El periodista Raúl Dellatorre (Página/12 y Televisión Pública,
Canal 7) explica con claridad la coyuntura política y económica del caso
argentino, que no es único ni está aislado: estrechamente vinculados están
pueblos y gobiernos de todo el Cono Sur y de América Latina y el Caribe. Es
imperativo actuar los pueblos de consuno, y exigir lealtad a sus gobiernos
El link de la nota de Dellatorre en Página/12 es http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-238975-2014-02-01.html
Por los dólares y mucho más
La decisión de aplicar una devaluación de 18 por ciento en
un solo paso, la apertura de venta de divisas para atesoramiento a particulares
y las intervenciones del Banco Central en el mercado lograron recuperar cierta
calma en el mercado cambiario. Pero sólo ha pasado una semana. Las amenazas de
nuevas tormentas no desaparecieron del horizonte. La fuente principal de
inestabilidad, en el diagnóstico del Gobierno y de varios analistas, se
encuentra en la decisión de un grupo reducido pero muy poderoso de comercializadores
de granos de seguir demorando la liquidación de sus exportaciones, con lo cual
estrangulan la oferta de dólares en el mercado. Hay quienes ven en ello una
forma de presión para lograr una devaluación mayor; otros adivinan detrás de
estas maniobras la intención de desgastar al Gobierno. Las principales firmas
exportadoras de cereales, núcleo central de este grupo de presión, han sido
convocadas a la Casa
Rosada para el próximo lunes. De allí puede surgir un
acuerdo, si hay un cambio de actitud de estas firmas, o una ruptura. En este
último caso, el Gobierno se verá obligado a impedir que la actitud mezquina de
este sector pueda hacer desmoronar la estrategia oficial post devaluación. Las
autoridades ya cuentan con algunas alternativas que arrimaron quienes
advirtieron, ya hace rato, que la exportación de granos representa un foco de
acumulación de poder demasiado importante. La necesidad de que el Estado asuma
un mayor protagonismo en la comercialización de granos aparece en la base de
todas esas propuestas.
La cuestión de la falta de divisas se da en un contexto de
disputa despiadada por los ingresos. De un lado, el bloque exportador
agropecuario, que está pasando por una coyuntura notablemente favorable por los
precios del mercado mundial y una cosecha nacional de granos que se encuentra
en uno de sus máximos históricos. Adicionalmente, recibe desde noviembre pasado
los beneficios de una aceleración del ritmo de corrección cambiaria (10 por
ciento en el último bimestre de 2013), al que se le agregó una fuerte
devaluación en enero (23 por ciento en el acumulado del mes). Del otro lado, un
Gobierno que pretende proteger los logros en materia de redistribución de
ingresos, peleando contra un brusco salto en los precios de los principales
productos de la canasta alimentaria en el último semestre de 2013 y la
pretensión de los sectores hegemónicos de las cadenas productivas locales de
capturar parte de los “beneficios” de la devaluación, trasladando al precio de
sus productos una supuesta incidencia del aumento del dólar que no es tal.
Para peor, el sector dominante del bloque exportador, por
especulación económica o impulsado por razones políticas, percibe la
posibilidad de hacer más diferencia imponiéndole al Gobierno una devaluación de
mayor magnitud. Para lograrlo, necesita generar clima de inestabilidad. Su
apuesta es, claramente, al desorden. Esta intención quedó reflejada, durante la
semana, en la forma en que se fabricó en algunos medios la información de un
“dólar blue” cercano a los 13 pesos, cuando en las tradicionales cuevas no sólo
desaparecieron los compradores, sino que además a quien se acercaba a vender
divisas no se las aceptaban, ni siquiera ofrecidas a menos de 12 pesos. Para
los intereses de estos sectores, no era conveniente convalidar que el marginal
había caído a un precio más cercano a 11 que a 13.
En el mercado oficial de cambios, sin embargo, ese sector
dominante hace sentir su presión en forma directa. El Gobierno estima que hay
pendiente de liquidación unos 8 millones de toneladas de granos, mayormente
soja, de la campaña anterior, que representarían unos 3500 millones de dólares.
Las entidades de productores calculan que no son más de seis millones de
toneladas, pero admiten la maniobra. El intento de ayer por la mañana, de Jorge
Capitanich, tratando de diferenciar a pequeños y medianos productores de la
actitud que asumen los grandes productores y exportadores es válida, en cuanto
a identificar a los personajes del conflicto (dijo que estos últimos, con
fuerte espalda financiera, son los únicos que pueden estar demorando la
liquidación por meses para especular con una nueva devaluación), pero
necesitará de otras medidas para generar un cambio de conductas. En ese plano
es donde aparecen las propuestas, de diferentes sectores, de avanzar en el
control del Estado sobre el comercio exterior de granos.
Para este lunes, el jefe de Gabinete convocó a las cámaras
que representan a cerealeras y exportadoras de granos y oleaginosas a Casa de
Gobierno. Los antecedentes inmediatos no son muy alentadores. Se esperaba que,
tras la devaluación del pasado viernes 24, hubiera señales de empezar a
liquidar, pero hasta ahora no ocurrió. El lunes, Capitanich escuchará lo que
las cerealeras grandes estén dispuestas a decir. Luego deberá actuar.
El problema está identificado. Que 95 por ciento del
principal rubro de exportación del país y, por lo tanto, principal fuente de
divisas, esté en manos de no más de diez firmas cerealeras, la gran mayoría
multinacionales, representa un flanco débil, máxime teniendo en cuenta el
manejo que demuestran hacer de esas divisas. Cargill, Nidera, Noble Grain,
Dreyfus, Topfer, ADM, Molinos y otras conforman un bloque de control con más de
150 centros acopiadores en todo el país, molinos harineros, plantas aceiteras y
hasta puertos propios para el embarque que le restan posibilidades de control
al Estado. Hace unos meses, la actitud de un sector de grandes productores,
aliados a grandes exportadores, estuvo a punto de desabastecer al país por
defender su negocio en la exportación de trigo. Hoy, amenaza con desfondar las
reservas internacionales si el dólar no alcanza el valor que pretenden.
Quienes sostienen la necesidad de poner en manos del Estado
el control del comercio exterior de granos recuerdan que Venezuela, mucho antes
de Hugo Chávez, tiene su sector petrolero –principal y excluyente fuente de
divisas e ingresos fiscales– en manos del Estado. Igual ocurre en Chile con el
cobre, en un criterio ni siquiera alterado por el proceso ultra privatista a
sangre y fuego del dictador Augusto Pinochet. Hasta no hace mucho, la propia
Federación Agraria (Pablo Orsolini, ex vicepresidente de FAA, enero de 2011)
sostenía la necesidad de recuperar la Junta Nacional de Granos. Las propuestas actuales
sostienen la necesidad “urgente” de crear una agencia nacional de
comercialización, para garantizar a los pequeños y medianos productores “el
real valor de la producción”, y una agencia nacional de alimentos, para
defender “la seguridad y soberanía alimentaria”. Tanto estas como otras
fórmulas, con diferencias de diseño pero no de propósitos, apuntan a quitarle
al núcleo agroexportador el control de la producción, la sujeción del productor
pequeño a los precios que este sector le fije, la capacidad de especular con el
abastecimiento al mercado interno de productos de consumo básico, y el manejo y
control de la oferta de divisas.
Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados y ex
ministro de Agricultura, sostiene que esta propuesta se fortalecería con una
alianza estratégica del Estado con las cooperativas de productores. Leopoldo
Moreau, dirigente radical, afirma que “la urgencia de tomar medidas” obliga a
que se concrete a través de una resolución del Ejecutivo y posteriormente se
convoque a “los sectores populares” a respaldarla. Recordó que el radicalismo
no dudó en apoyar la re-estatización de YPF aunque no fuera convocado
previamente a discutirla. Analistas como Atilio Boron también mencionan la
necesidad de “cortar de un tajo el nudo gordiano” del conflicto que hoy amenaza
la estabilidad de la economía, mediante un proceso de convulsión financiera y
cambiaria que no se compadece con la situación de la economía real, en la que
los principales indicadores siguen arrojando resultados positivos.
En la reciente cumbre de la Celac, Argentina defendió la idea de avanzar en
el fortalecimiento de un bloque regional que encuentre un proyecto común para
sentarse a tratar de igual a igual con los bloques dominantes del Planeta. La Presidenta argentina,
en su discurso en La Habana,
subrayó la fortaleza que otorga contar con hidrocarburos, recursos naturales y
producción de alimentos que le garantizan a la región las condiciones para un
desarrollo sustentable y socialmente inclusivo. Pero para hacer efectivas esas
fortalezas, la región todavía necesita resolver algunos conflictos internos,
como el control del proceso de producción, comercialización y apropiación de la
renta, por ejemplo, en áreas como la agroalimentaria en Argentina. Hay un
estrecho vínculo entre la forma en que se resuelvan las disputas actuales en el
país y las posibilidades de concreción de proyectos como el planteado esta
semana en el foro internacional en Cuba.
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