La Diaria, el
diario montevideano mejor escrito, mejor planteado y que es hecho y conducido
por una cooperativa de trabajadores periodistas (no es un mass media), saltó al plano internacional, y lo hizo por encima de
Argentina. Aclaremos: La Diaria es un
medio de prensa uruguayo, y en Chile saltaron como leche hervida por las
deducciones en torno a las bombas que han venido estallando en Santiago hechas
durante una entrevista por el embajador del país con costa sobre el Pacífico, y
que ejerce en la sede diplomática de aquél cita en la margen oriental del gran
estuario Del Plata.
Disculpe, pare un momento de leer aquí, abra otra “pestaña”,
otra pantalla de navegador, y dispóngase a leer la entrevista al embajador
Eduardo Contreras que La Diaria de
Montevideo publicó el pasado miércoles 15 de octubre: http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/10/por-las-reformas/
¿Leyó? Abra otra pantalla más, la de Diario Financiero, de
Santiago de Chile, del jueves siguiente, 16 de octubre, un medio que no
pareciera según su nombre responder a las comunidades mapuche:
Y… como no hay dos sin tres, por último un nuevo
“pestañazo”: «Medio uruguayo sobre dichos de Contreras: “No rectificamos,
ratificamos”», en:
Como regular lector de La Diaria y conocedor de su muy serio
y cuidado estilo periodístico no dudo de su “ratificación”. Es más, no dudo
tampoco que es coherente la inicial deducción hecha por el embajador Contreras
en torno a los bombazos santiaguinos. En este blog lo dedujimos muchos antes,
el pasado 3 de octubre http://gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2014/10/heil-que-quienes-como-cuando-por-que_3.html.
Contreras, lamentablemente, se habría puesto en contra de sí
mismo y de la corrección política bien entendida ante el tirón de orejas de la
mandataria de la Concertación (decimos bien, de la mandataria que fue de la Concertación Progresista
chilena, antes de Piñera). Los periodistas trabajadores de La Diaria ratificaron, sin quererlo ni buscarlo, el “reculado”.
Mi hija, mayorcita ya, profesora de Historia, me dijo cuando
le conté el intríngulis: «La Bachelet parece más flojita que Cristina». «Sí
–agregué–, lejos, en estas lides, la nuestra parece Rosa de Luxemburgo».
Al llamado progresismo le ha gustado, pero sin tener con
qué, eso de ir a la mar en coche… Habrá que seguir explicándoles y
exigiéndoles, ¡quelevachaché!
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