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sábado, 4 de junio de 2016

Sospecha lacerante…







“Desmiento que el Presidente @mauriciomacri esté internado. Está reunido en su despacho de Olivos con 4 periodistas!!!”1, escribió ayer en la red Twitter, se dijo, una colaboradora de Iván Pavlovsky, vocero gubernamental en la margen occidental del estuario rioplatense, procurando ocultar que una repentina arritmia cardíaca había motivado la internación médica con cierto apuro del virrey para realizarle estudios clínicos.

Más allá de pensarse que no es lo más común que por exceso de alegrías se alteren los ritmos cardíacos como para motivar tales estudios de urgencia, en concreto, en los observadores suspicaces se avivó una lacerante sospecha.

El o lo establecido en el edificio Casa Rosada, de la Ciudad de Buenos Aires, y en el caso al que se alude en la ya histórica Residencia Presidencial de Olivos que reemplazó a mediados del siglo pasado a la de la avenida Las Heras –en la entonces Capital Federal–ejerciendo en uno u otro sitio un poder político tan discrecional como concentrado no únicamente en la región rioplatense –si no poder propio, delegado– podría efectivamente ser un robot humanoide o, si no eso, un parásito robótico que anida y ejerce control sobre un espécimen humano (producto de fecundación, gestación y parición humana por más mal que todo ello hubiera podido ocurrir)…

Así, se confirmaría, el denominado “@mauriciomacri” sería un artefacto periférico permanente y fielmente comandado online por no otro que el mismísimo Big Brother…

Quizá, más adelante, puedan llegar a descubrirse otras incógnitas. Ojalá, se lo aspira ahora con cruda seriedad y acabado el juego irónico, antes se encuentre un camino popular e inteligente que evite más penurias y quizá horrores…

Nota sintáctica y ortográfica:

1 Cuando con un específico cargo se destaca a una persona antecediendo con aquél el nombre de tal persona, aun siendo ese cargo de relevante importancia o, por caso, único, nunca se escribe con inicial mayúscula. Ello se hace sólo cuando se da referencia de esa persona aludiendo sólo a su cargo, por ejemplo: “con ustedes, el Virrey”, pero si se expresa con referencia también a su nombre se escribe: “ha llegado el virrey Mauricio”.
Además, a) los signos ortográficos en castellano se colocan siempre de a pares, al iniciarse y concluirse la frase destacada como interrogación, exclamación, paréntesis, etc.; y b) las cantidades de entre una y nueve unidades de lo que sea se expresan con letras y no con números: uno, dos, tres… ocho o nueve (esta regla se hace extensiva a la escritura de cifras no precisas, de cantidades de tiempo transcurrido y edades de las personas: “llegaron cerca de cincuenta ciclistas”, “pasaron doce años tranquilos” o “tuvo un incidente cardíaco apenas haber cumplido cincuenta y siete años”. 

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