https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Gila |
El
principal diccionario de la lengua castellana da las siguientes acepciones para
las voces “solución” y “colusión”. Para “solución”, afirma que es acción y
efecto de disolver | acción y efecto de resolver una duda, dificultad o
problema | satisfacción que se da a una duda, o razón con que se disuelve o
desata la dificultad de un argumento | en el drama y poema épico, desenlace de
la trama o asunto | paga, satisfacción | desenlace o término de un proceso, de
un negocio, etc. | en las matemáticas, cada una de las funciones o cantidades
que satisfacen las condiciones de un problema o de una ecuación.
Pero en
el caso de “colusión” solamente da una, y es del vocabulario jurídico: pacto
ilícito en daño de tercero.
Es
decir, una “colusión” puede ser, sin ninguna duda, la solución y desenlace para
un proceso o negocio que así se paga… Pero esa “solución” está basada en un
pacto ilícito en daño de tercero, o terceros…
Llegados
hasta aquí, estimados lectores, veamos que “estimar” no siempre es laudatorio o
amable –como ahora–, sino que también permite cuantificar ruindades1:
«Calcular el valor de algo» y «Creer o considerar algo a partir de los datos
que se tienen»)2. Estemos de acuerdo en que en la época presente y
contrariamente al empeño de diarios, portales, de virreyes y sus cortes,
enriquecer el vocabulario es imprescindible. Nos mienten a lo bruto, no lo
seamos…
Pero
esto de no ser brutos, es como el caso de los guisos de lentejas o incluso del
puchero que, aunque lo parezca, no es fácil cocerlos. (En esta conclusión se
afirmaba un tío abuelo solterón que había sido cocinero de estancia y que en su
vejez sin jubilación alternaba domicilio con mis viejos y nosotros y, también,
en casa de un tío de mi niñez, Manolo, en Villaguay, Entre Ríos.
¿Qué hacer?
Tentado
estoy para el caso recomendar la lectura de ese tratado de política escrito por
Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, entre los años 1901 y 1902, cuando el debate
entre los socialdemócratas rusos sobre el tipo de partido y organización para
la toma del poder político y desplazar de la historia a la monarquía zarista y
corrupta. Podría recomendarse, también de Vladimir Illich, El Estado y la revolución, de 1917, ya en los prolegómenos de la
revolución de octubre.
En
Suramérica, los pueblos al occidente y el oriente frente al gran estuario, o en
la franja trasandina, no hemos logrado todavía y menos por algo así como una
iluminación celestial la madurez para resolver nuestro propio futuro. No,
seguimos en idas y vueltas, ignorancias, pleitos banales y a merced de los
fabricantes de pensamiento acrítico (escribimos bien: a-crítico, no-crítico),
escuderos de sus propios negocios suficientemente diversificados y
constructores de discursos e imágenes de ocasión y de cierre de la historia…
Oclusión
Para
remate, y con las mismas siete letras (ce-i-ele-o-ese-u y ene) con las que según
su orden en la palabra puede escribirse tanto “solución” como “colusión”,
también se lo puede hacer para expresar una acción que según quiénes y cómo la materialicen puede ser lamentable o no, necesaria, de cierre de una época. Oclusión refiere, en las prácticas médicas, a la acción y el efecto de
cerrar, de impedir el paso, de no dejar pasar…
Así
estamos en una extendida geografía suramericana. La cerrazón y oscuridad
intelectuales de un mero pensamiento más menos inteligente que inteligentemente
útil, tanto de un lado como del otro de “la grieta” que tanto alinea en un
flanco escuálidos macristas como del otro no menos escuálidos antimacristas (en
cada país serán según el apelativo del encargado de la “gestión político
mafiosa de negocios de la elite”).
Lo
expresado hasta ahora no es manifestación de otra cosa que no sea ese optimismo
de la voluntad en lucha con el pesimismo de la razón que a inicios del siglo
pasado el italiano Antonio Gramsci reflejó en sus escritos y, por caso,
especialmente en una carta a una amiga, Julia.
El
filósofo catalán Francisco Fernández Buey (1943-2012), refirió así a esa carta
en el sitio web de la Associació Catalana d’Investigacions Marxistes3:
Gramsci cuenta a Julia que ha recibido desde Italia
una misiva de una compañera rusa que estuvo con Rosa Luxemburg en Alemania y
que también ella, que no es precisamente "de temperamento italiano",
le escribe descorazonada y desilusionada. En ese contexto confiesa que "le
están pidiendo demasiado" y que eso le "impresiona de una forma
siniestra". De manera que el hombre que por entonces está escribiendo en
la prensa del partido "contra el pesimismo" de los otros se siente
solo, no acaba de superar la enfermedad, siente que algo se ha roto en su
interior y necesita unas fuerzas que sólo le pueda dar, espiritualmente, la
mujer, una mujer de la que, por otra parte, él mismo sospecha que está algo más
que fatigada.
Si no se quiere trivializar la conocida frase
pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad –tantas veces repetida a
cuenta de Gramsci y fuera de contexto– conviene atender a este trasfondo
psicológico y sentimental que es propiamente lo que da vida a la misma. Su
artículo "contra el pesimismo", publicado en el número dos de L´Ordine Nuovo quincenal (15 de marzo de
1923) es realmente un artículo contra el pesimismo de la voluntad, contra el
escepticismo existente en las propias filas sobre el futuro político y sobre el
papel del partido comunista en formación; es un artículo contra el fatalismo y
el determinismo, contra la vuelta a un estado de necesidad del que el propio
Gramsci participó unos años antes.
La diferencia entre lo que se dice en él y lo que
Gramsci está diciendo por esos mismos días a Julia está en el hecho de que en
el plano público, político, la reafirmación de la voluntad, del optimismo de la
voluntad, tiene que quedar deslindada del equilibrio sentimental de los sujetos
que han de actuar. Y, sin embargo, al acentuar la crítica política al pesimismo
de la voluntad es evidente que quien lo hace, el propio Gramsci, no sólo asume
sino que reafirma una responsabilidad para la que, privadamente, reconoce no
tener fuerzas suficientes. De donde resulta, paradójicamente, que estas
fuerzas, la reafirmación de la voluntad necesaria para combatir el pesimismo
político, tienen que venir de la debilidad del otro, de la otra, que es la que
da el equilibrio de la relación sentimental.
Sigamos…
—¿Qué va
usted a hacer con esta realidad que ahora estamos viviendo, “matal-le”? –me
pregunto y pregunto al lector, como puesto al teléfono preguntaba el
españolísimo Miguel Gila, y tras poco “pensal-lo”, me digo:
—Y… ¡Sí!
¡Quitárnosla de encima!... ¿Pero… ¿Qué usted haría?
Notas:
1 Y ya que estamos
exigiendo respuestas al mataburro sobre la calidad de “ruin” propia de la ruindad,
el libro de marras principalmente dice: vil, bajo y despreciable | de malas
costumbres y procedimientos |dicho de una costumbre o de una cosa: mala | mezquino
y avariento | en lenguaje coloquial se emplea «el ruin, delante […], para poner
en evidencia a quien se nombra antes de otra persona o toma el primer lugar» …
2 Sobre
estimar dice el diccionario castellano: calcular o determinar el valor
de algo. Estimaron los daños en mucho dinero | atribuir un valor a algo. Si en algo estimas mi amistad, no hagas eso | sentir
afecto o aprecio hacia alguien. Siempre te hemos estimado | creer
o considerar algo a partir de los datos que se tienen. Estimaron
que no era oportuno asistir | creer o considerar que algo es de una
determinada manera. Estimó adecuado el tratamiento | en el
lenguaje del Derecho: Aceptar una petición, demanda o recurso.
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