"Como muchos otros vecinos no permanentes
los aludidos no saben ni tienen el hábito de manipular y disponer adecuadamente
sus propios residuos domésticos, probablemente porque esa tarea en la ciudad la
realizan sus mucamas y los trabajadores municipales, considerando que sus propias
condiciones dadas por la mentada movilidad y ascenso social los ponen por encima
de esos quehaceres de buena convivencia", deduce quien nos informa.
"Pese a la reiteración de los fuertes chubascos –nos cuenta– pasaron a
la par de su camión, corriendo a pie, apurados y mojados, los recolectores de
residuos, pero la carga de una de aquellas bolsas mal atadas por aquellos que habían
huido hacia la ciudad quedó desparramada en el pasto de mi vereda".
Quien nos vino relatando el suceso, durante un escampe, provisto de tres bolsas de polietileno, "una para proteger mi mano de la suciedad ajena" –dijo también–, fue a corregir la desaprensiva operación
que hizo que aquellos residuos quedaran a merced de las corrientes de agua, del
viento y de los perros hurgadores. Antes, con una escoba, los desparramó para
mejor visualizarlos y, con bolígrafo y papel, hacer un inventario, que nos dicta:
1) Envase
de puré instantáneo marca Maggi. 2) Envase
de bombones Garoto. 3) Botella
grande de gaseosa Sprite. 4) Envase
de galletitas Oreo. 5) Guía
telefónica comercial de la capital. 6) Envase
de dentífrico Colgate. 7) Envase
de condones Prime. 8) Envase
plástico vacío de leche entera. 9) Envase
de cartón vacío de leche descremada. 10) Envase
de postre Royal de chocolate. 11) Envase
de pan rallado. 12) Un
par de bolsas plásticas conteniendo aparentemente papel higiénico usado y 13) un tique de cajero automático.
Este tique, informa mientras evidentemente lo lee, fue emitido el
jueves 6 muy poco antes de la hora 18 por el cajero electrónico de un banco
nacional, y en éste constan los cuatro últimos números de la tarjeta
de débito que se operó, el lugar de la extracción en un comercio importante de una ciudad cercana, el número de la transacción, que se retiraron 10.000 pesos y
que quedó un saldo disponible de 94.557 pesos con 15 centavos (para precisar en
valores universales esas cantidades nosotros las convertiremos a la divisa verde tan admirada
por las clases medias: retiraron algo menos de quinientos dólares y quedó un
saldo disponible en la cuenta de casi cuatro mil trescientos de la misma
moneda).
—Bien, hasta aquí muy interesante su relato —le digo—, es tan detallado como
prudente lo que me ha contado. Yo quizá podría ubicar el lugar del incidente,
porque lo conozco a usted y sé qué lugares frecuenta, pero mis lectores, y más
todavía los residentes en lejanas comarcas de América, Asia, Oceanía y Europa
no podrían hacerlo. Ellos, con seguridad, querrán saber qué análisis hace usted y a qué conclusiones
llega a partir de la experiencia vivida.
—Mi opinión —nos manifestó— es
que personas de las capas medias e inclusive con títulos universitarios, como
esta gente, tienen muy serias carencias éticas e intelectuales que neciamente
proyectan en los demás. No saben manipular los residuos porque han
internalizado la idea, si me permite la expresión, de que sed trata de una tarea
menor que no les corresponde, y que para realizarla hay otros en la escala
social: son los que no perciben salarios altos como ellos y no se movilizan en
automóviles caros. Fíjese —expresó con énfasis— que en este país un oficial
albañil plenamente en actividad percibe por mes más o menos veintidós mil pesos,
menos de un cuarto de lo que uno sólo de los profesionales de esta familia
tiene como saldo disponible en su cuenta bancaria. ¿Quiénes realmente tienen su
seguridad expuesta?, ¿ellos o quienes tienen que recoger sus residuos? ¿Ellos,
que huyen cuando colapsa el sistema cloacal de su casa, o los que se quedan
para sufrir la contaminación y el mal olor? No tienen responsabilidad social
y, como le dije, tampoco son inteligentes: entre sus residuos dejan pistas
facilitando ser señalados como interesantes víctimas de robos… ¡Así estamos!
¿Me permite que le diga algo más?
—Sí, claro que sí…
—La Agarrate Catalina tiene un
cuplé buenísimo, “La violencia”, está en la Internet. Dígame,
¿con lo que le conté usted hará un escrache1?…
—No, no, nada de eso. Simplemente voy a publicar lo que me ha relatado porque
estoy seguro que usted no me ha mentido.
El cuplé “La violencia”,
de Agarrate Catalina (murga uruguaya) dice así:
Vengo de la cabeza
soy de una banda descontrolada.
Hoy no me cabe nada
vas a correr porque sos cagón.
Son todos unos putos,
unos amargos, unos buchones
llaman a los botones,
vinieron todos, se quedan dos.
Hoy vas a correr
porque sos cagón,
con el culo roto
porque mando yo.
Voy a salir de caño
ya estoy re duro, estoy re pasado
como ya estoy jugado
me chupa un huevo matarte o no.
Mi vida es un infierno
mi padre es chorro, mi madre es
puta.
Vos me mandas la yuta
y yo te mando para el cajón.
Yo soy el error
de la sociedad,
soy el plan perfecto
que ha salido mal.
Vengo del basurero
que este sistema dejó al costado.
Las leyes del mercado
me conviertieron en funcional
Soy un montón de mierda
brotando de las alcantarillas.
Soy una pesadilla
de la que no vas a despertar.
Vos me desprecias
vos me buchoneas,
pero fisurado
me necesitas.
Soy parte de un negocio
que nadie puso y que todos usan.
En la ruleta rusa
yo soy la bala que te tocó.
Cargo con un linaje
acumulativo de mishiadura,
y un alma que supura
veneno de otra generación
Yo no se quien soy
Yo no se quien sos,
El tren del rebaño
se descarriló.
Ya escucho la sirena
la policía me está encerrando,
uno me está tirando
me dio en la gamba, le di a un
botón.
Pasa mi vida entera
como un tornado escupiendo
sangre.
¡Manga de hijos de puta
me dieron justo en el corazón!
Nota:
1 Escrache: costumbrismo suramericano que indica que se
hacen evidentes los antecedentes o características de una persona o cosa. Los jóvenes
y organismos de derechos humanos lo emplean para señalar la presencia en las
ciudades, pueblos y barrios de miembros de los aparatos de terror, tortura y
desaparición de personas, o sus cómplices, durante las dictaduras del siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario