En Calcuta una obra vial en construcción se desmoronó sobre
una autopista ciudadana y ocasionó la muerte de más de veinte personas y
heridas a ochenta, de las cuales más de diez continúan hospitalizadas. El dolor y los
daños materiales son ingentes, como se aprecia en la fotografía.
La empresa constructora se llama IVRCL y uno de sus
responsables es K. Panduranga Rao, quien manifestó a periodistas que lo
consultaban sobre la catástrofe que «no fue otra cosa que un acto de Dios»,
según consignó la agencia de noticias EFE.1
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Pontificia
Universidad Católica de Argentina, una alta casa de estudios en la que
especialmente se entiende de cuestiones de la filosofía y la religión, ha
venido en lo terrenal analizando el desarrollo de los niveles de pobreza e
indigencia en nuestro país, y advirtió durante la presidencia de Cristina
Fernández de Kirchner, en 2014, que «a pesar de la bonanza económica de diez
años […] se han cristalizado situaciones de marginalidad laboral, pobreza
estructural y desigualdad social en el país»2.
Esos análisis de situación social fueron profusamente
divulgados por los medios de prensa como La
Nación y Clarín entre muchos
otros, y tomados como ejes del discurso de la coalición que se propuso como
mejor opción de gobierno para “el cambio” y la “revolución de la alegría” con “pobreza
cero”, según la inventiva del consultor de imagen y asesor político Jaime
Rolando Durán Barba.
Ahora, ya en abril de 2016, el sociólogo Agustín Salvia,
director del referido Observatorio, manifestó: «Teníamos pensado dedicarnos a
la presentación de un informe sobre pobreza y desigualdad de 2010 a 2015, [pero]
nos vimos obligados a abordar la situación actual». Salvia precisó que desde la
asunción del nuevo Gobierno en diciembre de 2015 hasta ahora hay en Argentina
casi un millón y medio más de pobres, y un tercio de millón más de personas en
situación de indigencia.3
El titular del Observatorio dependiente de la Universidad Católica
también expresó que los guarismos «no toman en cuenta las pérdidas de empleo
ocurridas en el marco de una economía inflacionaria y afectada por ajustes
macroeconómicos, ni los recientes anuncios de incrementos en materia de
transporte y servicios domiciliarios».
La información dada por el organismo de la Universidad
indica que en el primer trimestre del actual año 2016 la tasa de pobreza
aumentó cinco por ciento llegando a 34,5 % de la población total del país,
trece millones de personas, y que quienes sufren situaciones de indigencia
llegan en la actualidad a 2,3 millones como consecuencia, refiere el diario Página/12 que expresó el sociólogo
Salvia, «de la inflación y otros factores de las políticas sociales del
gobierno»4.
Entre los «recientes anuncios de incrementos» a los que se
refiriera Agustín Salvia está el de los combustibles líquidos con lo que se
mueve el transporte, los que han llegado a valores, en el caso de las naftas o
gasolinas, equivalentes a un dólar estadounidense: quince pesos argentinos. Si
en el país que emite los dólares el precio de un litro de ese combustible se
sitúa en sesenta centavos de tal unidad monetaria (nueve pesos argentinos), es
evidente que la pobreza rioplatense subvenciona el despilfarro armamentista y
guerrero de la patria de Obama.
Los de India y Argentina, no hace falta consultar a la
Universidad Católica sobre el tópico para rotundamente afirmarlo, no son “actos
de Dios”. Son actos de personas concretas, reales, inmorales sin duda, que
especulan, mienten, son incompetentes, codiciosas, embusteras y sumamente dañinas.
Notas:
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