(Comentarios sobre cuestiones en estudio. G.E.)
En el tránsito de 1981 a 1982, Richard Vincent Allen, consejero
de seguridad nacional de Ronald Reagan, elogió a Fortunato Galtieri llamándolo
“majestuoso general”. El lisonjeado, desde 1976, cuando el virrey entronado fue
Rafael Videla, puso en práctica obedientemente las enseñanzas recibidas en la
entonces famosa Escuela de las Américas todavía en Panamá: dirigió y participó
en torturas, asesinatos y desapariciones de jóvenes demócratas y
revolucionarios, y cuando fue designado comandante en jefe del Ejército, según
refiere el académico estadounidense y especialista en temas latinoamericanos
Riordan Roett, envió asesores militares a Honduras y El Salvador. Muy probablemente
Galtieri tuvo también vinculación estrecha con el adiestramiento de los
“contras” que golpearon a la Revolución Sandinista y al pueblo en Nicaragua.
Ayer, 21 de abril de 2016, se informó que el ahora muy
oportunamente distinguido en los United States of North America ha sido
Mauricio Macri, incluido en la “Time 100”, lista de cien personas a las que una
encuesta entre otros “notables pares” considera “las más influyentes del mundo”.
El ranking es organizado y difundido por la revista estadounidense homónima, la
que designó para encomiar la personalidad del virrey rioplatense nada menos que
a Paul Singer, jefe máximo de la Elliott Management, “buitre” mayor que anida
en Nueva York.
Singer, destaca Página/12,
en su nota laudatoria «criticó a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y
se dedicó a alabar a Macri. “Es el campeón de las reformas económicas”, afirmó
y destacó que […] “tomó medidas para terminar con el exilio económico al que
fue sometido el país en los últimos 15 años, desde la crisis de 2001”».
Dios los cría y Sam
los junta, los unta, usa y luego destierra del paraíso
En Brasil “dipupastores electroevangélicos” hacen campaña
golpista mafiosa arengando a sus fieles contra Dilma Rousseff con imbecilidades
como que la educación sexual en las escuelas públicas perturba a las y los
jóvenes, y que «hay que evitar que los niños quieran cambiar de sexo». Todo
parecido con la campaña de 2014 y 2015 contra “la yegua” argentina no es
casualidad. Eduardo Cunha vociferó en el parlamento, «Que Dios tenga
misericordia de esta nación», mientras, quizá, jugaba con el llavero de “su
Porsche” de cien mil dólares registrado a nombre de su empresa “Jesus.com”.
Hacen ahora treinta y pico de años del piropo imperial al “majestuoso”
general alcohólico. Por entonces, en septiembre de 1980, se realizó en Buenos
Aires el Cuarto Congreso de la Confederación Anticomunista Latinoamericana, en
el que participaron representantes de la derecha latinoamericana de la que sus
hijos se empeñan nuevamente, ahora para erradicar los “populismos”. El
presidente de aquel Congreso fue el propio comandante del 1er. Cuerpo del
Ejército Argentino “dueño” de casa, Carlos Guillermo Suárez Mason, quien en
acuerdo con Galtieri extendía hacia América Central el teatro de guerra “contra
el comunismo” que el Operativo Cóndor había desplegado en Chile, Uruguay y
Argentina.
No pocos analistas y comentaristas de la política han creído
y todavía creen que apenas un año antes de desatarse la Guerra de Malvinas
Galtieri había engañado a los gobernantes en Washington, hijos ellos en conflicto
pero hijos al fin de “su” graciosa majestad británica. La opinión generalizada
es todavía que la Dictadura argentina, que tres días antes del 2 de abril de
1982 había reprimido una manifestación obrera que reclamaba por “Paz, pan y trabajo”,
desató la “recuperación” de las Malvinas para legitimarse ante el pueblo y la
historia.
El fifty fifty de
nuestras complejas sociedades del sur latinoamericano ya estaba vigente. La marcha
de protesta obrera fue el 30 de marzo multitudinaria, como también fue multitudinaria
la participación en Plaza de Mayo vitoreando al majestuoso general patriota que recuperaba a nuestra “hermanita
perdida”.
Sostenemos nosotros que no hubo contradicción entre el
último genocidio argentino del siglo XX, el auxilio a EE.UU. en su campaña
contra la sublevación democrática centroamericana y la confrontación bélica con
Inglaterra para posicionarse la Dictadura Cívico Militar como mejor aliado “anticomunista”
en disputa con la Sudáfrica del Apartheid, en la formación de la Alianza del
Atlántico Sur. ¡Qué mejor base estratégica para esa entente que las islas del
extremo sur continental!
Eso fue una locura, no fue inteligente, se me puede
argumentar. Sí, no lo niego. No es inteligente pretender detener la historia
tanto a cañonazos y fusilamientos, entonces, como ahora con especulativos
negocios financieros. ¿Cuándo se terminarían de devolver los empréstitos de
ahora, dentro de treinta o cincuenta años? ¿Quién los va a pagar y quién
cobrar? ¿Prat Gay y Singer? ¿Cómo y dónde? Lo de ahora también es una locura,
no es políticamente inteligente, es solamente un torpe negocio sucio de esta
gran pandilla que recibe “comisiones”.
A Galtieri en 1990 un ícono de la historia del capitalismo
contemporáneo latinoamericano, Carlos Saúl Menem lo llamó nuevamente a comulgar:
le perdonó sus pecados y el encarcelamiento. Habían servido, ambos, Galtieri
antes y luego Menem, al imperio y la “patria financiera”. Pero el país de la
línea Ronald Reagan - Barack Obama, según la ocasión tanto encumbra como
lapida: y a los subalternos de armas llevar de aquel proceso cívico, financiero
y eclesiástico iniciado en 1976 o del puramente “político” de inicios de 1990,
antes encomiados y usados suficientemente luego los abandonó y señaló con su
largo dedo e indignado gesto.
No aplaudan, no
aplaudan, dejen de aplaudir…
El infeliz turno de ser designados majestuosas e influyentes
personas, champions of economic reform
ahora les ha llegado al virrey rioplatense y su tan torpe como inmoral corte.
Más pronto que tarde a estos también les llegará el destierro y abandono:
cuándo, solamente depende no de aquellos “pretendidos dueños del tiempo” sino
de nosotros mismos, incluidos no pocos que los aplaudieron y que avergonzados
ahora se esconden todavía arguyendo que, ellos, “no lo votaron”.
Nunca más se aplauda como se lo hizo con Videla disfrazado
de rector nacional, con Galtieri de patriota, con Menem de puritano pícaro y no
defraudador y con virreyes y cortesanos que a sí mismos se han creído y creen
inteligentes, alegres e infalibles…
Estos de ahora indignan y hay que castigarlos… y dan pena,
casi vergüenza ajena. ¡Hay que acabar con el fifty fifty!
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