La cuenca paranaense y sus afluentes primarios y secundarios, otros ríos
como el binacional que se comparte con la República Oriental del Uruguay y
algunos de su propio territorio como el Negro, afluente del Uruguay, el Santa
Lucía o el Solís y el gran estuario platense están en muy serio peligro. Debajo
está el acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del mundo.
Es decir, están en serio peligro las poblaciones ribereñas, las grandes
concentraciones ciudadanas, una porción de toda la humanidad y hasta la paz
entre los pueblos del sur.
La mediocridad intelectual y política de la infelizmente denominada
“clase dirigente” de nuestros países suramericanos están llevando a un límite
insostenible la contaminación ambiental producto del desenfreno en la
explotación y el negocio agropecuario. Este es el pronóstico cabal que nosotros
podemos hacer: si no paran por propia voluntad más pronto que tarde habrá que
terminantemente mandarlos parar.
La información sobre la situación comprometida de los cursos de agua,
lechos y riberas fluviales circuló una vez más esta mañana por medios
periodísticos radiofónicos y en papel o digitales a partir, ahora, de
manifestaciones de Damián Marino, biólogo del Centro de Investigaciones del Medio
Ambiente (CIMA) dependiente del Departamento de Química de la Facultad de
Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Recogió sus afirmaciones para Página|12 la estudiante de Comunicación
Social y pasante en ese diario, Paz Azcárate.
Marino, con un equipo de colegas becarios del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, durante el curso
de los años 2011 y 2012, recorrieron, observaron, recogieron información,
tomaron fotografías y muestras materiales –entre estas, del agua de ríos y
otros afluentes–, en el curso argentino del río Paraná y en el delta del mismo
que comparten las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires.
El tan extenso trabajo de observación y toma de muestras contó con la
colaboración de la Prefectura Naval Argentina, fuerza de seguridad estatal
nacional que durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner –como
también la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército–, compartieron sus recursos
técnicos y humanos para la investigación científica aplicada. Para el caso la
Prefectura, destacó el biólogo de la UNLP, facilitó tecnología, transporte y apoyo
logístico (alimentos, hospedaje en sus buques, comunicaciones, etc.).
Atardecer frente al río
Paraná
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Parana_atardecer.JPG
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El estudio realizado detectó altos niveles de presencia del herbicida glifosato
de la multinacional Monsanto –también propietaria de patentes de semillas híbridas
y resistentes al tóxico– en los tres mil quinientos quilómetros de extensión de
la cuenca del río Paraná desde la desembocadura del río Pilcomayo en el noreste
argentino hasta en la del Luján, en el delta bonaerense. Esa presencia se va
incrementando en la medida que el río fluye hacia el sur atravesando zonas de
intensa explotación agropecuaria, destacó Marino.
Un detalle importante que se probó con la investigación es que al
precipitar los componentes del herbicida se concentran en los lodos del fondo
fluvial y de los arroyos afluentes, más todavía aguas abajo, es decir en las
zonas más densamente pobladas, y que la biodegradación de sus componentes químicos
es sumamente lenta
La nota publicada por Página|12
1detalla que:
Según explicó el investigador, no existen
parámetros para determinar el nivel de gravedad de los valores encontrados. «Si
uno intenta comparar eso con niveles de referencia, para sedimentos no existe,
y para agua, todas estarían bien, es decir que encuadra con lo reportado por la
literatura nacional e internacional», dijo. Sin embargo –advirtió–, «si tenemos
en cuenta que se trata de un compuesto sintético, ningún valor debería
considerarse normal».
[…]
Por el momento, se desconoce el lapso que el
glifosato podría permanecer en el ambiente, aunque la referencia aportada por
la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos es que el glifosato está
considerado un contaminante “pseudopersistente”. «Esto significa que el
ambiente está recibiendo una cantidad superior de la que puede degradar»,
detalló Marino.
En la república vecina y hermana –“nacidas de la misma placenta” en el
decir popular de Pepe Mujica, hombre que con otras cuestiones a veces se hace
el zonzo– la situación por insuficientemente cuantificada no es menos grave.
Los ríos Negro, Santa Lucía y Solís y sus lagunas asociadas son el principal
recurso de agua dulce para la población uruguaya, y tienen altos grados de
contaminación y nitrificación por desechos urbanos e industriales sin
tratamiento previo a su volcado, y por la intensiva explotación agropecuaria de
la soja que se sustenta en el pulverizado de glifosato.
Un fiscal y un ambientalista uruguayos, Enrique Viana y Eduardo Gudynas,
más unas treinta organizaciones populares vienen planteando con distintos
recursos la preocupación por el deterioro del medio ambiente y el agua para
consumo humano. Ingresar quince años atrás a la República Oriental desde
Argentina cruzando los puentes sobre el río De los Pájaros, especialmente en
los atardeceres primaverales, era incorporarse a un paisaje de siembras
variadas y de crianza de ganado vacuno y ovino, con ñandúes en las praderas y
variados olores naturales como hasta el de los orines de los zorrinos. Eso,
ahora, no existe más. El “país natural” de otrora huele ahora con demasiada
frecuencia a huevo podrido en Fray Bentos. La inmensa pastera allí instalada,
ex Botnia y ahora UPM, siempre multinacional del norte con sede en Finlandia,
ya está en planes de abrir una planta aún más grande en las riberas interiores
del río Negro…
La investigación sobre la cuenca del Paraná, río que junto con un
complejo sistema de ríos menores y riachos derrama en el gran estuario Del
Plata, realizada por el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente dependiente
del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas de la
Universidad Nacional de La Plata, fue publicada por la revista especializada Enviromental Monitoring ad Assessment, y
es la primera de importancia similar realizada en esa cuenca. Vale resaltar,
destaca el trabajo realizado por Paz Azcárate, que «El año pasado, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que el herbicida [glifosato]
produce daño genético en humanos y lo categorizó como “probablemente cancerígeno”,
segundo en una escala de uno a cinco».
El biólogo Damián Marino resumió diciendo: «Desde el punto de vista
biológico, este trabajo nos muestra que la actividad productiva agropecuaria
está impactando en el ambiente, y los herbicidas que para ella se utilizan
dejaron de estar sólo en el campo para movilizarse hacia distintas zonas a
medida que entran en contacto con las cuencas hídricas». En la cuenca del
Plata, de la que el río Paraná forma parte, una importantísima parte de su población
ribereña, incluyendo a las ciudades de Montevideo y Buenos Aires y sus áreas de
influencia metropolitana, se alimenta directa o indirectamente con el producto
de la pesca artesanal… ¿Es o no es necesario mandar parar?
Nota:
1 “Las aguas bajan con glifosato”, Página|12, 22.7.2016, en http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-304892-2016-07-22.html
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