Una
vez que los espacios de la periferia fueron incorporados a las relaciones
capitalistas de producción, el imperialismo siguió avanzando más allá de los
límites impuestos por la geografía mediante la mercantilización de sectores de
la vida económica y social antaño preservados al margen de la dinámica
predatoria de los mercados, como los servicios públicos, los fondos de pensión,
la salud, la educación, la seguridad, las cárceles y otros por el estilo.
Atilio
Boron1
Uruguay ingreso al Trade in Services
Agreement (TISA) sin que exista una discusión nacional sobre la
conveniencia o inconveniencia de este acuerdo de libre comercio de servicios. Una
medida que demuestra las grandes debilidades del gobierno de José Mujica en lo
que refiere a su política de inserción internacional y a la transparencia de
sus acciones. Teniendo en cuenta el modelo económico que se aplica en el país y
lo señalado en artículos anteriores sobre el TISA2.
En febrero del 2015, en la página del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Canadá se publicó la siguiente noticia:
Nos complace anunciar que los
países miembros del TISA han dado la bienvenida a Uruguay en las
negociaciones. En la actualidad hay 24 países que participan en las
negociaciones TISA: Australia, Canadá, Chile, Taipei, Colombia, Costa
Rica, los de la Unión Europea, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein,
Nueva Zelanda, Noruega, México, Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, Corea del
Sur, Suiza, Turquía, Estados Unidos de América y Uruguay.3
Uruguay fue aceptado –luego de que el Congreso de Estados
Unidos diera luz verde para que así lo hiciera–, y participó de las
negociaciones a partir del 9 de febrero. Es decir, Uruguay empezó a participar
en las negociaciones aceptando los acuerdos realizados hasta el momento de su
incorporación. Acuerdos cuyo contenido se desconoce y que comprometen el futuro
de todos los uruguayos.
La primera noticia pública sobre este tema se tuvo el 2 de
mayo de 2014, cuando la Agencia EFE informó desde Bruselas que Uruguay
había solicitado ingresar el TISA en setiembre de 2013, y que el
comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht, manifestaba que «La Unión
Europea celebra el interés de Uruguay por unirse a las negociaciones del TISA y
respalda firmemente su participación de ahora en adelante». Gucht afirmó,
además, que el ministro uruguayo de Relaciones Exteriores, Almagro Lemes, ha
garantizado que su país «comparte los objetivos de las negociaciones del TISA»
y que «respetará los resultados de la negociación logrados por otros
participantes si se une a ellas».4
Dicha declaración entra en contradicción con lo sostenido
por el canciller Almagro en múltiples instancias en las que declaró que sí
Uruguay es admitido se tomará conocimiento «del material de base sobre el cual
se está negociando y de las respectivas ofertas», y se estará «en condiciones
de evaluar la conveniencia de entrar».
El canciller en esa misma entrevista afirmó, utilizando un
discurso elogioso e impreciso que el TISA tiene como objetivo «establecer un
régimen de comercio más amplio, flexible y predecible […] lo suficientemente
claro para no impedir que cada gobierno ejerza su propia soberanía para regular
ciertos sectores […] que las disposiciones del acuerdo estarán sujetas a
excepciones generales, a excepciones relativas a la seguridad y a excepciones
prudenciales en el caso de los servicios financieros», y que Uruguay podrá
incluir sectores que quieran proteger «en listas de excepción».
El gobierno uruguayo ingreso al TISA inmediatamente después
de ser aceptado lo cual implica que adhirió a tapas cerradas, lo que es muy
poco probable, o conocía y acepó el contenido de dichos acuerdos que siguen
siendo secretos.
Los principales referentes del Frente Amplio en el
senado sobre asuntos internacionales consultados en aquel momento –Enrique
Rubio, Eduardo Lorier y Alberto
Couriel– desconocían el tema, y el asesor de la presidencia del FA en
política exterior, José Bayardi, afirmó que no se había
discutido en la coalición.
Si fue sorprendente que el Gobierno uruguayo
hubiera solicitado participar en esas negociaciones sin informar públicamente,
la sorpresa es mucho mayor ahora, cuando ya se ingresó al TISA, y es notorio
que todos aquellos que tomaron conocimiento del tema no hicieron lo
necesario para generar un proceso de discusión amplio y abierto que convalidara
o cuestionara lo que estaba haciendo el Gobierno.
Debe destacarse que sí bien no existen voces discrepantes en
el ámbito político, el movimiento sindical resolvió: «Rechazar el ingreso de
nuestro país a estos tratados, ya que esto pondría en riesgo el patrimonio y la
soberanía nacional, ya que la intención es liberalizar y desregularizar los
mercados»5. La Confederación Latinoamericana y del Caribe de
Trabajadores Estatales (CLATE) se expresó en el mismo sentido, al igual que lo
hizo la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE)6.
Por su parte, la Internacional de Servicios Públicos (ISP) desarrolla una
campaña contra el TISA en varios continentes.7
Ante un hecho de tan extraordinaria importancia cabe
preguntar: ¿por qué el gobierno de José Mujica no informó de los pasos que
se recorrieron para integrarse al TISA?, ¿cuáles son los motivos para integrarse
a un acuerdo multilateral que limita fuertemente las potestades de
decisión del Gobierno y la soberanía nacional? ¿El gobierno de Tabaré Vázquez
asumirá y continuará con esta política?, sí así lo hiciera ¿someterá
estas decisiones al conjunto de la nación o continuaran con el secreto de Estado?
En la siguientes rondas de negociaciones, la próxima es en
abril, Uruguay deberá presentar su lista de excepciones con los sectores de
servicios que desea proteger y, por defecto, todos los demás sectores que
quedarían sometidos a la liberalización con su consiguiente impacto sobre
trabajadores, empresarios, cooperativistas y usuarios.
¿Quién o quiénes, y con qué derecho, van a tomar esa
resolución? Nadie de los involucrados en estas negociaciones debería olvidar
que la democracia directa ha sido el arma utilizada por el pueblo para evitar
el desborde de los gobernantes.
Notas:
* Acuerdo de Comercio de Servicios
** El autor es director del
Instituto de Estudios Sindicales Universindo Rodríguez (INESUR), y miembro de
la Red de Economistas de Izquierda de Uruguay.
1 Atilio Boron, América Latina en la geopolítica del imperialismo, Ed. Luxemburg,
Buenos Aires, 2012, p. 23
2 “¿Por qué Uruguay solicito integrarse al TISA”, Semanario Voces, 10.7.2014 y 24.7.2014;
también en ¡Ansina es!... 11.7.2014
4 Natalia Uval, “Abierto a todo”, La Diaria, 17.7.2014
5 PIT-CNT, Mesa Representativa Nacional Ampliada,
17.3.2014
6 «El TISA intenta eliminar o reducir al máximo las
fronteras económicas internacionales, los sistemas regulatorios que preservan
los derechos de los trabajadores y el papel de las empresas y servicios
públicos. Todo lo cual genera pérdidas significativas de soberanía nacional y
derechos democráticos.» COFE, Montevideo, 20.8.2014
7 http://www.world-psi.org/es/informe-especial-de-la-isp-el-tisa-frente-los-servicios-publicos
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