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domingo, 29 de junio de 2014

“El fallo contra Boudou toca a la Casa Rosada”, tituló en primera plana el diario Clarín



El título que reproducimos desapareció luego del mediodía del domingo en la edición digital del diario, reemplazado por: “El fallo que procesó al vice (sic) compromete a la Casa Rosada”, la nota es la misma y la firma Nicolás Wiñazki hijo del “reconocido filósofo y periodista”1 Miguel Wiñazki, quienes juntos pergeñaron el libro La Dueña (2013, Editorial Margen Izquierdo).

¿Qué persiguen los Wiñazki, con Lanata, con Majul?

La contratapa del libro dice que se trata de un relato “no ficción” sobre «la historia secreta de cómo una niña con un padre ausente se transformó en la Presidenta más rica, más poderosa y más confrontativa (sic) de la Argentina. Pero es, también, una investigación reveladora que muestra con qué armas Cristina Fernández intentó trascender a su compañero, con el objeto de mantenerse en el poder y evitar el ocaso político o la futura visita a los tribunales. En La Dueña, el Wiñazki joven investiga, denuncia e interpela y el Wiñazki experimentado observa, reflexiona, desnuda a la mujer más allá del luto. La Dueña es una de las denuncias más completas sobre los escándalos que salpican a Ella y a un grupo de empresarios y funcionarios que la rodean. La Dueña explica, con lujo de detalles, la resurrección política y personal de Cristina, desde la madrugada en que Néstor Kirchner murió hasta el momento en que decidió ir “por todo” sin límites ni controles».

Al texto citado (que tiene errores gruesos) lo tomamos del sitio en internet de Librería Santa Fe2, Ciudad de  Buenos Aires, en el que se informa que quienes han comprado el libro de los Wiñazki también lo han hecho con 10K. La década robada de Jorge Lanata (Editorial Planeta), El jesuita. La historia de Francisco, el Papa argentino de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti (Editorial Vergara), Periodistas en el barro de Edi Zunino (Editorial Sudamericana)3 y  Las montañas hablaron de Khaled Hosseini4, un médico de nacionalidad afgano-estadounidense y escritor en lengua inglesa de novelas de enorme éxito comercial, como Cometas en el cielo (2003) y Mil soles espléndidos (2007). Sin ánimo de darle más valor estadístico del que tiene como promotor de ventas, el dato es significativo del “consumo cultural” de las clases medias.

La dueña sucedió tras tres años a su casi homólogo El dueño (2009, Planeta), éste de Luis Majul (dueño a su vez de la editora de La dueña, Margen Izquierdo), “historia secreta de Néstor Kirchner” cuyo texto de contratapa parece haber sido la matriz con la que se compuso la presentación de la historia de la niña del padre ausente: «El Dueño es la historia secreta de cómo un adolescente acomplejado y humillado se transformó en el presidente más rico, poderoso y vengativo de la Argentina. Es, también, una investigación reveladora de su brutal estrategia para formar parte del poder permanente y evitar el ocaso o la prisión». ¡El ingenio asombra!

Los Wiñazki, el padre Miguel y su hijo Nicolás, se desempeñan en la multimedia “Clarín”. Miguel como jefe en el diario homónimo y Nicolás también allí y en emisoras de TV y radio de la misma gran empresa, como colaborador de Jorge Lanata. Miguel, el padre, además de ser docente en la privada Universidad de Belgrano, es director de un posgrado (maestría en periodismo) que patrocina su empleador y dictan conjuntamente en Buenos Aires las universidades también privadas de San Andrés (San Fernando, Buenos Aires) y la de Columbia (Nueva York). La primera de las nombradas, en su sitio en internet, presenta a Miguel Wiñazki como «profesor y licenciado en Filosofía de la Universidad de Morón, de Argentina [también privada y vinculada con la Iglesia Católica], y [agrega que] realizó un posgrado en Ciencia Política en la Universidad de Salamanca, España [la misma que recientemente doctoró honoris causa al oncólogo uruguayo Tabaré Vázquez], [y] es secretario de redacción y jefe de Capacitación Periodística de (sic) diario Clarín».

Nicolás Wiñazki, su hijo, tiene formación en Letras dada por la Universidad del Salvador, también católica y privada, y en 2008 publicó en formato libro una extensa entrevista al periodista, historiador y escritor Osvaldo Bayer (autor de los ensayos históricos Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia; La Patagonia rebelde; Los anarquistas expropiadores y otros ensayos; Fútbol argentino; y entre otros trabajos los editados por Página/12 con el título de Obras Completas). Su entrevistado le contó a Nicolás una anécdota: el padre de Bayer tuvo una mala experiencia con un abuelo de Néstor Kirchner, a quien le prestó diez mil pesos que nunca recuperó, y que luego en investigaciones de crónicas patagónicas descubrió que aquel Kirchner explotaba un prostíbulo. Bayer con este asunto como eje relató entonces que en una ocasión, hace unos cuantos años, se encontró casualmente con Cristina Fernández, quien lo encaró así:

¿Vos sos Osvaldo Bayer? Vos tenés una tara mental, un complejo, siempre hablás mal del abuelo de mi marido“.
Yo me enojé: “Y bueno, si el abuelo de tu marido era un atorrante”. Ella me contestó: “No, no era un atorrante, era un pícaro”. Lo dijo con una sonrisa, para ablandar la situación. Me reí también, pero no quise dejarle la última palabra: “Para reivindicarlo tienen que devolverme el préstamo que le hizo mi padre. Al día de hoy, con intereses y todo, ha de ser una fortuna”. Tiempo después, cuando Kirchner hizo proyectar la película [La Patagonia rebelde] en el Salón Blanco, él mismo se me acercó y me dijo al oído, riéndose: “No era mi abuelo, era el hermano de mi abuelo”. Yo lo miré como diciendo: “No te hagas el vivo, que yo hice una investigación”
.5  

Como Nicolás al transcribir sus conversaciones con Bayer no percibió el error de sintaxis del final del párrafo, al que explicamos en la nota cinco, tampoco probablemente pueda, y quiera, ahora percibir la diferencia entre las observaciones críticas y el humor de Bayer y su propia capacidad para lo mismo. Una cosa son las reflexiones del inveterado escupidor de la estatua ecuestre del genocida de pueblos originarios Julio Argentino Roca, y otras las especulaciones por lo menos de dudosa intención en torno a los dichos y el hacer de un juez como Ariel Lijo, quien mientras con diligencia procede contra el vicepresidente Boudou (y “toca” la Casa Rosada) cuida el prolongado sueño hacia el olvido de la investigación que involucra a Eduardo Duhalde y Felipe Solá (entonces respectivamente uno Presidente provisional del país y el otro Gobernador bonaerense) por los asesinatos6 en junio de 2002 de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, en Avellaneda, o habilita el funcionamiento en la Ciudad de Buenos Aires de un muy poco camuflado partido nazi promovido por el veterano en esas lides Alejandro Biondini7.

Facilita la visión objetiva

Cuando Bayer contó la anécdota del encuentro con la Cristina Fernández que calificaba sólo como “pícaro” al proxeneta patagónico que se quedó con los diez mil pesos de su padre, y luego el mismo don Osvaldo dio vueltas a la Plaza de las Madres con Hebe de Bonafini, se cruzó hasta la diagonal sur a escupir la estatua de Roca o concurrió invitado por Néstor Kirchner a la primera proyección en la Casa de Gobierno del filme La Patagonia, siempre lo hizo como no-peronista. Y en ello hay una virtud: facilita la visión objetiva.

El peronismo es, efectivamente, una comunidad política con numerosísimas fracciones y facciones. Es un fenómeno complejo, casi una identidad histórica y cultural. Juan Perón mismo bromeaba con eso, decía que cuando un periodista le preguntó en España como se componía el espectro político argentino él había respondido que había tanto por ciento de conservadores, de cívicos radicales, de socialistas varios y de comunistas…, y que cuando el periodista preguntó por los peronistas, a los que Perón no había nombrado, le replico: “¡Ah! Peronistas somos todos”. La “picardía” de Cristina Fernández calificando como sólo algo pícaro al abuelo o tío-abuelo de su marido es una manifestación de la profunda variedad y versatilidad ideológica que anima a esta identidad. ¿Los Wiñazki, como Bergoglio, también son peronistas?

Evitar el mal mayor

Lo importante ahora y en política para nosotros –la desalineada izquierda continental no necesariamente peronista–, es evitar el mal mayor, así de sencillo. No Lijo, no Clarín, no Carrió ni Massa o Macri, no La Nación y sus diarios repetidores ni la Sociedad Rural, no Griesa y no más changüí8 a los grandes pícaros del capitalismo ni a sus aparentemente serios promotores. (¿Quiénes ganaron con los últimos negocios de la desaparecida empresa de aviación uruguaya Pluna y sus avioncitos Bombardier comprados a veintinueve millones de dólares cada uno y ahora vendidos a once millones?, ¿quizá aquellos que diligenciaron la compra en Canadá, “porteños” de Buenos Aires y amigos de los “porteños” de Montevideo?)9                     

Los fallidos títulos de Clarín

Fuera primero el título “El fallo contra Boudou toca a la Casa Rosada” y luego “El fallo que procesó al vice compromete a la Casa Rosada”, más políticamente correcto el último –con menos “toqueteo” explícito– haber escrito “el fallo” es tendencioso y sugiere una sentencia como también, por otro lado, abre la posibilidad de una retractación: el verbo fallar tanto nombra la acción de decidir, determinar un litigio, proceso o concurso, como también no acertar o equivocarse. Sin duda que hay periodistas “pícaros”.


Notas:
1 «Una mañana muy interesante se vivió en el aula 306 del edificio San Alberto Magno de la UCA. Nicolás Wiñazki, reconocido periodista, brindo una charla larga y tendida a los alumnos de periodismo. Entre preguntas y risas se desenvolvió esta interesante entrevista. La charla empezó puntual. El invitado, Nicolás Wiñazki. Periodista del diario Clarín, hijo del reconocido filósofo y periodista Miguel Wiñazki.» La entrevista con estudiantes de la Universidad Católica Argentina fue realizada al parecer por el anónimo titular del blog http://periodismo100.blogspot.com.ar/p/entrevista-nicolas-winazki.html
3 La presentación en contratapa de este libro dice: «Las batallas del kirchnerismo para imponer su proyecto político durante la última década se libraron, sobre todo, desde los medios de comunicación y contra ellos. Y los periodistas fueron arrastrados a un inquietante protagonismo, tras el cual pusieron en juego sus convicciones, egos, desenfrenos, grandezas y miserias. Haciendo eje en las peleas, trampas, mutaciones, locuras y divorcios reales o virtuales que definieron la actuación pública y privada de los comunicadores más reconocidos de la Argentina, Periodistas en el barro es un relato de época donde se cruza el rigor de la investigación periodística con la profundidad del ensayo político y la lógica impúdica del reality show. La trastienda de la venta del grupo Hadad, las intrigas de Verbitsky, la trituradora de Gvirtz, el divorcio Bonelli-Sylvestre, las peleas de Majul, el ostracismo de Tinelli, la metamorfosis de Víctor Hugo, el desenfreno de Rial y la resurrección de Lanata revelan detalles insospechados de una época marcada por las tensiones discursivas, las acusaciones contrapuestas y los odios desproporcionados».
A propósito de la transcripción hecha vale corregir a Nicolás Wiñazki (o quizá a “Taringa”), que la puntuación y las comillas son incorrectas en «Yo lo miré como diciendo: “No te hagas el vivo, que yo hice una investigación”», ya que como no lo expresó oralmente ni de otra forma inteligible se debería haber escrito: «Yo lo miré como diciendo no te hagas el vivo, que yo hice una investigación».
8 En Argentina y Uruguay, ventaja u oportunidad, en especial las que se dan en el juego.

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