Estamos seguros que no solamente nos hermana con
Daylén la construcción del título de su artículo. Recuerdo que una nota de este
blog se llamó “La sonrisa de Vidal”, ex compañera del virrey Macri en la
Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y actual Gobernadora de la provincia
homónima, probablemente la más importante de Argentina por su numerosa
población y actividad económica.
Obama hoy también sonrió en Argentina durante la
conferencia de prensa cuando su visita a la casa de Gobierno. Pero como en La
Habana envolvió el gesto facial con frases hechas y, principalmente, no pidió
disculpas… ¡Gracias, Daylén, por permitirnos replicar tu artículo publicado
inicialmente en Cuba Debate! G.E.
Ilustración original del artículo en Cuba Debate.
En el Palacio de los Capitanes Generales junto a una imagen de Abraham Lincoln.
Foto: Ramón Espinosa/ AP
Obama, al igual que yo, creció bajo el Bloqueo. El actual
presidente de los Estados Unidos de América tenía apenas seis meses de nacido
cuando la Orden Ejecutiva Presidencial 3447 implantó formalmente el bloqueo
económico, comercial y financiero contra Cuba. Obvio, no fue su
responsabilidad. Probablemente no había pronunciado aún su primera palabra. Conocería
sobre el “embargo” años más tarde y escaparía de sus manos infantiles cualquier
posibilidad de decisión o reacción.
Pero hoy Barack Obama es el presidente de los Estados
Unidos. Conoce lo hostil, opresivo y agresivo de esa política, al tiempo que reconoce
los obsoletos mecanismos de aislamiento provocados por la Guerra Fría.
Estuvo de visita en Cuba –la nación que tantos años ha
sufrido las consecuencias del bloqueo–, caminó por sus calles, dialogó con su
gente, sonrió; pero no pidió perdón por los años de dolor que el país que
representa ha causado a nuestro pueblo. Obama se esconde tras sus artes de buen
orador y olvida los niños que murieron a causa de la guerra bacteriológica, las
vidas que se extinguieron con el avión de Barbados, los cuerpos agujereados de
Boca de Samá, las bombas en Playa Girón.
El mandatario, sonríe. Habla de paz, nos saluda y sonríe.
Dice que Estados Unidos y Cuba son hermanos con diferencias, pero con la misma
sangre. Y yo inevitablemente recuerdo la historia de Caín y Abel.
Habla sobre el valor de la familia y cómo miraremos desde el
“futuro de amistad” al pasado de aislamiento, y sonríe como si olvidara las
familias separadas por el conflicto, los hermanos que tiñeron de sangre el
océano siendo víctimas de políticas norteamericanas que fomentan la emigración
ilegal desde esta Isla.
“Estados Unidos se funda en los derechos del individuo”,
refiere el mandatario aludiendo a los derechos universales. ¿Democracia,
libertad de expresión, elecciones libres? Y pone como ejemplo su historia, con
una madre soltera, proveniente de una familia de escasos recursos y aun así
llegó a la Presidencia. “Es una prueba de la libertad de mi país”, se
vanagloria. Sonríe.
¿Cuál libertad es de la que habla, a qué derechos se refería
Barack Obama como ejemplo? ¿A los de 46 millones de personas que están por
debajo de la línea de la pobreza, o los más de 500 mil que viven en las calles
de ciudades como Nueva York o California (de los cuáles 140 mil son
adolescentes); o la libertad de expresión de los Occupy Wall Street que fueron
víctimas de la brutalidad policial, los desalojos y las detenciones?
“Nadie puede negar el servicio que miles de médicos cubanos
han llevado a los pobres, a los que sufren” reconoce el presidente, al tiempo
que propone estrechar la colaboración médica con Cuba. Sin embargo, a Obama
parece habérsele olvidado que su país promueve un programa exclusivo de visado
para los galenos cubanos que abandonen las misiones de cooperación en terceros
países.
Obama sonríe y dice que no quiere imponer cambios en Cuba,
pero no cesa de querer vendernos su “modelo”, mientras destina 20 millones de
dólares para la subversión y los programas de cambio de régimen. Aboga por el
derecho de los cubanos a un sindicato, pero se olvida que alrededor del 80 por
ciento de los trabajadores de Estados Unidos no tiene derecho a sindicalizarse.
Y si se manifestaran al respecto perderían incluso sus empleos.
Entonces me detengo a pensar en ese Obama sonriente,
despreocupado, desenfadado que ha visitado Cuba, y quiere “mejorar” la vida de
los cubanos. Que nos pone frente al modelo estadounidense y esgrime
comparaciones. Que habla de libertad, derechos humanos, valores del individuo y
ha hecho silencio total ante el reclamo de devolución de la Base Naval en
Guantánamo, un terreno que su país ocupa ilegalmente y donde, por demás, sus
soldados torturan y coartan las libertades de cientos de personas.
Obama, al igual que yo, creció bajo el Bloqueo. Pero a mí no
se me olvida la historia, no le doy la espalda. Solo quien no ha vivido en
carne propia las consecuencias de esa política hostil, puede sonreír
despreocupado.
Vuelva a Cuba en el futuro Presidente; ya como ciudadano
estadounidense, y ojalá como turista, y a una Cuba sin bloqueo. Verá de lo que
hemos sido capaces los cubanos, sin renunciar a nuestra historia.
Nota:
* Daylén
Vega Muguercia es periodista cubana,
fotógrafa y videasta. Trabaja en el sitio Videos
CubaHoy y colabora con, entre otros sitios digitales, Cubadebate. De esta publicación digital hemos tomado el artículo
para replicarlo en ¡Ansina es!… Su dirección
en Twitter: @DailenVega
Véase publicación original
en: http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/03/23/la-sonrisa-de-obama/#.VvLsU0eUTIU
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