamos encontrar la categoría de la explotación, de la
plusvalía, pero en este anarcocapitalismo que vive el mundo dominado por los
capitales financieros, no ya por los capitales que producen bienes y servicios,
tenemos una nueva categoría que no es la de la explotación, sino que es la de
la exclusión”, sostuvo CFK, quien detalló la evolución de la deuda en los
últimos años.
“Desde 2003 tuvimos que hacernos cargo de
las deudas que generaron otros gobiernos. Debimos resolver el default más grande de la historia. Realizamos
un canje de deuda en el que acordamos con el 76 por ciento de los acreedores;
luego, en una segunda etapa, cerramos con el 93 por ciento. Acabamos de firmar
un acuerdo con el Club de París. Sólo queda un 1 por ciento, que son los
representados por los fondos buitre”, repasó la mandataria.
En ese contexto, la Presidenta aseguró que
“este pequeño grupo de fondos buitre pone en peligro no sólo a la Argentina”
sino al conjunto del “sistema económico internacional”. “¿Qué país va a
reestructurar sus deudas, qué país va a tener confianza en que se haga cargo de
sus deudas si después, a partir de maniobras de pequeños grupos con intereses
políticos en entramados políticos de financiamientos de campañas?...”, preguntó
la mandataria, dejando la idea abierta.
Ni bien se supo esta mañana del fallo de la justicia estadounidense (la
misma que llena sus cárceles de pobres, negros, no cristianos ni judíos e
hispanoparlantes), el veterano economista argentino Aldo Ferrer –originado en
las ideas de mediados del siglo pasado del desarrollismo keynesiano–, y ante la
consulta que le hicieran desde una radioemisora, dijo que la resolución de esa
Corte no afecta al propio Estados Unidos porque su deuda –más que
multimilmillonaria– está emitida en su propia moneda. Ésta, agregamos (flor de
sinvergüenzas sus mentores), que no tiene otro respaldo que su valor “de palabra”: muchos que quebrarán serán los
que posean bonos de deuda o atesoren papeles nominados en esos “dolores” y quieran hacerlos “líquidos”, “contantes
y sonantes”, a menos que para ello recurran a instrumentos mucho más políticos
que económicos.Nota:
1 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-248689-2014-06-16.html
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