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lunes, 30 de junio de 2014

¿Has oído o leído lo dicho por don Bergoglio?*



Caramba, cuánto tiempo ha pasado sin noticias vuestras... y nuestras en vosotros.
¡Salud connombre Csio!

¿Dónde estáis afincados al fin, o no, en mero tránsito quizá? ¿En la USA, en la ARG, en la URU? Supimos de algo así como un afincamiento tentativo en Miramar, creemos que en Miramar, costa atlántica bonaerense, a un regreso de USA. ¿Allí quedaron?

Esta mañana me asaltó la inquietud tras recordaros caminando luego de un mediodía por una ramblita oestepiriapolense hacia Playa Verde, y escuchar por la radio la acusación de habernos robado banderas.

Hemos verificado que al parecer donde estáis, si es en ARG y a tu nombre, no usáis teléfono al menos de línea, con cable. Sí vimos que Alcirita, vuestra sobrina, viviría en la calle Felipe Vallese, de la Ciudad Autónoma. Y que una señora Leyla tendría ese aparato instalado en un domicilio de la calle Ministra Prosdóc, en Colonia Caroya, quizá ella esposa de Armando, o de Armandito, su hijo.

Vuestra vidas ¿cómo van? Las nuestras van, sin apuros por ahora, con algunas lesiones óseas Beticita en una rodilla que la tienen cojeando y bastoneando. Está haciendo un tratamiento que paliará el daño del paso del tiempo. A mí me atacó un bajón de hematíes que se descubrió cuando por rutina nomás un bioquímico se puso a contarlos, al parecer nada muy anómalo en su génesis ya que con unas pastillas que reaccionan muy bien acercadas a cualquier imán la cosa parece haber cambiado; dentro de una semana el hombre del guardapolvo y una lupa en un caño se dispondrá nuevamente a contarme esos animalitos de dios. Ahora mismo pienso que quizá me confunda... ¿es lo mismo un hematíe que un coatí?

Las declaraciones de ayer o anteayer de don Bergoglio en Roma me han preocupado. ¿Fuiste vos o nosotros allá cuando me afiliaste a la Federación Juvenil los autores del robo de las banderas de defensa de los pobres que dice les quitamos a ellos, los cristianos? Estoy a un tris de responderle que no sé de nadie de nuestra colectividad, ni siquiera de alguno de nuestros abuelos o bisabuelos de la Liga, que haya robado tales banderas, y que lo que ocurrió, según mi entender, es que ellos, herederos de aquel que dicen su maestro, primero las guardaron muy bien para que no se conocieran y luego las abandonaron. Cuando uno alza lo que encuentra abandonado no comete robo... ¡de ninguna manera!

Mira, Csio, ya me cansan muy rápido las mentiras.

Un gran abrazo para ti y otro para tu compañera. Y bien... dos abrazos para ti, que nos conocemos de muy jóvenes.


*Correo electrónico enviado hoy a un amigo y compañero de juventud.

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