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miércoles, 8 de enero de 2014

María Laura dice estar decepcionada con el uruguayo diario “la diaria” por su “silencio sobre lo que pasa en Argentina”…



Dos muchachas de agradables rostros se llaman así, una en Uruguay y la otra en Argentina. No sé cuál de ellas, o si fue otra mujer de iguales nombres y apellido que ellas dos, chateó en el cotidiano periodístico la diaria, de Montevideo, expresando su decepción descripta en el título. Una de las María Laura que he encontrado en la red, la uruguaya, es traductora egresada de la Universidad de La República; otra, la argentina, es egresada de la Universidad de Buenos Aires con especialización en relaciones humanas. He visto sus fotos en un sitio de la Internet con currículum vítae profesionales, pero obviamente he considerado una impertinencia copiarlas y publicarlas aquí.

Otros lectores de la diaria, en el mismo espacio del “micro chat”, le han preguntado a María Laura qué es lo que pasa en Argentina, la han invitado a ser más explícita. Por la decepción que manifiesta la lectora puede intuirse tanto que pasan cosas tristes, malas, peligrosas o más o menos felices, beneficiosas para la sociedad  y que no implican serios riesgos en sí mismas, y que en un caso como en el otro un diario de la calidad periodística y cultural propias de la diaria debería por obligación ética reflejar, y hasta investigar.

A mí también me embarga la duda sobre las cosas que habrían sucedido o suceden todavía en Argentina y que hacen que se decepcione con el diario la María Laura que así se ha manifestado, que no sé si es uruguaya o es argentina. Quizá en su más profunda y auténtica identidad sea como yo, rioplatense, y como también yo, igual que ella, lectora de la diaria.

Con mi entrerriana compañera de la vida desde hace cuarenta y siete años tenemos, desde más o menos un cuarto de ese lapso, dos pies en tierra de un lado del gran estuario y otros dos del otro (en ambos, quiero destacar, lejos de los bacanales “ruidos” de los ricos y famosos). Es decir, cada uno de nosotros un pie entre uruguayos y otro entre argentinos, para eso de andar mezclando bien el polvo de los caminos. En oriente, una vecina, universitaria, creemos que psicopedagoga, con señas de preocupación en el rostro nos decía meses pasados: “Qué mal que están ustedes en Argentina…”.

Quizá la María Laura de la decepción si se nos cruzara, y con gesto distendido, nos manifestaría: “Pero qué bien que están en Argentina”.

Ni tan calvos ni tan pelados (ni tanto perdimos el pelo ni tanto nos esquilaron)…

En Argentina estamos tan bien y tan mal como en Uruguay. El Frente Amplio uruguayo no es muy diferente ni está en las antípodas del Frente para la Victoria argentino, y en ambos gobiernos ejercidos por estas dos coaliciones de centro e izquierda (no de centroizquierda) se expresan disputas propias de la sociedad que las constituye: los acomodados no quieren resignar comodidades, los incómodos necesitan acomodarse, y los acomodadores de ninguna manera aceptan quedar de a pié. Y hay otro factor a tener en cuenta: secundados por sus acomodadores todos los acomodados manejan dos discursos, el discurso convincente de que “con este gobierno estamos mal” y otro tan convincente como el primero: “nunca estuvimos mejor que con este gobierno”. Uno de ellos es el dominante… ¿cuál?

Y teniendo en cuenta aquel factor recién referido podemos deducir que lo que peor nos pone a los pueblos en Uruguay y en Argentina es perder objetividad en los análisis y sostener caracterizaciones sobre unos y otros ajenas a nuestros realmente propios y populares intereses comunes. Y entonces, comprendiéndolo, estaríamos mucho mejor, porque entre rioplatenses y en el marco suramericano y latinoamericano nos ligaríamos en una constructiva sinergia, novísima palabra en el uso dialectal antes recluida solamente a los claustros (del griego συνεργία, cooperación: acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales).

¡Ah!, falta ver lo del dólar “blue”, la cotización del peso argentino con referencia a otras divisas y la retransmisión de Lanata por la televisora filial en Pan de Azúcar del canal 10 de Montevideo. María Laura, ¿usted cree que los bancos hacen beneficencia? No, no lo cree, estamos de acuerdo. Cuando con mi compañera pagamos con la tarjeta de débito argentina en Uruguay en un supermercado, la proveeduría del pueblo, en ANCAP o en una ferretería, la operación se realiza al cambio de un peso argentino igual a 3,40 pesos uruguayos. Pero, si vamos al cambista que se rige por la cotización del “mercado” por cada argentino nos dan hoy apenas 1,50 uruguayos… La especulación nos hace una retención mayor a la del 35 % que nos hace la agencia estatal de impuestos argentina (AFIP), y que si no nos corresponde tributar sobre las ganancias y los bienes personales nos la devuelve. Sí, nos la devuelve. El Estado argentino simplemente retiene preventivamente ese porcentaje ante la posibilidad de que pudiéramos estar eludiendo obligadas contribuciones propias o ajenas, en el último caso como intermediarios. ¿Y que hace la pequeña burguesía uruguaya con esos pesitos argentinos que compra tan baratos?, va corriendo a Buenos Aires a proveerse de ropa, televisores y chucherías… de los que quizá después se desprende previo pago de “fuertes pesotes” orientales. Torpe manganeta que nos hace mal a uruguayos y argentinos de buena fe (propietarios y arrendatarios en Punta del Este quedan exceptuados de la calificación), y especialmente perjudica a la pequeña industria uruguaya sobreviviente del neoliberalismo extremo de blancos y colorados.

Para colmo de los colmos, la famosa Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), un ente binacional compuesto por los dos Estados, Uruguay y Argentina, fija las tarifas de peaje en los puentes sobre el río de los pájaros según una “relación blue”. ¡Pepe y Cristina, hagan parar la mano!1 Ve, María Laura, en estas cosas tenemos que ponernos de acuerdo (otros temas y Lanata, ahora, los dejamos pendientes). ¡Abrazos!

Nota:
1 Ver en este mismo blog «Puentes “azules” sobre el río Uruguay», 26.11.2013.

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