Desde
febrero de 2012, “Palio, botón de balizas roto…”, publicada el 13 de octubre de
2014, apenas hace dos años y medio, es la nota más leída del blog: 2215 lecturas
registradas del total de las más de cincuenta y cinco mil contabilizadas hasta
este enero de 2017. ¡Ansina…! es éste
un blog modesto, de noticias y comentarios históricos y políticos
contemporáneos que se edita desde las costas, una o la otra, del gran estuario
suramericano llamado Río de la Plata.
“Palio,
botón de balizas…” decuplica, multiplica por diez, a cada uno de los artículos
más leídos del total de casi seiscientos, entre propios y replicaciones de los
de otros autores.
Es
evidente que son muchos quienes como nosotros hemos sufrido la rotura del retén
plástico de un botón de débil calidad y que no tiene repuesto accesible, ya que
reemplazarlo implica reemplazar todo el complejo conjunto de comandos de luces
y sistemas bajo el volante para la conducción del vehículo. Un conjunto de
precio alto.
Nuestros
lectores acertaron al encontrar a un “usuario” que, como muchos otros lo hacen
en la red internet con palabras o imágenes, mostró lo más amenamente posible
una solución al problema. Cada uno de los lectores que aprovecharon la
publicación, y que en muchísimas oportunidades que agradezco dieron fe de ello dejando
comentarios, hizo una práctica y concretó una destacada experiencia de praxis
colectiva: es decir, una relación productiva de práctica y teoría entre dos o
más personas.
La
estadística de Blogger no permite saber que otros artículos son los que han
leído los dos millares de lectores del presente, pero no pocos habrán sido. No
es condición ser de izquierdas para tener o conducir un Fiat Palio, así que es
difícil poder suponer una relación basada en este presupuesto.
Lo
que sí queremos destacar ahora, agradeciendo a los lectores pasados, presentes
y porvenir, es que toda cuestión que nos incumbe a los humanos, todo conflicto,
todo accidente, todo hecho histórico circunstancial o no que ocurra en
cualquier parte del globo terráqueo a donde han llegado estas páginas digitales
(dando varias vueltas al mismo), es factible de ser resuelto en la praxis, en
la creativa conjunción colaborativa de teorías y prácticas que conllevan
distintas técnicas, ideas e incluso prospecciones científicas y filosóficas.
A
propósito, lo hemos referido más de una vez, con razón Karl Marx afirmó en 1845
que «Los filósofos no han hecho
más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Con don Karl
seguimos en eso, invitando a ustedes a hacerlo también. ¡Gracias!
Gervasio Espinosa
Ahora sí, como dijo López...
Hoy, queridos lectores, no va la receta de sopa paraguaya de una amiga sino mi pericia artesanal electrotécnica. Así es, para ser un buen escritor hay que ser mecánico, saber componer y revincular piezas. ¡Ser mecánico y sin pánico! Y a propósito de estos que están de moda en este largo fin de época recomiendo leer una entrada anterior: “Pánico. Botón de pánico”.
A la
rural Palio se le rompió la traba del botón o pulsador de las
balizas de emergencia, y como éstas funcionan aún sin el contacto puesto la
camioneta era un arbolito de navidad que al poco tiempo se quedaría sin batería
si no se quitaba el correspondiente fusible. Pero, lo peor, es que en pleno
siglo XXI había que andar sacando el brazo para hacer señas que ya nadie
entiende: horizontal a la izquierda, o vertical hacia arriba con la mano
señalando a la derecha…
Llegar a los comandos de luces era cosa sencilla, así que se
acometió la tarea de primero desencajar el centro de volante que acciona la
bocina o “claxon”, como se decía en las historietas gráficas cuando yo era
chiquilín, por ejemplo en “Superhombre”. Luego de retirar el conector de la
bocina y todo ese conjunto aflojar y retirar la tuerca que sujeta al volante, y
también retirarlo.
Hecho esto hay que quitar cinco tornillos autorroscantes
para plástico que quedan más o menos a la vista, dos que sujetan la parte
superior del cobertor de los mandos sujetos a la columna que contiene la barra
de dirección, y tres que sujetan a la parte inferior (provisto de una pequeña
linterna, habiendo retirado el asiento del conductor al máximo hacia atrás y
mediante una compleja contorsión de torso y cuello podrá verlos).
Listo. Ha sido fácil. Acto seguido se ingresa en algún sitio
web de venta de repuestos de
automotor, se indica la famosa marca y el modelo y se entera que no se vende el
botón solo, aislado, sino con todo lo que lo rodea: llave de luces y comando de
señales de giro, de limpiaparabrisas delantero, de luneta, y de selección de
las funciones de la computadora de viaje. Calma…, hay en stock, su precio:
rondando los doscientos papeles verdes (conviértanlos ustedes a pesos
uruguayos, chilenos, bolivianos –bien Evo– rublos, euros, reales brasileños,
bolívares o pesos argentinos, etc.).
No tuve un acceso de pánico porque tengo un gran control de
personalidad, solamente dije palabrotas (algo más que “pistola de satanás”,
como contenido gritaba mi viejo cuando se martillaba un dedo).
Una solución sencilla
El problema es que cuando el botón de las balizas queda
alto, es decir que no se traba abajo, no solamente mantiene encendidas las
luces de emergencia sino que además bloquea la selección de las de giro, o “señaleros”,
como las llaman los paisanos uruguayos. Así que el asunto era restaurar ese botón
para que quedara fijado en su posición baja y que cuando fuera necesario se lo
destrabara para accionar las dichas luces de emergencia (de paso: éstas deben
usarse solamente con el vehículo detenido en emergencia, y no para indicar que
pareciera que quizá pudiera estar sucediendo algo irregular delante nuestro en
la autovía; no, para eso disminuya velocidad y mantenga distancia de frenado).
Con un taladro manual (berbiquí preferentemente de relojero…),
hacer un pequeño agujero de tres milímetros en el botón pulsador de encendido
de las balizas a la altura, ras, de la cobertura superior de la columna de
dirección, de frente a la posición del conductor y mientras se lo mantiene
oprimido en su total posición baja.
Luego tomar un trozo de acrílico de tres milímetros de
espesor y de dos y medio por cuatro centímetros, preferentemente negro o gris
oscuro. Redondear algo sus esquinas, trazar con un lápiz de cera afilado (crayón)
una línea central en su sentido más ancho, y hacer las marcas para dos
perforaciones de un milímetro y medio a un centímetro de los extremos cada una.
Luego, con una sierra para metal, sin arco, con cuidado, hacer una canaladura
del lado contrario al del perforado de los agujeros, en el propio centro de la
pieza rectangular y de un lado mayor al otro lado mayor. Por esa canaladura
deberá poder desplazarse con libertad pero no “suelto” un pernito de alambre
acerado de un milímetro y medio de diámetro y cuatro centímetros de largo, uno
de ellos, en el extremo del lado del volante, doblado en escuadra.
Volvemos al botón que tiene hecho ya el agujero. Cortamos
una “lengüeta” de lata de envase de alimentos de dos milímetros y medio por
cinco, la lijamos en una de sus caras y la doblamos con una pinza pequeña con
las caras lijadas enfrentadas. Preparamos un pegamento epoxi de dos componentes
y “reforzamos” el agujero montando con el pegamento la lengüeta doblada con sus
extremos hacia abajo, uno por dentro y el otro por fuera: es para que no se “agrande”
el agujero en contacto con el pasador.
En el cobertor superior de la columna montamos con dos
pequeños tornillos autorroscantes el “dispositivo de cerrojo” que trabará al
botón en su posición NO baliza. Cuando es necesario accionar las luces de
emergencia se retira el perno hasta liberar el botón, y good bay
verdes, a joder a otra parte.
Hablando, solamente hablando, con palabras y sin números,
nos hemos entendido. Así con la mecánica como con la política o la filosofía. Good bay
verdes y good bay pánico. A propósito…:
http://gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2014/09/panico-el-boton-de-panico.html
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