Monjas y un viejo cura de una escuela para niñas cercana al
barrio de Chacarita (De las chacritas) en la Buenos Aires de la
primera década del siglo XX, a la que mi madre concurrió un breve tiempo, sostenían
que “los escaparates son tentaciones del demonio, y por eso no hay que
mirarlos”.
Las hermanas del clérigo y él mismo, tan puristas al parecer
que una valla infranqueable con mucha probabilidad impidiera entre ellos
prácticas a espaldas de su dios, si alguna de las niñas sonreía “maliciosa”
ante tales advertencias la enviaban a enjugar sus lágrimas en soledad en un
lúgubre y apestoso sótano sin más luz que la que se filtraba por las rejillas
metálicas de ventilación.
Que los entonces finiseculares escaparates de tiendas y
bazares luego devenidos por los años 1950 en “galerías comerciales” y ahora en shoppings –tal cual “desde siempre” las
empresas financieras y los bancos–, fueran tentáculos ideológicos que
aprisionan a sus creyentes sean sólo seglares u ordenados del clero ya lo había
enunciado algunas décadas antes un ateo confeso: Carlitos Marx.
Es sabido que por el año 2010 el franco italiano Hervé
Falciani –ingeniero informático al que luego emuló Edward Snowden en el noble
oficio de hacer denuncia pública de chanchullos mayúsculos–, descubrió y dio aviso
de que más de cien mil clientes del banco británico HSBC evadían obligaciones
tributarias en sus respectivos países de residencia, siendo facilitado ese
gravísimo delito social por la empresa bancaria de marras.
El Gobierno de Argentina ya en el año 2014, recibida
oficialmente la información que le enviara su homólogo de Francia, y a través
de la
Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) denunció
judicialmente a unos cuatro mil evasores-titulares de cuentas en el HSBC, y al
banco mismo. Se estima que la defraudación al fisco argentino es del orden, por
lo bajo, de tres mil millones de dólares (3.000.000.000), y, de los evasores,
solamente 10 % no pudo todavía ser identificado.1
“¡Qué mal está
Argentina!”, dijo una uruguaya de Montevideo vecina de Carrasco sur
Hoy, 9 de febrero de 2015, la publicación montevideana La Diaria2 da a conocer que
en Uruguay 770 clientes del HSBC, y con la misma metodología de “asesoramiento,
ocultación y fuga” facilitados por el banco, habrían evadido las contribuciones
al fisco uruguayo que corresponden a dos mil setecientos millones de la
“divisa” estadounidense (2.700.000.000). Entre los evasores está un estandarte
viviente del patriotismo oriental: Diego Forlán, cliente del HSBC desde 2006.
Refiere La Diaria que «El Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación indica en un aparte dedicado a
Forlán que el jugador fue consultado en “repetidas ocasiones” sobre este tema y
no quiso hacer declaraciones». La organización periodística aludida, el ICIJ,
por sus siglas en inglés, con sede en Washington, ordenó por países toda la
información obtenida por Hervé Falciani, quien tras difundir los datos del HSBC
sufrió persecuciones como las de Snowden y Julian Assange.
Mientras que no hace dos meses atrás la pretendida “prensa
seria” promovía entre los uruguayos la ilusión de no tener pertenencia ni
identidad “latinoamericana”, y análisis maliciosamente tergiversados de los
problemas argentinos, ardides a los que nos referimos en anteriores entradas de
este blog (“Nunca fuimos
latinoamericanos…” y “Prensa clasista y depredadora”)3, ahora
La Diaria afirma que «el país es el
duodécimo sexto [26º] de todo el mundo que más dinero destinó a estos servicios
del HBSC». Por cantidad de habitantes el lugar de Uruguay en el ranking mundial
es el centésimo trigésimo sexto (136º). Ambos datos coincidirían con el
imaginario generado por aquella otra prensa: el país rioplatense oriental es, a
diferencia de sus vecinos del subcontinente, un país rico y evolucionado tal
cual los del llamado primer mundo. Una mentira y a la vez una verdad fragantes,
triste en el último caso, porque en realidad se trata de una nación cabalmente
latinoamericana, en la que sus mayorías populares viven las angustias,
vicisitudes, contradicciones y alegrías de la época histórica en una geografía
común.
Objetivamente Argentina no está peor que Uruguay. Si el país
del lado occidental del gran estuario, con una población que decuplica la del
país del lado oriental, ocupa el puesto duodécimo primero de todo el mundo
(21º) en el ranking de la evasión de tributos fiscales por vía del HSBC (tres
mil quinientos millones de dólares fugados, a razón de 81,40 por cada habitante),
mientras que la proporción en Uruguay indica que por cada poblador (por cada
uno de los 3.300.000) los evasores fugaron 900 dólares (2.700.000.000 de
dólares divididos por 3.300.000 habitantes) significa que proporcionalmente los
pobres de Uruguay han sido monumentalmente más esquilmados. Y si fuera que ese
dinero fugado no hubiera sido robado solamente a uruguayos sino también a
pobladores de países vecinos, triste sería ese delito atribuírselo por igual a
tantísimos paisanos honorables.
Más todavía, si setecientos setenta clientes uruguayos del
HSBC de entre tres millones de habitantes fugaron al exterior dinero para
evadir el pago de tributos –y en Argentina de entre cuarenta y tres millones lo
hicieron cuatro mil–, significa que de cada millón de habitantes en Argentina
hay 94 evasores y en Uruguay 233, o si se quiere por cada vecindario de apenas
diez mil pobladores en Argentina no se llega a un evasor y en Uruguay hay más
de dos. Duele, pero es así.
Uno de los países donde ha causado graves daños la operatoria
del HSBC es Venezuela, exponiendo ello el papel desestabilizador del “mundo de
los negocios” en los procesos populares. El The Hong-kong and
Shanghai Banking Corporation (HSBC) fue creado en 1865 para administrar las
enormes ganancias del tráfico con opio entre Asia y Europa noroccidental.
Notas:
1 Según publica la agencia Télam el 27.11.2014 (http://www.telam.com.ar/notas/201411/86869-echegaray-hsbc-evasion-fiscal-asociacion-ilicita-cuentas-bancarias-suiza.html):
« Según trascendidos, las empresas con cuentas en Suiza serían Cablevisión,
HSBC, Multicanal, Deustche Bank, Edesur, Loma Negra, Mastellone, Central
Puerto, Exolgan, Alhec Tours, Biomas, Bridas, Campo Alegre, Compañía de
Servicios Farmacéuticos, Cooperativa de Electricidad y Obras de Santa Rosa,
Indunor, Pampa Holding, Petroquímica Comodoro Rivadavia, Reinforced Plastic,
Valenciana Argentina y Zafra, entre otras firmas. En tanto, entre las personas
y entidades se encontrarían Amalia Amoedo, Saturnino Herrera Mitjans, Pablo
César Casey, Carlos Alberto Moltini, Adolfo Buratovich, Natalio Garber, Alfredo
Román, Ricardo Chiantore, Alfredo Romemmers, Roberto Busnelli, Christian Bassedas,
la Cámara Arbitral
de la Bolsa de Cereales, Adolfo Grobocopatel, Martín Silva Garretón, Raúl
Moneta, Juan Bielic, Sebastián Eskenazi y Víctor Savanti, entre otros».
3 http://gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2015/01/nunca-fuimos-latinoamericanos-hueca.html
y http://gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2015/02/prensa-clasista-y-depredadora.html
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