Constanza Moreira, socióloga, docente e investigadora universitaria uruguaya, alertó
en Montevideo sobre la aparición reciente de manifestaciones "delirantes" en la capital
uruguaya.1 No se han denunciado todavía el registro de casos similares en otras ciudades de ese país.
Se trataría de una patología que se propaga aceleradamente desde hace pocas
semanas, y podría también estar vinculada con la alta mortalidad producida en
Norteamérica dado el temporal de intenso frío y nieve.2
En Suramérica, pese a tener el subcontinente junto con el
Caribe un importante desarrollo y rigor científico en la investigación de este
tipo de manifestaciones pandémicas, todavía se guarda reserva al respecto.
Expertos argentinos manifestaron, exigiendo absoluto anonimato, que en su país
suramericano una imprudente filtración de información podría desencadenar la
ampliación de la ola de despidos esta vez en los ámbitos académicos y
científicos.
Trascendió, sin embargo, que una organización internacional
con la que los investigadores tienen vinculación, podría próximamente dar a
conocer medidas de prevención para contener la proliferación de casos. Para al
menos limitarla, por ahora, sólo se dependerá de las defensas que cada persona
pueda desarrollar apoyándose en sus propias condiciones generales de raciocinio
y vitalidad, cuando en su entorno se perciba la aparición del cuadro
sintomático.
Entre los investigadores habría acuerdo en cuanto a que la
proliferación de los cuadros de delirio estaría relacionada con carencias en la
población de riesgo de condiciones de salud intelectiva y ejercicio de la
racionalidad y creatividad en relación estrecha con valores éticos y estéticos
socializados.
Explicaron someramente estos expertos a los que se tuvo
acceso, insistiendo ellos en que por ahora no podían revelar sus identidades ni
ámbitos de investigación, que se trata de una patología que afecta al sistema
neuronal superior relacionado con el pensamiento abstracto y las conductas
éticas.
En un primer momento se llegó a sospechar en la posibilidad
de que algún vector, como en el caso de otras enfermedades que son transmitidas
por insectos dípteros hematófagos, fuera el responsable de la aparición de
casos autóctonos debido al flujo estacional de viajeros que pudieran haber
introducido la enfermedad, a la que de manera absolutamente informal por ahora se
la identifica como “Delirio de Colonia”.
El nombre se originó a partir, precisamente, del alerta
iniciado por la ya referida Constanza Moreira, cuando advirtió que se trataba
de una manifestación «delirante, copiada del macrismo». Recuérdese que a
principios del mes de enero en el Departamento de Colonia, en cercanías de la
desembocadura del río San Juan en el gran estuario platense, se encontraron el
presidente uruguayo y Mauricio Macri.
Notas que inevitablemente es necesario leer:
1 Según refiere la publicación montevideana La Diaria
en su edición del lunes 25 de enero (http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/1/a-los-tiros/),
el ministro de Defensa Nacional de la República Oriental del Uruguay habría
hecho trascender al diario también de Montevideo, aunque de capitales
vinculados a negocios originados en la provincia argentina de Santiago del
Estero, La República: «Uruguay va camino a incorporar a su legislación una ley
de derribo, similar a la que rige en otros países del continente, como Brasil o
Paraguay. La iniciativa autoriza a derribar aeronaves que impliquen una amenaza
real y establece un protocolo de actuación para esas circunstancias en las que
está en riesgo la seguridad». La Diaria recogió la opinión de la
socióloga Constanza Moreira, quien manifestó que se trata de una «propuesta delirante,
copiada del macrismo», «en referencia –explica La Diaria– a que el gobierno argentino emitió recientemente un
decreto que autoriza a las Fuerzas Armadas a utilizar “fuerza letal” contra
aviones que no respondan a las advertencias». Moreira, según el medio,
dijo también: «No pueden ni controlar armamento, ¿y quieren bajar aviones? […] Son
excusas para conseguir plata y armamento, nada más”. Pero, se publicó en el
mismo diario, el parlamentario Gonzalo Novales del Partido Nacional (Lacalle
Pou) defendió la posibilidad: “Es una cosa –argumentó– que se está aplicando en
muchos lados. Hoy el espacio aéreo uruguayo es tierra de nadie. Pero para tener
una ley de derribo tendríamos que tener también con qué derribar, porque hoy
los equipos de combate que tenemos son obsoletos, o sea que algo así
necesariamente tendría que ir de la mano de un incremento presupuestal. Hay que
analizarlo desde la perspectiva del derecho comparado, pero yo, en principio,
estaría de acuerdo con una ley de este tipo”, y no abundó en cuanto a que
podría incluso, quizá, resolverse con algún acuerdo con el Gobierno de EE. UU.
Llama la atención en las declaraciones del legislador Novales, y podría
tratarse, precisamente, de una expresión sintomática de la pandemia, su
afirmación de que «el espacio aéreo uruguayo es tierra de nadie».
2 Información periodística refiere que las muertes
producidas en EE. UU. en el marco de la reciente tormenta invernal se debieron
a los que generalmente se denominan accidentes de tránsito, quizá choques y
vuelcos con vehículos por maniobras no adecuadas para conducir sobre calzadas
con hielo, y también a la intoxicación con monóxido de carbono al permanecer
personas en los automóviles con el motor en marcha para calefaccionar el habitáculo mientras se atascaban con nieve los caños de escape de los gases de la combustión. No se dio noticia de
explosiones en estaciones de venta de combustible o gasolineras por el uso de smartphones para entretenerse o tomar
fotografías y compartirlas en las redes sociales, que sin duda podrían haberse
producido, o se produjeron.
¡Salud y buen humor, amigos lectores! Gervasio
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