Hay cosas insufribles. Los automovilistas sin idea del ancho
y largo del vehículo que conducen día y noche con sus reflectores de xenón
encandilando a medio mundo. Los gerentes fungiendo de gobernantes que se
exhiben como principiantes en el ejercicio de la honestidad. Las señoras de la middle class que desde un “alta gama” o
en “bus público” vociferan contra las jubilaciones concedidas a mujeres de más
de sesenta años que trabajaron cuarenta en el servicio doméstico sin que sus “patronas”
se dignaran a “blanquear” las relaciones de dependencia laboral, y tras cartón
aplauden a maridos, hijas, hijos, nueras, yernos y “líderes” que las embelesan
escondiendo dineros que luego felizmente (estos sí) “blanquean”.
Son insufribles el autoritarismo, el atropello, la
desfachatez, la negligencia, la supina estupidez de los brutales. También lo
son nuestros vecinos de país que no entienden nada y se ofenden, indignan y
enojan ante los que sí entienden en lugar de sencillamente pedir que se les
explique.
Como es insufrible, por último, para ser breve, que haya
Directoras Generales de Discurso que al oído soplen torpezas a sus jefes de
Estado, tal como mercenarios “correctores literarios” le pasan lija y barnizan
las tesis de los que después serán autores de nada, ministros, gerentes y jefes
de Estado, o directoras y directores generales de Discurso. Si la o el
aspirante a “doctor y otras pilchas” no sabe escribir sus tesis que el tribunal
académico se entere y sepa proceder. Si el “mandatario” no puede honestamente
hilar conceptos claros y precisos tampoco puede ser ungido mandatario. Punto.
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