Difícilmente puedan encontrarse personas o instituciones de
reconocida probidad que pongan en tela de juicio la honestidad y entereza
conceptual e intelectual del abogado y periodista Horacio Verbitsky, presidente
del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS, una organización no gubernamental argentina con sede en Buenos
Aires, fundada en 1979 y orientada a la promoción y defensa de los derechos
humanos y el fortalecimiento del sistema democrático). Otra cosa es que, con
recíproca honradez, se lo considere un intelectual controvertido.
Horacio Verbitsky
nació apenas un mes después de mí, el 11 de febrero de 1942. Como yo, en el
inicio de nuestras adolescencias, también fue testigo del bombardeo y asesinato
de centenares de personas en la Plaza de Mayo. Por entonces, yo, desde la
azotea de una obra en construcción de apenas dos pisos en el barrio de Villa
Urquiza, lindera con mi domiciulio, pude ver a simple vista las evoluciones de
los aviones Catalina y Gloster Meteor sobre la Casa Rosada. Días
después, a la salida de la Escuela Industrial a la que asistía en Barracas,
uno de los barrios del sur porteño, con algunos compañeros fuimos a ver los
destrozos y las huellas de la muerte.
Los caminos de
Verbitsky no fueron exactamente los que yo transité, aunque es probable que a
fines de 1958, durante el gobierno de Arturo Frondizi, hayamos marchado juntos
más de una vez con las banderas de la Federación Metropolitana
de Estudiantes Secundarios en las jornadas de defensa de la educación pública y
no confesional a la que finalmente perdimos.
Vamos a reproducir
aquí dos separatas de una nota principal publicada por Verbitsky hoy, domingo
15 de febrero1 en Página/12:
“El cuento del cocodrilo” y “Gente de pericia”2. G.E.
El cuento del cocodrilo
Por Horacio
Verbitsky
Según
el matutino Clarín, el kirchnerismo levanta la bandera nacionalista para
“distraer la atención de lo que verdaderamente importa”. Su corresponsal en
Washington, Ana Baron, mencionó la audiencia del subcomité del Hemisferio Occidental,
de la que participó como “testigo invitada” Bonnie Glick, del Meridian
International Center. Según Glick “el liderazgo de Cristina Kirchner es tan
corrupto que ahora parece que, en complicidad con Irán, Kirchner puede estar
detrás del asesinato del fiscal Alberto Nisman”. Clarín comenta que esta vez
los fondos buitre “han permanecido en silencio. Creen que no es adecuado
explotar algo tan terrible como lo es la muerte de Nisman”.
No
lo parece. El presidente de Meridian es el republicano Carlos M. Gutierrez, ex
secretario en el gabinete del presidente George W. Bush y socio de la ex
secretaria de Estado demócrata Madeleine Albright en la consultora Albright
Stonebridge Group, contratada por Paul Singer para
extorsionar al gobierno argentino, según informó el 26 de agosto pasado la
columnista de finanzas del diario The New
York Post, Michelle Celarier. Agregó que Gutierrez viajó a la Argentina
“tratando de movilizar la oposición al gobierno”. El ministro de Economía Axel
Kicillof y CFK revelaron el contenido de esa gestión: Gutierrez amenazó al jefe
de Gabinete Jorge Capitanich con un ataque especulativo contra el peso hasta
forzar una nueva devaluación; ataques y denuncias mediáticos internacionales
para desgastar a Cristina; impedir el pago local de los vencimientos de la
deuda reestructurada y el acceso a cualquier financiamiento internacional. Esto
ayudaría a instalar el año próximo un gobierno favorable a un acuerdo con los
fondos buitre. Gutierrez también habría mencionado la contratación de periodistas
y dirigentes sindicales para que contribuyeran a esa estrategia.
Meridian
es una organización de enlace entre el Departamento de Estado y las mayores
corporaciones “para responder a los desafíos globales”. Sus sponsors son
Chevron, Coca Cola, Goldman Sachs y VISA. Otro de sus directivos es el abogado
de Nueva York Charles H. Camp, cuya especialidad es descubrir y recuperar
fondos ocultos para que sus clientes cobren deudas impagas de deudores
deshonestos. Para ello cuenta con “una red de ex agentes de Inteligencia” que
investigan cuentas bancarias, intereses comerciales de personas y países. “Una
vez localizados los activos, pueden ser congelados y recuperados mediante
ordenes judiciales.” Como Albright y Gutierrez, Bonnie Glick traspasó varias veces
la puerta giratoria entre el Estado y las mayores corporaciones. Si Gutierrez
fue presidente de la
alimentaria Kellogg’s y vicepresidente del banco Citi, Bonnie
Glick se encargó de las relaciones de IBM con sus clientes latinoamericanos. En
el Departamento de Estado tuvo destinos llamativos, en el equipo que defendió
en las Naciones Unidas la
Operación Tormenta en el Desierto y en las embajadas en
Etiopía al finalizar el gobierno comunista, y Nicaragua, luego de caída del
sandinismo. Es decir, es una experta en la delicada especialidad del cambio de
régimen. El episodio recuerda el cuento del médico cuyo paciente sueña que un
cocodrilo lo acecha debajo de su cama. Cuando falta a una consulta, el médico
se comunica con la familia. “Se lo comió un cocodrilo”, informa la madre.
Gente de pericia
Por Horacio Verbitsky
La
jueza Sandra Arroyo
Salgado designó como peritos de parte al “prestigioso médico forense” Osvaldo
Raffo y al “especialista en criminalística” Daniel Salcedo, según la
calificación al uso en la perezosa prensa local. No es seguro que sepa quiénes
son. Protegido del ex jefe de la Policía Bonaerense Pedro
Klodczik, Salcedo fue Superintendente de Policía Científica y Jefe de Policía y
uno de los negociadores del contrato con la empresa francesa Sagem Securité
para digitalizar los antecedentes personales, mediante el software y el
hardware Automated Fingerprints Identification System (AFIS). Al retirarse pasó
al otro lado del mostrador como representante del IAFIS Group, distribuidor de
Sagem en la
Argentina. Salcedo está asociado en el grupo Kustos de
seguridad con el vocal de la Asociación Empresaria (AEA) Teddy Karagozian.
Además de los negocios, es un hombre de convicciones ideológicas. Como
Superintendente de Policía Científica, entregó parte de la capacitación de sus
técnicos en criminalística y seguridad a la Fraternidad de Agrupaciones Santo
Tomás de Aquino (FASTA), una organización confesional conducida por Fray Aníbal
Fosbery, que colaboró con el gobierno militar de 1976 a 1983 y que hoy objeta
los juicios por los crímenes de entonces. El primer peritaje que no halló
rastros de pólvora ni de los materiales del fulminante en la mano del fiscal
fue realizado en la
sección Balística de la Policía Científica
bonaerense, cuya Superintendente es la Comisaria Mayor Liliana
A. Sivak, a quien Salcedo trajo desde Mar del Plata y con la que mantiene
estrecho contacto.
En
1981, el oficial principal Osvaldo Raffo le escribió al general Ramón Camps que
sintió “un problema de conciencia y de dignidad” cuando supo que Jacobo
Timerman3 denunció haber sido torturado. Él revisó a Timerman en la
jefatura de policía y “no presentaba signo alguno de violencia externa”. Su
tremenda descripción de Timerman es la de un hombre “de actitud humilde y
tímida”, quien “era tratado correctamente”. Sólo asustado a golpes, Timerman
podia parecer humilde y tímido.
El
19 de junio de 1984, ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Raffo
contó que además de revisarlo por orden del comisario Miguel Etchecolatz
también asistió a un interrogatorio a Timerman. De inmediato advirtió el riesgo
e intentó explicar que más que “un interrogatorio policial” le pareció “una
plática entre personas, una conversación” sobre “política, cuestiones sociales
y económicas”. En ese amable diálogo entre amigos que describe Raffo, a
Timerman se le ocurrió contar “que había recibido cincuenta millones de dólares
o cincuenta mil dólares, no puedo especificar, para la compra o venta de las
máquinas de su diario”. (Cincuenta mil o cincuenta millones, para comprar o
para vender. Ojalá su peritaje en el caso Nisman sea algo más preciso). Raffo
también dijo que “no se somete a tortura a los detenidos en la policía de la
Provincia de Buenos Aires” aunque casi todos alegan “haber sido objeto de malos
tratos por razones especulativas”; se trata del “autolesionismo que se hace el
delincuente o el pistolero”. En cambio dijo “haber visto cadáveres de personas
detenidas en cárceles del pueblo, por guerrilleros, que estaban torturadas a
golpes y con corriente eléctrica”. Ante una pregunta respondió que “no le puedo
dar nombres exactos”. porque “uno veía estas lesiones a las apuradas y no se
hacía todo un informe médico legal”. Se consignaban “como si fueran de
combate”. Una vez que “se tomaba conocimiento, se pasaba al jefe y todo se
olvidaba porque había otras cosas importantes que hacer”.
Cuando
la Cámara Federal
de la Capital realizó el juicio que el Consejo Supremo demoraba, uno de los
casos tratados en la causa 44/85 fue el de Jorge Rubinstein, abogado y apoderado
de David Graiver, quien murió de un ataque al corazón en la mesa de torturas.
Aunque el informe de la
Morgue Policial de La Plata decía que “no se han encontrado
violencias externas ni tampoco internas que planteen la presunta culpabilidad
de terceros”, los fiscales Julio Strasera y Luis Moreno Ocampo dijeron que tres
de los cinco médicos que efectuaron la autopsia ignoraban que Rubinstein se
encontraba detenido. Pero la Cámara desestimó la relación causal entre tortura
y muerte basándose sólo en el informe de la autopsia. En el
juicio del Circuito Camps que concluyó en diciembre de 2012, el Tribunal Oral
en lo Criminal Federal N1 consideró probado que una intensa sesión de tormentos
le provocó la muerte, a raíz de lo cual condenó a prisión perpetua al ex
ministro de gobierno James Smart que autorizó esas torturas. En su libro de
2014 La marca de la Infamia, la Madre de Plaza de Mayo de La Plata Adelina Alaye
revela la identidad de los médicos policiales que participaron en aquella
autopsia engañosa: uno de ellos era el Jefe del Cuerpo Médico de la Unidad Regional de
San Martín, Osvaldo Raffo. La autopsia sólo dice: “Insuficiencia cardíaca aguda
como consecuencia de su propia patología; que no se han encontrado violencias
externas ni tampoco internas que planteen culpabilidad de terceros”. En forma
insistente describe la cirugía de by pass que le habían realizado poco antes,
el esternón abierto por la operación y los alambres de acero de la sutura. “El
foco lo pusieron en el corazón enfermo. Once fotografías acompañan el informe,
y varias de ellas contienen la aclaración de que no se observan signos de
violencia externa”. Pero en el acta de la autopsia, el subcomisario instructor
Martín Berruezo hace constar que Rubinstein murió en el “local policial” donde estaba
“alojado”, de modo que los policías médicos sí sabían de antemano que ese
cadáver era de un detenido y de dónde provenía. Lo que no autopsiaron fueron
los genitales, las muñecas y los tobillos, donde hubiera podido comprobarse que
estuvo atado durante la
tortura. Al aceptar el cargo de perito de Arroyo Delgado,
Raffo dijo la semana pasada que “la autopsia es una continuación del examen del
lugar del hecho”. No actuó con la misma sabiduría en 1977.
Notas:
1
«“Los miércoles, catarsis” [por H. Verbitsky]. La marcha del miércoles 18 repetirá algunos episodios históricos de las
últimas siete décadas, representativos de un clivaje profundo de la sociedad
argentina, de ninguna manera exclusivo de estos tiempos. Que todas las fuerzas
de la oposición, política, económica, cultural, profesional, interna e
internacional se manifiesten en las calles con absoluta libertad es una forma
de sinceramiento de profundo valor catártico, un clímax del que habrá que
prever el descenso.», en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-266178-2015-02-15.html
3 Jacobo Timerman (1923-1999), padre del actual
ministro argentino de RR. EE. Héctor Timerman, fue periodista y en las décadas
de 1960 y 1970 fundó las revistas Primera
Plana y Confirmado y el diario de
Buenos Aires La Opinión. Durante las
dictaduras cívico militares iniciada una en 1966 derrocándose al presidente
Arturo U. Illia se clausuró Primera Plana, y la otra en marzo de 1976 fue
expropiado el diario y publicado con una línea editorial totalmente
contrapuesta a la
original. Jacobo Timerman fue encarcelado en 1977, y también
colaboradores suyos como los periodistas Enrique Jara y Enrique Raab, apareciendo
este último torturado y muerto. Timerman fue liberado en penoso estado en 1980,
partiendo al exilio.
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