La nota que ponemos a consideración de los lectores de este
cuaderno de apuntes fue realizada por su autora, Telma Luzzani, como colaboración
y nota de opinión para el diario Página/12 de este domingo 9 de marzo (http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-241373-2014-03-09.html).
Luzzani, una muy lúcida
analista política comprometida con su tiempo, forma parte permanente del equipo periodístico del programa de TV “Visión
7 Internacional”, junto con Pedro Brieger y Raúl Dellatorre (http://www.tvpublica.com.ar/programa/vision-siete-internacional-2/).
En Ucrania, hubo un golpe blando, es decir, esa alternativa
de quiebre institucional que las fuerzas golpistas adoptan cuando no cuentan
con los ejércitos formales para la toma ilegal del poder.
En Kiev, todo el proceso duró apenas tres meses. En ese
tiempo, las manifestaciones de clases medias y universitarios que empezaron a
protestar el 20 de noviembre porque el presidente Víktor Yanukovich no firmaba
un Acuerdo de Asociación de Libre Comercio (una especie de ALCA) con Europa se
convirtieron en pelotones de vándalos: ocuparon ministerios y edificios
públicos; incendiaron sedes del partido gobernante, fábricas y sindicatos (en
algunos casos con gente adentro), e incluso, el 20 de febrero, hubo un grupo
que rodeó la residencia de Yanukovich y quiso lincharlo junto a su familia.
¿Qué pasó en el ínterin?
Estados Unidos –como en Libia, Siria, o Venezuela– fue clave
en la escalada de las protestas que pasaron del caos al golpe de Estado. La
conversación que mantuvo la funcionaria del Departamento de Estado, Victoria
Nuland, con el embajador norteamericano en Kiev, en diciembre de 2013, no deja
dudas. Nuland coordinó las actividades de los grupos radicalizados, intervino
en la formación del gobierno interino opositor y remató la charla con un
sincero: “¡Y que Europa se joda!”. (Está en YouTube.)
Las marchas pacíficas fueron rápidamente cooptadas por
grupos violentos como los neonazis del partido Svoboda (Libertad) y su ala
ultra Pravy Sektor (sector derechista) abiertamente antijudíos y antirrusos,
muchos de ellos fotografiados en la plaza Maidan con cruces esvásticas tatuadas en
los brazos y pechos. Llama la atención el silencio de Israel y Estados Unidos.
Incluso porque, según la agencia judía JTA, las Fuerzas de Defensa de Israel
actuaron en la plaza
Maidan bajo las órdenes de los neonazis.
Con estos datos sólo un ingenuo podría creer que lo de
Ucrania es sólo un problema entre pro europeos y pro rusos. Aquí se juegan los
intereses de la UE y los planes militares de EE.UU.
Europa está altamente interesada en vender al mercado
ucraniano los productos que sus ciudadanos empobrecidos ya no pueden comprar.
El acuerdo que Yanukovich no firmó implicaba para Ucrania sustituir el sistema
legislativo y judicial; reconvertir su esquema económico y adecuarse a los
estándares de Occidente (desde los enchufes eléctricos hasta las vías del
ferrocarril ¡miles y miles de ítems!). Para que Kiev saldara sus deudas
pendientes y encarara estos cambios, el FMI le ofrecía créditos multimillonarios.
Hasta ahí los ucranianos aceptaban. Pero entonces Bruselas avanzó más y pidió
también la libertad de la opositora Yulia
Timoshenko. Por su parte, el FMI advirtió que para conceder
los préstamos había que congelar salarios y jubilaciones; aumentar tarifas;
reducir el Estado y privatizar empresas estatales. Con el espejo de Grecia y a
un año de las elecciones presidenciales, Yanukovich se arrepintió.
En cuanto a EE.UU., tener a Ucrania en la OTAN e instalar
bases militares en las fronteras de Rusia fue siempre un objetivo. Colocar en
el poder un gobierno de facto ya le está dando frutos. El viernes, el nuevo
ministro de Defensa solicitó la asesoría del Pentágono para una “asistencia
humanitaria y operaciones de rescate”. La presencia de tropas norteamericanas
cerraría el círculo que EE.UU. armó en torno de Rusia desde Afganistán, pasando
por el Cáucaso, hasta Europa Oriental.
Además, existen otras vías. Los Tratados de Libre Comercio y
los préstamos del FMI son siempre herramientas efectivas para imponer cláusulas
que obliguen a los países a aceptar bases militares en su territorio. Se avanza
en ese sentido. El director del departamento europeo del FMI, Reza Moghadam,
dijo anteayer estar “positivamente impresionado” con el actual gobierno de Kiev
y, asombrosamente, en tan sólo en quince días de gestión comprobó su
“determinación, sentido de la responsabilidad y compromiso en la agenda de
reformas económicas y la transparencia”.
Para el Kremlin, preservar su frontera europea y la
península de Crimea, donde tiene su flota más poderosa con acceso al
Mediterráneo y a Oriente Medio, es geoestratégicamente vital. Por eso Vladimir
Putin ha puesto todo su experiencia como espía soviético y su instinto de
conservación en esta pelea. Sabe que Europa no es rival: ni la city londinense va a renunciar a los
multimillonarios depósitos de los magnates rusos ni Alemania va a dejar de
necesitar gas. También sabe que Washington, además de planes estratégicos,
tiene deseos de revancha por dos partidas que Putin le ganó en 2013: el asilo
del topo Edward Snowden y las negociaciones de paz con la entrega de armas
químicas en Siria.
Pero lo más importante es que en nuestro mundo global lo de
Ucrania enciende una alarma. Faltaba apenas un año para elegir otro gobierno en
las urnas y todo el proceso destituyente duró sólo tres meses. Venezuela y el
resto de América del Sur deben tener los ojos bien abiertos.
Nota:
*Telma Luzzani (Buenos Aires,
1951) es periodista y escritora argentina, especializada en temas de política
internacional (http://telmaluzzani.blogspot.com.ar/).
Es licenciada en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires, donde también se desempeñó como docente. Trabajó en medios
gráficos como los diarios Tiempo
Argentino y Clarín, además de ser
editora de la revista Caras y Caretas, y como columnista en el
programa de televisión “Visión 7 Internacional” de la Televisión Pública (Canal 7) y también en Radio
Nacional, ambos medios de comunicación del Estado argentino. Su libro Territorios vigilados. Cómo opera la red de
bases militares norteamericanas en Sudamérica (Sudamericana, Buenos Aires,
2012) recibió Mención de Honor en el VIII Premio Libertador al Pensamiento
Crítico 2012. El 26 de septiembre de 2013, la Legislatura de la Provincia de
Neuquén declaró de “Interés legislativo el libro y su divulgación en colegios
de nivel medio de la provincia”. Es autora también de Venezuela y la
revolución (2008) e Información: ¿se puede saber de qué se trata? (2005).
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