Como en las leucocitosis –proliferación fuera de control en
la sangre de los llamados glóbulos blancos que en situaciones normales mueven a
través del organismo las defensas contra infecciones, pero que por un trastrocamiento
patológico se convierten en enemigos de la propia vida–, son igualmente
sumamente dañinas para la vida social las que para el caso llamamos “leuco(sis)”:
es decir, una proliferación de ideas y pensamiento trastrocados generada por
agitadores como Alfredo Leuco y otros, quien, el referido, ahora, rematando su
propuesta con un “Felices pascuas”, declara en su columna del diario Clarín del 26 de marzo que «Se necesitan
con urgencia líderes y referentes honrados y de prestigio social para conformar
nuevas entidades de derechos humanos para los nuevos tiempos de la Argentina»1.
No es broma lo de Leuco ni lo nuestro. En el trance
de reflexiones imprescindibles es esencial no perder el buen humor y la ironía,
ejercicios preventivos para una sana y efectiva prevención y profilaxis. En el
lugar de la madre Bonafini o encabezando a Línea Fundadora el cordobés
Lewkowicz quiere, quizá, a Elisa Carrió; en el de la abuela Carlotto a
Magdalena Ruiz Guiñazú (“no olviden las bufandas, chicos, que se vienen las
mañanas fresquitas”); y en el de Verbitsky puede que quiera verse a sí mismo.
La recordada Dña. Rosa de Neustad, que en muchos imaginarios subsiste, con
seguridad que días pasados y con subido rubor se sintió alzando un muslo en
tanguero roce con Mr. Barack.
Tales alucinaciones, síntoma generalizado en la leuco[sis],
son resultado de profundas laceraciones en los transmisores neurológicos
producidas por la exposición sin prevención ante la sistemática difusión de
mentiras. Afectan, las alucinaciones, tanto a los “infectados” adrede como a
quienes pergeñan y manipulan los “vectores” de la infección (al final ellos
mismos creen creer en sus propios embustes y caen en suicidios por sí mismos o
no –lo que no es igual pero sí parecido cuando ocurre por “mano amiga”–, como en
los casos de Joseph Goebbels y tantos otros mitómanos, ocurridos y por ocurrir,
no importa la confesión religiosa de pertenencia o si hasta ese momento crucial
hayan sido bonvivant o no.
Este Goebbels, doctor en Filosofía por la Universidad de
Heidelberg en 1921, denodado defensor de derechos de solamente una reducida
parte de la humanidad y ministro para la Instrucción Pública y la Propaganda
del nazismo entre 1933 y 1945, aplicó aquello de que “una mentira repetida
adecuadamente mil veces se convierte en verdad” (hasta que muy pronto se
descubrió que no), definición que tanto se dice fue inicialmente de Maquiavello
como de Voltaire, y que dada su precisión habrá sido antes que de cualquiera de
ellos dos o cuatro –incluyendo al filósofo Goebbels y al dicharachero
Lewkowicz–, formulada como denuncia contra sus victimarios por millones de
víctimas comunes y sabias.
Ducho en los últimos tiempos y por esas cosas de la edad en
un reducido pero expresivo vocabulario de las ciencias médicas, puedo decir
ahora que una profilaxis segura para evitar la leuco(sis) es hacer lo que ya
hace tiempo Joaquín Lavado puso en boca de su Mafalda, quien más o menos con
estas palabras sigue repitiéndoselo a su amigo Felipe: “Hay que leer, leer
mucho –bien y bueno, agregaríamos nosotros– para que no nos engañen”.
Multiplicar las
movilizaciones
A ver, ayudémonos, cuántos marchamos el 24 de marzo reciente
en Orán, Salta, cuántos en Oberá, Misiones, en Mercedes, San Luis. Cuántos en
otra Mercedes, de Buenos Aires, en Mendoza, en Cipolletti, Río Negro, Tierra
del Fuego o en Colón, Entre Ríos, en Chubut, Formosa y Chaco. Cuántos en Santa
Cruz, en San Juan, Catamarca y Tucumán, cuántos en Santiago del Estero, en
Córdoba, Corrientes y en La Pampa… Cuántos en Rosario, Santa Fe, Zárate, Bahía
Blanca. Cuántos de cabo a rabo y de mano a mano abiertos los brazos del país,
en cada capital y cada pueblo. ¿Cuántos marchamos en cada rincón y en total si
sólo hacia Plaza de Mayo convergimos medio millón?
Fue un susto, sin duda. No susto para nosotros que marchamos
con memoria, con enojo y con alegría. Marchamos desplegando el abanico de
colores de la wipala, y dimos miedo. Por eso la estupidez del reclamo de
cambiar el calendario, de ponerlo del revés, de diciembre hacia enero, volviendo
atrás para reponer en el pedestal de honor a las de dudosa moral damas de la
caridad.
Cristina, Máximo, Kicillof, Taiana, Rossi, González y tantos
otros lo están viendo. Lo ve el Papa, es vox
populi (vox Dei, piensa Bergoglio):
fuimos todos, volvimos, nos sumamos, fuimos solos y fuimos juntos, de a dos o
de a cuarenta mil, caminando, en ómnibus y trenes, “Unidos y organizados”
juntos más un montón de unidos y organizados sueltos. No está solo el
kirchnerismo, ni solo ni solamente, somos más. Eso da miedo. Seamos muchos más
desde ahora, cada vez más. Incluso mas, muchos más desde el confín sureño hasta
el mexicano río Bravo. Amén…
—
Anexo I:
Nazismo —
El nazismo es una deformación tortuosa de un nacionalismo no
internacionalista, valga el juego de palabras que indica una cuestión
intrínseca y dialéctica. En pocas palabras, aquél no es otra cosa en cada época
que la deriva del capitalismo en crisis. En la actualidad es nazista la
dictadura del capitalismo concentrado dirigido por sus “gestores”, sus
administradores, sus CEO, y que coloniza al mundo contemporáneo instalando
“súper jefes”, “virreyes”, amigos y enemigos.
—
Anexo II:
Artilugios —
Los artilugios nazis de Goebbels se han generalizado como
método de instalación de consensos. Juan Manuel Grijalvo, español vecino de las
islas Baleares, para más precisión en Ibiza, y de quien buceando media hora en
las procelosas rías del ciberespacio no he encontrado referencias muy concretas
más allá de que es un nadador empedernido en ellas, ha coleccionado frases de
Goebbels2 que con habilidad para el embuste otro filósofo,
Durán Barba, ha dictado eficazmente en el oído de su circunstancial amigo y
virrey. Siendo de esta manera las cosas es necesario conocer esas frases, reunidas
así:
Principio de la simplificación
y del enemigo único:
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de
contagio:
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la
transposición:
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Principio de la
exageración y desfiguración:
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la
vulgarización:
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de la
orquestación:
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”.
Principio de la
renovación:
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la
verosimilitud:
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
Principio del acallamiento:
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la
transfusión:
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la
unanimidad:
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.
Notas:
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