En India, según reflejan agencias internacionales a las que
hay que leer con precaución y preventiva desconfianza, ocurrirían perversiones
éticas en perjuicio de la salud sexual de las personas. Días pasados un consejo
tribal que habría encontrado a una muchacha “culpable de enamorarse” ordenó que
trece varones la
violaran. Intervinieron la justicia y la policía de Bengala
Occidental y fueron detenidos los trece hombres, entre los que se encontraba el
jefe de aquel consejo (http://www.europapress.es/internacional/noticia-policia-detiene-trece-personas-violacion-mujer-ordenes-tribunal-tribal-birbhum-20140123080031.html).
En todo el mundo, y principalmente en los países que en las
estadísticas socioeconómicas se destacan como de avanzado “desarrollo humano”,
hay un recrudecimiento de la necedad y la brutalidad. En
“Puntos de partida” –La diaria,
Montevideo, http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/1/puntos-de-partida/–
la periodista uruguaya Lourdes Rodríguez aborda con suma precisión
y ética un caso recientemente sucedido en un camping de las playas oceánicas de
su país. Las tecnologías de la comunicación, que por sí solas no son ninguna
panacea, facilitan con más velocidad que la de la capacidad de reflexión humana
de muchos de sus usuarios, barbaridades sumamente dañinas de la intimidad de
las personas, del mismo tenor de las que ocurren, se dice, en obtusas
comunidades tribales de la India.
Puntos de partida, por Lourdes Rodríguez
La semana pasada comenzó a circular por la aplicación de
mensajería instantánea WhatsApp un video de contenido sexual en el que aparece
una mujer con un grupo de hombres en un vestuario, que después se supo que se
trata del baño del camping de Santa Teresa, en Rocha. Debido a la difusión
masiva que tuvo el video a través de esa red, la mujer realizó la denuncia el
domingo pasado en la comisaría de La Coronilla. Los antecedentes fueron elevados a la
jueza de Chuy Laura Sunhary. Según informó Subrayado, la mujer identificó a
cuatro de los cinco hombres que se ven en el video. Ayer Montevideo Portal
publicó que varios funcionarios del Parque Santa Teresa, entre ellos militares,
policías y personal de limpieza, declararon por el caso del video. Vi el video
en cuestión.
Primero: haya dado o no su consentimiento para los actos
sexuales, la mujer de 27 años es víctima de abuso porque, para empezar, no dio
su consentimiento para difundir el video.
Segundo: el abuso que ejercen sobre la mujer -que no
manifiesta señales de disfrute- los hombres (por lo menos, cinco) que le
sostienen la cabeza para que les practique sexo oral, es clarísimo.
Tercero: el consumo de alcohol o de otras drogas puede ser
un hecho presente en la situación, que agrave el desborde, pero no es una
excusa ni es causante de los actos.
Cuarto: qué fácil es hablar de lo “trola” o “puta” que es la
mujer que aparece en el video y no de la actitud despreciable y condenable de
los hombres que disfrutan, filman y difunden el abuso de manera cobardemente
anómina por las redes sociales y amparados por la legitimidad social que les da
-les sigue dando- el statu quo.
Quinto: esos hombres no son representativos de todos los
hombres, ni de los muchísimos hombres que día a día se desmarcan de los
discursos y las pautas culturales que sostienen la subordinación de las
mujeres.
Sexto: todas las personas tienen derecho a ejercer su
sexualidad libremente. No importa y no puede volverse condenable socialmente
cuántas personas adultas participan en la privacidad del acto, ni lo que hagan,
ni cómo lo hagan, ni su identidad de género -si son varones, mujeres, trans-,
ni su orientación sexual. Importa que cada una de las personas que participen
en un acto sexual respeten la voluntad y el consentimiento de la otra o las
otras.
Séptimo: por supuesto que la explotación sexual de niños,
niñas y adolescentes, absolutamente condenable y sin excusas, merece un
capítulo aparte.
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