La brutal irrupción colonial ortodoxa en nuestros países
latinoamericanos, ahora, no solamente produce en el país argentino y producirá
en los hermanos “realineamientos administrativos” con el aumento de las tarifas
de los servicios públicos, de los precios de los alimentos y con las decenas de
miles de despidos.
El “cambio” no es sólo lo que llaman eufemísticamente un
sinceramiento de la economía, un “ordenar la basura” de la administración
estatal anterior, como afirma Prat Gay, ahora ministro de Economía y antes administrador
de fugas de capital.
Calificar lo que sucede ahora en Argentina a retrotraer la
situación a una década atrás no es suficiente. Se trata principalmente de
destruir una cultura popular de autonomía y justicia social que, en la realidad
y hasta ahora, nunca pudo llegar a materializarse absolutamente porque es casi
imposible: solamente puede alcanzarse, en la cuestión, una “correlación” de
fuerzas relativamente favorable para los países y sus pueblos.
Entre la Dictadura Cívico Empresaria Eclesiástica y Militar
que resumió y “perfeccionó” a todas las acciones autoritarias anteriores a 1976,
las “gestiones” menemista y delarruista y el virreinato actual se ha procedido
siempre a cumplir mandatos imperiales para:
No tener el país y su pueblo:
Desarrollo social, económico, cultural, científico
y tecnológico propio.
Producción industrial
calificada. Autonomía energética.
Dominio sobre el transporte de personas y
cargas.
Política inteligente
y autónoma sobre Seguridad y Defensa.
Para eso:
Antes de ahora (1955 – 2002):
se liquidó la
industria aeronáutica y automotriz, la producción y comercialización de
combustibles, la aviación comercial y la flota naviera mercante, la importantísima
red ferroviaria y la de telecomunicaciones, todo ello de propiedad nacional,
además de boicotearse a la economía y producción cooperativas.
Ahora:
se anula el proyecto
satelital ARSAT, se pone en riesgo a YPF, Aerolíneas Argentinas y la
recomposición ferroviaria, se restringe la actividad científica y tecnológica
que no responda a los intereses corporativos del capitalismo concentrado, se
boicotea la política y los compromisos para el desarrollo de la paz entre los
pueblos de América y del mundo establecidos por la UNASUR y la CELAC y, también,
se desactiva la Universidad de la Defensa Nacional (Undef) creada por ley nacional
del año 2014 como pilar para el desarrollo de políticas de Defensa modernas, con conducción política civil, no
de agresión sino de mantenimiento de la paz y colaboración humanista entre los
países y sus pueblos en los casos de catástrofes.
En la Undef no solamente el
personal militar podía obtener una formación intelectual de excelencia sino también
los analistas no militares en funciones de administración política de los
instrumentos militares, de la investigación tecnológica aplicada a la Defensa, y
del desarrollo industrial relacionado.
Nota:
* Lo
afirmo porque lo sé. Mi último trabajado rentado como corrector gramatical,
erudito y de estilo editorial en publicaciones de las ciencias sociales (con carácter
contractual de “Autónomo: jubilado. Ley 24241” y por concurso, es decir, de
manera absolutamente legal), fue a mediados de 2015 con el “Libro Blanco de la
Defensa”, una publicación de Presidencia de la Nación realizada por el
Ministerio de Defensa. Al efecto de mi trabajo lo leí de cabo a rabo, lo
conozco, lo tengo en mis archivos digitales, descubrí intromisiones “quinta columna”,
avisé, no fui traidor. Sé de lo que hablo, y mi filiación no es kirchnerista ni
peronista. La revisión final del libro escapó de mis manos, desconozco
las razones, quizá porque para algunos no fui suficientemente confiable. Fui seleccionado para la prestación del servicio solamente presentando mis
antecedentes: http://www.gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2015/06/obras-en-las-que-cuide-textos-durante.html
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