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domingo, 23 de marzo de 2014

Argentina, Uruguay, Venezuela, Crimea y los secuestrados de Obama



El 24 de marzo es una fecha cara y sufrida para la verdadera historia suramericana. En 1976 significó la concreción final del Plan Cóndor. Desde entonces el capital concentrado y sus aparatos de poder fáctico e ideológico, una suerte de santísima trinidad, reconstituyó su dominio en la geografía global. En Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina se consolidó la etapa neoliberal primero impuesta a sangre y fuego para luego desvergonzada y exitosamente ser coronada en virtuales plebiscitos. Se trata quizá de la etapa más cruel de los últimos años y que llega a finales del siglo XX.

En la década de 1990 muchos argentinos y uruguayos, caída del escenario mundial la Unión Soviética, izquierdistas románticos y faltos de ideología y voluntad se precipitaron en el conformismo que emanaba de los dictados posmodernos. Hoy merodean subsistiendo en tanto “nuevos profesionales” de la política. Son oportunistas y profundamente dañinos porque desvirtúan las voluntades populares.

El periodista Alfredo Rabilotta en su artículo “Cuando el imperio quiere, pero ya no puede”, distribuido por la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) y que en nuestro blog publicamos antecediendo al presente, define con claridad nuevas instancias en las que asoma el agotamiento y desmoronamiento del auge del capitalismo que “reemplumado” cual Ave Fénix venía aleteando desde fines de 1970 cuando lo remontaron primero la dupla Tatcher-Reagan y luego el Consenso de Washington.

En 1988 y en Moscú, la economista comunista Elena Karpugina nos explicaba a dos decenas de latinoamericanos que la URSS había perdido la hegemonía en el proceso de la historia del siglo por sus moras en la productividad masiva de saberes de ciencia y técnica y de bienes de alta complejidad. Ponía como ejemplo que el Estado soviético se veía obligado a vender en el mercado capitalista invenciones tecnológicas aún no aplicadas. La llamada entonces “perestroika” finalmente abriría la puerta a la unificación automática de las dos Alemanias producto de la segunda posguerra mundial y a la desaparición del “socialismo real” en Eurasia.

En la misma época y en la misma ciudad también Kiva Maidanik1, un intelectual marxista lucidísimo de entonces sesenta años de edad (fallecido en 2006), en dos encuentros de un par de horas cada uno nos ilustró sobre la complejidad de un proceso histórico que en aquella sociedad fue producto de necesidades impostergables de las masas, contradicciones de la época y la oportuna acción de las vanguardias políticas en el plano nacional e internacional, y que promediando el siglo decayó entre otros factores dado los errores del aparato intelectual burocrático. Pero Maidanik, tan buen ruso como Karpugina, y para más guevarista, rescató la potencial voluntad para recomponerse del pueblo ruso y su profunda identidad nacional. Lo traemos a colación ahora porque en la contingencia actual en Ucrania y Crimea los degradados jerarcas del mundo norte-europeo-americano subestimaron esa capacidad. Kiva, en 1988, se despidió de nosotros con abrazos, besos y esta consigna: “Nos reencontraremos”.

En Venezuela, ahora –se repetirá en otros países–, se debate con urgencia “qué hacer” con un montaje ideológico y de “acción” con el que se quiere volver a los años mozos del neoliberalismo capitalista que fundara, como puntualizamos en el primer párrafo, la etapa más cruel de las últimas décadas del siglo XX, y que en Argentina está signada por los años 1975, 1976, 1982-1983 y 1990: un supremo oportunismo político, la dictadura genocida, el optimismo ingenuo y la entronización de la política lumpen y farandulera. Pueblos hermanos y muy cercanos, incluso más circunspectos, no escaparon del modelo.

En unos días más los cancilleres de la UNASUR (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay, la propia Venezuela y Argentina) se reunirán en Caracas para procurar un modo de resolución de los conflictos que en Venezuela se han presentado crudamente, de manera que no se menoscaben la democracia ni la autodeterminación política de las mayorías populares que eligieron a Chávez y a su sucesor Maduro para conducir a la nación. Según ha trascendido al papa Francisco le preocupan mucho América Latina y el Caribe. El periodista de política internacional y sociólogo Pedro Brieger ha dicho hoy mismo que podría haber, aunque es por ahora imposible confirmarlo, una mediación del titular del Vaticano. La presidenta Cristina Fernández, quien recientemente se entrevistara con Bergoglio, dijo que él le había expresado su profundo interés en que los gobiernos de América del Sur  se mantuvieran unidos.

Pero no todas son rosas en el difícil camino que los pueblos necesariamente tienen que transitar para salir de los atascaderos de la época, con sus dirigentes a la cabeza o metafóricamente con la cabeza de sus dirigentes.

En Uruguay y Argentina hay una disputa de ideas en torno a si corresponde la construcción y sostenimiento de un capitalismo “racional” (atención, se ha dicho racional y no nacional, aunque ambas ideas van de la mano) que resuelva la satisfacción de las necesidades populares. En otros pueblos hermanos esa cuestión no parecería estar en tan fuerte debate. En Argentina el concepto de capitalismo racional está acunado en los nuevos centros académicos. La propuesta se articula con repetidas manifestaciones conceptuales ahora y también antes de Cristina Fernández y Néstor Kirchner.

Malogrados oportunismos y coros aplaudidores

En Argentina no se ha logrado todavía destrabar un conflicto gremial por reclamo de salarios justos de los educadores de enseñanza preescolar, primaria, secundaria y terciaria. La Provincia de Buenos Aires está a la cabeza de la intransigencia de su conducción política que no actuó de igual manera cuando los reclamos fueron hechos por miembros de la policía. Hace apenas cuatro meses, en diciembre de 2013, el gobernador Scioli acordó pagar a los agentes de esa fuerza un salario inicial de 8.570 pesos. Los educadores pretenden ahora un mínimo inicial de 4.860 de la misma moneda, que para equipararse al inicial policial implica trabajar en dos cargos, es decir, en el aula, por ejemplo, de 7:30 a 17:30, y en casa por lo menos tres horas diarias más para corregir y preparar clases, sin contar el tiempo de los traslados y los gastos en movilidad y alimentación fuera del hogar para desempeñar una tarea difícil y desgastante durante por lo menos diez horas cada día.

La presidenta Cristina Fernández se ha quejado con justa razón en su reciente gira por Italia y Francia del “doble estándar” de los países dominantes en Europa y América del Norte que niegan la legalidad del referendo en Crimea de retorno de esa península y su población a su antigua y geográfica pertenencia a Rusia, pero la afirman cuando protagonizan una parodia de autodeterminación los habitantes ingleses implantados en las islas Malvinas a muchos miles de kilómetros del asiento de la graciosa majestad que los gobierna. En Argentina también hay dobles estándares: tiene mejor salario un policía encargado de reprimir delitos en la mayoría de los casos consecuencia de las injusticias sociales que un educador que debe empeñarse en desarrollar conocimientos y actitudes de buena sociabilidad en sus discípulos.

Que muchas maestras, maestros y otros docentes no están a la altura de las circunstancias también es cierto, pero no podrán estarlo mientras sufran las penurias a las que están sujetos aunque en cuotas hayan comprado su primer “cero kilómetro” o un telefonito “más o menos” inteligente (el negocio ha sido de quienes se los venden y financian, no de los compradores). Un educador que no pida licencia porque se enferma y que no proteste con huelgas sino que se perfeccione en su tarea y rinda socialmente –es necesario que esto lo comprendan cabalmente los progenitores y familiares de sus estudiantes– debe percibir un salario suficiente no menor al de un policía, por caso, a cambio de solamente seis horas reloj de desempeño: cuatro con alumnos y dos para estudio propio y otras tareas escolares en el mismo edificio de desempeño.

En sorna, hace pocos días, escribimos que ante el cuadro pintado una alternativa para estos trabajadores sería reclamar, con el pretexto de la tan publicitada inseguridad, el suministro de armas de fuego para portar y posteriormente amotinarse en las escuelas exigiendo mejores salarios.

Los oportunismos del lado occidental del río De los Pájaros y del gran estuario tienen sus equivalentes del lado oriental. Ahora resulta que es un acierto político decir que sí a Obama cuando a través de su embajadora pide que Uruguay de “hospitalidad” (y de paso les eche miraditas) a cinco todavía secuestrados en Guantánamo que pronto irían a liberar. Pero los históricos “alquistas” y “océanopacifiquistas” Miltons, Wilsons y Washingtons blancos y colorados han puesto ahora el grito en el cielo. Cuanto más “amigable” con ellos aparece el Gobierno más le meten trancas y chicanas (¿siguen el mismo plan de acción con el que se acomete contra otras “corruptas dictaduras populistas” movilizando a franjas sociales confundidas?).

¿Debería haberle sugerido Mujica al Presidente de EE.UU. por intermedio de su propio canciller, o si se quiere con menos rango a través de la embajadora de aquél, que lo que debía hacer era liberar inmediatamente a esas personas secuestradas en la base de Guantánamo, transportarlas a sus países de origen y devolverlas a sus comunidades y familias suficientemente indemnizados todos según las leyes internacionales más beneficiosas, y pedir perdón ante el mundo entero por cada uno de los miles de secuestrados, perseguidos, torturados y asesinados por su aparato policíaco-militar. Y sugerirle también que si no lo dejaban hacerlo renunciara sin más?

Habría sido así, sin duda, si otros resultados hubiera dado una consulta de opinión con el título “¿Qué le pediría usted a Barack Obama?” hecha a sus lectores por la edición digital del diario El País en la semana recientemente concluida, y en relación con los anuncios que motivan estos párrafos. El diario ofreció alternativas para elegir, 85,03 % de quienes respondieron se repartieron de esta manera:

29,45 %: Que se quite el requisito de visa para viajar a EE.UU.
24,47 %: Que adquiera productos que Argentina traba.
18,76 %: Ampliar cuotas de ingreso [por importación] de carnes y cítricos [uruguayos].
12,35 %: Que financie obras.



Nota:
1 Kiva Lvóvich Maidanik (Moscú 1929-2006) fue un historiador y politólogo soviético, e investigador del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Exteriores de la Academia de Ciencias. En contacto permanente con líderes latinoamericanos tras los numerosos viajes realizados a nuestros países y estudioso de las ideas de Ernesto Che Guevara, entre 1980 y 1987 estuvo expulsado del Partido Comunista de la Unión Soviética por haber mantenido “contactos no autorizados con extranjeros”. En 1988, retirado esos cargos y restituido su rol académico, no se quiso reincorporar al partido que lo había expulsado. 

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