Rodolfo Nin Novoa, ministro de
Relaciones Exteriores del presidente Tabaré Vázquez, en Uruguay, manifestó al
diario El PaísI, de
Montevideo, el pasado 4 de agosto: «Aspiro a no ver más propaganda de “no al
TISA” en la educación», afirmando que él considera que «esto se maneja sobre
una premisa falsa, errónea».II
También, Nin Novoa expresó al El País que «tenemos que estar [en el
TISA], después en el balance firmamos o no firmamos, no [podemos no] estar en
una negociación de ésta[s] en un mundo que se mueve en bloque. Vayamos y
negociemos, no hay otra manera, hay que estar para negociar».
Manifestó que en el Gobierno
uruguayo «se negocia» si se va a incluir en el TISA el tema de las «telecomunicaciones».
Concretamente el diario lo cita así: «negociando si se va incluir, pero la
gente está cerrada (en referencia a Antel [la empresa estatal uruguaya de
telecomunicaciones]) a abrir el acuerdo. En ese caso el (Poder) Ejecutivo
respetaría y trataría de buscar un acuerdo con el cual Uruguay presente una
oferta».
Sin duda las manifestaciones del
ministro de Vázquez son tan imprecisas como ligadas a un tradicional papel de
oscuras intermediaciones que han sido denunciadas como de triangulación fiscal.
Tras destacar el ministro que Uruguay, Paraguay y Paquistán son los únicos
países que en las conversaciones sobre el TISA no han todavía presentado
ofertas, argumenta que «hay que presentar una aunque sea, porque sería un
papelón no hacerlo […] Vamos a presentar algo en servicios financieros»,
adelantó, y agregó que al respecto «hay un pensamiento también absolutamente
distorsionado» y por eso muchos lo critican. «Servicios bancarios, financieros,
turísticos, profesionales y movilidad de personas integrarán el TISA», dijo Nin
Novoa. Todo –a nosotros nos queda muy claro–, sino abiertamente en contra al
menos de espaldas a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), a la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y al MERCOSUR (Gervasio Espinosa.
Los textos aclaratorios entre corchetes son de mi responsabilidad).
I
El diario El País es desde su
fundación en 1918 está alineado con el Partido Nacional (Blanco) al que
pertenecen el ex presidente Luis Alberto Lacalle, su hijo y reciente candidato
presidencial Luis Alberto Lacalle Pou, y también el dirigente del interior
Jorge Larrañaga. Este matutino, de notoria orientación opositora al Frente
Amplio, es miembro de la SIP y habitual reproductor de noticias y opiniones
originada en empresas periodísticas de Buenos como La Nación, férreamente opositoras a gobiernos como los de
Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador, entre otros, a los que se tilda de
“populistas” o lisamente “dictaduras”, como para el caso del de Cuba. Rodolfo
Nin Novoa (67), desde 1970
ha sido dirigente gremial agropecuario y tras el final
de la dictadura (1985) dirigente y convencional del Partido Nacional (Blanco),
intendente del Departamento de Cerro Largo, e integró el Directorio Nacional de
ese partido, hasta que en 1994 lo abandona y crea Encuentro Progresista con el
que forma alianza con el Frente Amplio, siendo vicepresidente durante el primer
gobierno de Tabaré Vázquez (2000-2005). Entre los años 2010 y 2015 fue senador
elegido de las listas de la agrupación interna Frente Liber Seregni que lidera
el actual vicepresidente Danilo Astori.
II Roberto Markarian es el Rector de la estatal Universidad de la República
Oriental del Uruguay que, según publicó el mismo diario El País el viernes 26 de junio de 2015, habría llamado por teléfono
al ministro Nin Novoa solicitándole información sobre los temas que estudia y
conversa la representación uruguaya en las tratativas referentes al TISA. Siempre
según el diario, el rector Markarian manifestó a los miembros del Consejo
Directivo Central de la Universidad que Nin Novoa, el ministro de RR.EE., había
enviado al rectorado dos documentos que «tienen que ver con salud y no con
educación», y que «La información que me mandó Nin, es la información que Nin
tiene, no es que me esté ocultando información. Es molesto querer opinar sobre
una cosa y que la información a nivel nacional sea tan poca. El gobierno no
está negando información, no tiene información. Ahí uno puede pensar cómo es
que se está haciendo una negociación con tan poca información a nivel nacional».
Véase http://www.elpais.com.uy/informacion/gobierno-no-informaciondel-tisa.html
alai amlatina,
10.8.2015
Auténticos amigos de
las trasnacionales, por Silvia Ribeiro
El Acuerdo de Comercio en Servicios que negocian en secreto
gobiernos de cincuenta países, incluido México (TISA por sus siglas en inglés),
supera todo lo que se ha visto hasta el momento en materia de tratados
internacionales en pos de dar beneficios irrestrictos a las empresas
trasnacionales contra los intereses y el bien público. El término
“servicios” en este contexto abarca desde agua y alimentación, a salud,
educación, investigación, comunicaciones, correos, transportes,
telecomunicaciones, comercio electrónico, venta minorista y mayorista,
servicios financieros, y mucho más, incluso los mal llamados “servicios
ambientales” relacionados a bosques, sistemas hidrológicos y otras funciones de
los ecosistemas. ¡Hasta los migrantes se incluyen en el tratado como supuestos
“proveedores de servicios”! El sector servicios es además el mayor
empleador de los países de ingresos altos y medios, son enormes los impactos
contra derechos laborales y sindicales.
Las negociaciones y textos que se discuten son secretos,
pero Wikileaks, a través de medios como La
Jornada, los ha filtrado desde 2014, la versión más reciente en julio 2015.1
De lo contrario no conoceríamos lo que discuten desde 2012, pese a que si lo
consiguen, tendrá consecuencias de amplio alcance en la vida de todos en los
países participantes y mucho más allá, ya que el bloque negociador avizora
imponer este mismo marco al resto de los países.
El TISA integra un paquete de varios tratados comerciales en negociación en los que un grupo de países, Estados Unidos a la cabeza, busca afianzar el mercado de sus empresas y su esfera de poder comercial, financiero y político. Los más significativos son la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión y el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TTIP y TPP por sus siglas en inglés). El primero es entre EU y Europa (llamado informalmente OTAN económica) y el segundo entre Estados Unidos y varios países del Pacífico.
El más amplio temática y numéricamente es el TISA, en el que actualmente participan cincuenta países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, de Europa, Australia, Japón –entre otros asiáticos–, y varios latinoamericanos: Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay. Juntos representan el 68% del comercio en servicios a nivel global.
Es notoria la exclusión de países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), aunque China pidió, infructuosamente, incorporarse al TISA. Es clara la intención de afirmar la competencia económica con ese bloque y otros del Pacífico liderados por China.
Estados Unidos y los iniciadores del TISA –que responden a la demanda de poderosísimos grupos trasnacionales financieros y cadenas de supermercados, entre otros– se llamaron a sí mismos «auténticos buenos amigos de los servicios», en referencia irónica al grupo de negociación sobre liberalización de servicios dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC), al que consideran estancado, pese a que implica también severos impactos negativos para la mayoría de la gente. La OMC no es más transparente o democrática, allí también los acuerdos se negocian en secreto, entre grupos de países auto-elegidos, que finalmente van a un plenario de miembros que poco pueden hacer para cambiar lo ya pactado previamente entre algunos.
La diferencia con el TISA, además de contenidos, es que ni siquiera formalmente se proponen pasar por otra instancia fuera del club de los elegidos, antes de finalizar el acuerdo. El texto será confidencial por cinco años después de acordado y los Congresos de los países –donde esto se requiera– sólo podrán aceptar o rechazar el paquete entero, como caja negra. Paradójicamente, el TISA exigirá total transparencia de parte de los Estados sobre sus compras públicas, servicios y normativas, y antes de concretarlas, estará obligado a consultarlas primero con las empresas.
Obviamente, el TISA facilitará mayor privatización de servicios públicos, lo cual es de por sí devastador, porque sectores como salud, educación, agua, saneamiento, electricidad y muchos otros, no son “mercados” sino necesidades básicas de la sociedad que deben ser cubiertas socialmente más allá de la situación geográfica o económica de los que las necesitan. Esto ya ha sufrido una brutal erosión en muchos países y el TISA se propone ahondarla.
Pero además, está diseñando una completa desregulación de los servicios privados. Por ejemplo, Walmart, la mayor empresa del planeta y el mayor empleador privado de Norteamérica (con efecto devastador sobre salarios y derechos laborales) participa activamente en las negociaciones del TISA a través de la Coalición de Industrias de Servicios, y espera que este acuerdo lo «libere de las normativas gubernamentales en zonificación y tamaño de las tiendas» así como de regulaciones sobre venta de alcohol, cigarrillos, etc.2
Otros elementos nuevos y claves del TISA son el llamado mantenimiento del status quo y “cláusula de trinquete”. Según esto, los países del TISA no podrán hacer en el futuro ninguna ley o normativa, o cambiar cualquier política, que afecte lo acordado.
Por si fuera poco, todo lo que se defina como servicio, quedará automáticamente incluido –incluso lo que ahora no exista, por ejemplo nuevas coberturas de salud, etc.– porque sólo habrá listas de exclusión que presenten los países durante la negociación y sean aprobadas.
Son tantas las perversiones de este tratado, que urge conocerlo y actuar contra él, desde donde estemos, como ya hacen organizaciones sindicales, ambientales, sociales. Una buena noticia fue el paro general que realizó la central de trabajadores PIT-CNT de Uruguay este 6 de agosto, que incluyó en sus demandas el “rechazo total y absoluto al TISA”.
Notas:
El TISA integra un paquete de varios tratados comerciales en negociación en los que un grupo de países, Estados Unidos a la cabeza, busca afianzar el mercado de sus empresas y su esfera de poder comercial, financiero y político. Los más significativos son la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión y el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TTIP y TPP por sus siglas en inglés). El primero es entre EU y Europa (llamado informalmente OTAN económica) y el segundo entre Estados Unidos y varios países del Pacífico.
El más amplio temática y numéricamente es el TISA, en el que actualmente participan cincuenta países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, de Europa, Australia, Japón –entre otros asiáticos–, y varios latinoamericanos: Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay. Juntos representan el 68% del comercio en servicios a nivel global.
Es notoria la exclusión de países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), aunque China pidió, infructuosamente, incorporarse al TISA. Es clara la intención de afirmar la competencia económica con ese bloque y otros del Pacífico liderados por China.
Estados Unidos y los iniciadores del TISA –que responden a la demanda de poderosísimos grupos trasnacionales financieros y cadenas de supermercados, entre otros– se llamaron a sí mismos «auténticos buenos amigos de los servicios», en referencia irónica al grupo de negociación sobre liberalización de servicios dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC), al que consideran estancado, pese a que implica también severos impactos negativos para la mayoría de la gente. La OMC no es más transparente o democrática, allí también los acuerdos se negocian en secreto, entre grupos de países auto-elegidos, que finalmente van a un plenario de miembros que poco pueden hacer para cambiar lo ya pactado previamente entre algunos.
La diferencia con el TISA, además de contenidos, es que ni siquiera formalmente se proponen pasar por otra instancia fuera del club de los elegidos, antes de finalizar el acuerdo. El texto será confidencial por cinco años después de acordado y los Congresos de los países –donde esto se requiera– sólo podrán aceptar o rechazar el paquete entero, como caja negra. Paradójicamente, el TISA exigirá total transparencia de parte de los Estados sobre sus compras públicas, servicios y normativas, y antes de concretarlas, estará obligado a consultarlas primero con las empresas.
Obviamente, el TISA facilitará mayor privatización de servicios públicos, lo cual es de por sí devastador, porque sectores como salud, educación, agua, saneamiento, electricidad y muchos otros, no son “mercados” sino necesidades básicas de la sociedad que deben ser cubiertas socialmente más allá de la situación geográfica o económica de los que las necesitan. Esto ya ha sufrido una brutal erosión en muchos países y el TISA se propone ahondarla.
Pero además, está diseñando una completa desregulación de los servicios privados. Por ejemplo, Walmart, la mayor empresa del planeta y el mayor empleador privado de Norteamérica (con efecto devastador sobre salarios y derechos laborales) participa activamente en las negociaciones del TISA a través de la Coalición de Industrias de Servicios, y espera que este acuerdo lo «libere de las normativas gubernamentales en zonificación y tamaño de las tiendas» así como de regulaciones sobre venta de alcohol, cigarrillos, etc.2
Otros elementos nuevos y claves del TISA son el llamado mantenimiento del status quo y “cláusula de trinquete”. Según esto, los países del TISA no podrán hacer en el futuro ninguna ley o normativa, o cambiar cualquier política, que afecte lo acordado.
Por si fuera poco, todo lo que se defina como servicio, quedará automáticamente incluido –incluso lo que ahora no exista, por ejemplo nuevas coberturas de salud, etc.– porque sólo habrá listas de exclusión que presenten los países durante la negociación y sean aprobadas.
Son tantas las perversiones de este tratado, que urge conocerlo y actuar contra él, desde donde estemos, como ya hacen organizaciones sindicales, ambientales, sociales. Una buena noticia fue el paro general que realizó la central de trabajadores PIT-CNT de Uruguay este 6 de agosto, que incluyó en sus demandas el “rechazo total y absoluto al TISA”.
Notas:
*Silvia
Ribeiro es periodista mexicana e investigadora del Grupo ETC (Erosión,
Tecnología y Concentración corporativa) http://www.etcgroup.org/es/about.
El presente artículo ha sido difundido por alai amlatina
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/171619
1 Véase http://wikileaks.jornada.com.mx/
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1 Véase http://wikileaks.jornada.com.mx/
2 Véase E. Gould, ISP, 2014 en http://www.world-psi.org/sites/default/files/documents/research/report_tisa_esp_lr_2.pdf
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