El crecimiento
interno de los países BRICS1 ha sido caracterizado por la concepción
clásica de la modernidad absorbida por la lógica del mercado, sin mucha
preocupación por las externalidades ambientales y sociales. La asociación BRICS busca
reformar el sistema financiero del FMI
En China, según
fuentes oficiales, 70 % de los lagos y ríos está contaminado. El Ministerio del
Medio Ambiente de este país ha publicado los resultados de un estudio sobre la
contaminación urbana en 74 ciudades: el promedio de las mediciones da una tasa
de concentración de partículas contaminantes siete veces más elevada que el
grado recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En enero de 2013
fue decretado el estado de alerta en Pekín por exceso de contaminación y miles
de niños fueron hospitalizados. El Ministerio del Interior de China ha señalado
un aumento de 80 % en treinta años de los “pueblos del cáncer” en las
periferias de las ciudades industriales, cuyo número en 2012 era ya de 459.
Según la Lancet Medical Review, de 3,2 millones de muertes prematuras debidas
a la contaminación del agua en el año 2010, 1,2 millones de fallecidos fueron
chinos. Según la misma fuente, en India, el número de víctimas por la misma
causa fue de 620 mil.
En nación país, Brasil
es el principal depredador de la selva amazónica, conjuntamente con los otros
países que poseen una parte de su superficie. El nuevo código forestal
promulgado por Dilma Rousseff favorece los intereses de “la agricultura moderna”,
es decir, principalmente los monocultivos. Al noroeste la explotación petrolera
en Colombia, Ecuador y Perú continúa provocando los desastres naturales que ya
se conocen. El proyecto ecuatoriano de no explotar las reservas petroleras del
Parque Nacional Yasuní ha sido abandonado.
La explotación
minera penetra en el sudoeste del territorio brasileño gracias a las centenas
de miles de hectáreas concesionadas. Al sur, la extensión del monocultivo de la
soya traza, a través del Matto Grosso del Sur, enormes zonas de deforestación.
Al centro, la explotación de maderas preciosas deja arrasadas regiones enteras
y la construcción de represas hidroeléctricas inunda centenas de miles de
hectáreas en territorios de ancestrales poblaciones indígenas. Las rutas
destinadas al transporte de productos atraviesan el bosque y se multiplican,
como la del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) en Bolivia. En resumen, cada país
tiene “buenas razones” para explotar una parte del bosque en favor de su
desarrollo. El resultado de ello, anunciado por la FAO en marzo de 2013, es que
transcurridos cuarenta años más ya no existirá la selva amazónica, y en su
lugar habrá solamente una dilatada llanura salpicada de algunos bosques.
En resumen, como
escribe Vandana Shiva2, «la obsesión por el crecimiento ha eclipsado
la preocupación por la sustentabilidad, la justicia y la dignidad humana». Hay
que constatar que el carácter “sacrificial” del desarrollo económico típico de
la lógica de acumulación del capital preside siempre el fulgor de los BRICS y
de los países del Sur.
También es
importante estudiar el tipo de relaciones centro-periferia. Sin duda que serias
diferencias existen en las relaciones entre los Estados del norte y del sur,
pero cuando se trata de lo privado –las multinacionales originarias del sur,
como Arcelor-Mittal y Tata, ambas de India; Vale, Imbef y Odebrecht, de Brasil;
Angloamerican, de África del Sur; Claro, de México, etc. – nos encontramos con
la misma lógica. Ciertas empresas estatales (Petrobras) actúan de manera
similar: maximizar las ganancias aprovechando las ventajas comparativas. Aún
ciertos Estados que forman parte del conglomerado BRICS reproducen pura y
simplemente el modelo de las relaciones norte-sur.
Así, la
concentración de tierra en África responde a las necesidades de países que no
tienen tierra suficiente para desarrollar sus actividades productivas agrarias.
Es el caso de los países del Golfo. Pero debemos también incluir a China e
India. Este último país se ha asegurado el control en Etiopía –en una geografía
en la que se enclava la más antigua reserva arqueológica para el estudio del
desarrollo del homo sapiens–, de seiscientas mil hectáreas para proyectos
agroindustriales, y ha invertido 640 millones de dólares para el monocultivo de
la caña de azúcar. El conjunto de estas políticas exige en Etiopía la
relocalización de un millón y medio millones de campesinos, y podríamos citar
otros numerosos ejemplos en Tanzania, Benín o Camerún.
Brasil concluyó en
2010 un acuerdo con Mozambique y la Unión Europea para el desarrollo de casi
cinco millones de hectáreas de caña de azúcar destinadas a la producción de
etanol para alimentar Europa. En efecto, este continente no dispone de tierras
suficientes para satisfacer su plan de llegar a emplear 20 % de energía “verde”
en el año 2020. Los capitales son proporcionados por Europa y la tecnología por
Brasil, mientras que los costos ecológicos y sociales están a cargo de
Mozambique. Miles de campesinos deberán abandonar sus tierras para incorporarse
a ciudades que ya están superpobladas.
En el centro del
continente africano, en la República Democrática del Congo, el contrato de explotación
minera firmado con China, prevé que el gobierno de Kinshasa garantice la
ausencia de huelgas, lo que contradice un derecho de los trabajadores.
En conclusión, aún
si las consideraciones sociales y de solidaridad son introducidas en el
desarrollo de los países del sur y en las relaciones Sur-Sur, la lógica del
crecimiento continúa siendo la misma. Jayati Gosh3 no duda en
concluir: «Muchos acuerdos comerciales y de inversión Sur-Sur (y sus
consecuencias) se parecen, desgraciadamente, a aquellos del Norte-Sur, no
solamente para la protección de la inversión, sino también para la garantía de
los derechos de propiedad intelectual».
Todo esto
contribuye a reforzar el carácter destructor del modelo dominante en un momento
en que numerosas instancias, notablemente internacionales, alertan a los
gobiernos y a la opinión pública sobre la exigencia de un cambio radical de
perspectiva, so pena de constatar que los ecosistemas se deterioren sin remedio
y al precio de un considerablemente enorme costo humano. Entonces es necesario
proponer la pregunta acerca de un necesario cambio de matriz de desarrollo
humano y la definición, al respecto, de un nuevo paradigma.
Notas:
Notas:
* François Houtart (1925), sacerdote
católico y sociólogo marxista belga fundador del Centro Tricontinental que
funciona en la Universidad Católica de Lovaina, y de la revista Alternatives Sud. Es una figura
reconocida del movimiento llamado altermundista, que brega por otro “mundo
posible”. Este artículo fue originalmente publicado por teleSUR bajo la siguiente dirección: http://www.telesurtv.net/bloggers/Los-BRICS-un-proyecto-anti-hegemonico-pero-no-anti-capitalista--20160416-0001.html.
Para su presente reproducción se adecuó la
sintaxis al estilo editorial del blog y se agregaron notas al pie. G.E.
1La sigla o acrónimo BRICS
alude a la asociación económico-comercial de los países con las llamadas cinco economías
nacionales emergentes más importantes del mundo: Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica.
2 Vandana Shiva (1952), filósofa y escritora india activista en
favor de la biodiversidad y la bioética, de la relación entre derechos sociales
y la naturaleza, y el eco-feminismo. Recibió el Premio Nobel Alternativo en
1993.
3 Jayati Ghosh (1955),
economista de izquierda india, profesora en el Centro de Estudios Económicos y
Planificación de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad Jawaharlal
Nehru, Nueva Delhi), especializada en globalización, finanzas internacionales, pautas de empleo
en los países en vías de desarrollo, política macroeconómica y cuestiones
relacionadas con el género y el desarrollo.
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