Escuchamos con atención, a través de la transmisión directa
desde la cumbre en Panamá, hace apenas unos minutos, hoy, 11 de abril de 2015,
las intervenciones de Raúl Castro y de Cristina Fernández, presidentes de Cuba
y de Argentina.
Si todavía para algunos, con probabilidad también el
demócrata (por pertenencia partidaria) Barack Obama, el segundo de los Castro,
Raúl, también es un dictador como Fidel, y sin duda ninguna para las oligarquías
rioplatenses, hermanadas y con un único objetivo uruguayas y argentinas, la
presidenta Cristina es tan humanamente política que por desprecio la llaman
“yegua”, después de escucharlos a ella luego de aquél, no se me ocurrió otra
síntesis que la del título.
Entre muchas otras cosas Raúl Castro destacó, en relación
con las acusaciones imperiales, que el de los “terroristas” cubanos debe ser el
primer caso de terrorismo que pone los muertos y no los matadores. Dijo que
Obama tenía orígenes humildes y que, por ello, lo disculpaba en el caso de los
horrores de matar “terroristas”. Cristina dijo que de todo se puede volver
menos del ridículo, y que ridículo fue el decreto calificando a Venezuela como
amenaza para Estados Unidos. También, Cristina, aludió a la lucha conjunta
contra el narcotráfico, y preguntó donde se lavan las fortunas acumuladas con
el ilegal tráfico de drogas: si en los países donde se producen o en los
grandes e importantes países donde se consume.
Castro hizo un fundado y brillante discurso retrospectivo,
histórico y valiente. Cristina, muy breve, reivindicó la importancia de las
ideologías por sobre los fundamentalismos, destacando que estos llenan los
espacios abandonados por las ideas. No lo mencionó pero quizá le vino a la mente
que el famoso “destino manifiesto” de Estados Unidos en el mundo no es otra
cosa que una expresión fundamentalista. No lo mencionó porque consideró mejor
referirse a los fundadores como Jefferson y Franklin, y recordar que a Lincoln lo
asesinaron los mismos estadounidenses, como también a Kennedy.
Mas tarde, y en días sucesivos, veremos y leeremos otros discursos.
Nos interesan particularmente los de Santos, de Colombia, de Correa, de la
chilena Bachelet, Vilma, de Brasil, del uruguayo Vázquez y, especialmente, los
de Evo Morales y Nicolás Maduro.
Hasta luego…
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