ALAI
AMLATINA, 1.7.2016
Las cuentas de
la economía en la Argentina no cierran, con caída de la producción y el
consumo; sin inversiones y un horizonte de devaluación recreada en estos días
con dólar en alza, lo que salva a especuladores y grandes productores y
exportadores, especialmente del agro. La mayoría de la población afectada y sin
horizonte de mejora en el corto plazo.
Ese es el
marco del ofrecimiento de Macri y su gobierno para atraer divisas a la
Argentina. Esta semana se tomó deuda externa, pese a la promesa de no tomar
nueva deuda, con el argumento de mejorar los plazos y términos financieros del
endeudamiento. Resulta preocupante el crecimiento de la deuda de la Nación y
las provincias, hipotecando a futuro los recursos fiscales.
La oferta de
la Argentina como territorio para inversores internacionales se renovó en estas
horas en la Cumbre de la Alianza del Pacífico, en Chile, donde Macri inauguró
el estatus de país “observador”, con toda la intención de integrarse a
corto plazo a ese club de la liberalización de los capitales, paso intermedio
para integrarse al Tratado Transpacífico (TPP). El TPP es un acuerdo que empuja
EEUU como forma de aislar a China, de crecientes relaciones con los países de
la región, y al mismo tiempo retomar la agenda del ALCA que fuera abortada en
2005.
Muchos se
interrogan sobre los beneficios y perjuicios de la integración de Argentina a
la Alianza del Pacífico. En ese sentido vale decir que todo proyecto de libre
comercio tiene como beneficiarios a los capitales más concentrados de la
economía mundial, y son los principales Estados del capitalismo mundial los que
empujan esa estrategia favorable a la libre circulación de los capitales
internacionales. No es solo comercio, sino principalmente inversiones y libre
movimiento de ingreso y egreso de los capitales. No puede pensarse en término
de beneficios para el país, sino para los capitales hegemónicos en el país, que
son principalmente extranjeros.
La política
exterior del gobierno Macri es favorable a la liberalización y por lo tanto
promueve un acercamiento a ese programa y por ello la participación en Chile
como país observador. El propósito es integrarse a la Alianza del Pacífico y al
TPP, como forma de retomar la agenda liberalizadora que hace 10 años sustentaba
el ALCA.
Se generan
interrogantes sobre la posibilidad de atraer inversiones desde los países de la
Alianza del Pacífico. Vale destacar que ese es el propósito y la imaginación de
Macri y su gobierno. Todas las señales de Macri, desde diciembre 2015 en que
asumió es abrir las puertas de la Argentina a los inversores externos. Por eso
estuvo en el Foro Económico Mundial en Davos, y recientemente en Colombia, para
un Foro Económico Mundial regional. Promovió la presencia en el país de
gobernantes de los principales países capitalistas, entre ellos de Obama,
Presidente de EEUU. En todos los foros ofreció facilidades para receptar
inversores y la verdad, con escaso éxito hasta ahora.
La razón es
principalmente la crisis mundial del capitalismo, que incluye al BREXIT, o sea,
la salida británica de la Unión Europea, y el mazazo que ello supone para la
globalización capitalista. No es una cuestión de derecha o de izquierda como
algunos pregonan, ya que hubo apoyos para ambas posiciones desde proyectos
antagónicos de izquierda o derecha. Como hemos sostenido, más allá de quien
pueda acumular políticamente la decisión mayoritaria en Gran Bretaña, la
realidad del sentido del voto supone un hartazgo a la subordinación a la
institucionalidad gobernante por la liberalización y sus políticas de
austeridad y ajuste.
No alcanza con
ofrecer al país, sino que tiene que haber decisión de inversores globales para
privilegiar el destino de sus inversiones. Además, Argentina está ofreciendo
rentabilidad elevada en materia financiera y sigue siendo, entonces, un destino
más para la especulación que para la inversión productiva.
Otra cuestión
es el Mercosur. Argentina no quiere ingresar sola a la Alianza del Pacífico o
al TPP, y hará todo lo posible por lograr que Brasil vaya en ese sentido,
especialmente bajo la gestión de Temer. Salvo Venezuela, tanto Uruguay (desde
la izquierda) como Paraguay (a la derecha) verían con agrado la incorporación a
mecanismos que favorezcan la inserción de la región en esa agenda por el libre
comercio. En definitiva es una cuestión política, y hay que pensar que el
propio Mercosur venía negociando un TLC con Europa, ahora afectada por la
salida británica, con lo cual, no debe pensarse en el Mercosur como una
institucionalidad cerrada a la liberalización. De hecho surgió en 1991 para ese
propósito de máxima del gran capital transnacional. La Argentina intentará
ingresar a la lógica de los TLC y pretenderá incluir a toda la región en esa
estrategia.
En rigor, no
solo importa lo que haga el gobierno de Argentina y de los países del Mercosur,
sino también que dicen los pueblos. No nos olvidemos que hacia el 2001 todo
parecía que el ALCA estaría funcionando hacia el 2005 y la lucha de los pueblos
lo impidió. Ahora también puede reiterarse la historia. No alcanza con la
voluntad de los gobiernos, ya que también existe la organización y lucha de los
pueblos, tal como reza la campaña popular: "Argentina mejor sin TLC".
1 de julio de
2016
Nota:
* Julio Gambina es profesor de Economía Política en la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la
Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
http://www.juliogambina,blogspot.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario