Basta de disimulos. Obama ha decidido no marear más la
perdiz y dejar los subterfugios diplomáticos para otro momento. El Presidente
de los Estados Unidos ha dado una orden ejecutiva sin necesidad de pasar por el
Congreso para declarar una “emergencia nacional” frente a Venezuela por la
“amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior”.
En la misma declaración, como no podía ser de otra manera, el Premio Nobel de la Paz presume de estar
“comprometido en hacer avanzar el respeto por los derechos humanos”. Lo curioso
es que esto es afirmado por el mismo país que no ha firmado la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, considerada como una de las bases principales del
sistema interamericano de promoción y protección de los derechos humanos. Así,
Estados Unidos, el país de Guantánamo, el mismo que reconoció luego que no hubo
nunca jamás armas de destrucción masiva en Irak, el país que no firma el máximo
acuerdo en derechos humanos en toda América, es nuevamente quien pone el grito
en el cielo contra Venezuela.
Lo llamativo de esta declaración de amenaza de Estados
Unidos contra Venezuela, y no al revés como afirma el anuncio, es que se
realiza apenas 48 horas después de la visita oficial de Unión de Naciones
Sudamericanas (Unasur) a Caracas para tratar de promover el acercamiento entre
ambas partes, entre oposición y Gobierno. Esta delegación conformada por el
secretario de Unasur, Ernesto Samper, unido a los tres cancilleres designados
para esta tarea (Brasil, Colombia y Ecuador), abandonó el país dejando claro
los siguientes tres puntos: 1) “Unasur no avalará cualquier intento de
interrumpir la democracia en Venezuela”; 2) “todos los estados de Unasur, sin
excepción, rechazarán cualquier intento de desestabilización democrática de
orden interno o externo que se presente en Venezuela”; 3) “las elecciones
parlamentarias son el mejor medio para dirimir las diferencias”. Estas
declaraciones no gustaron en absoluto a la oposición venezolana. María Corina
Machado aseguró que solamente cree en un diálogo que permita avanzar hacia la
democracia y no para estabilizar la dictadura, y por su lado, Capriles fue muy
crítico contra este organismo que representa a una organización conformada por
doce estados de Suramérica. La oposición venezolana además de no saber perder
elecciones tampoco saben perder cuando un organismo regional no les da la
razón. Ni tienen los votos necesarios adentro, ni tampoco el apoyo
latinoamericano afuera.
Este descontento seguramente explica en parte que el Norte
se haya precipitado en este intento de no respetar la soberanía vigente en el
nuevo Sur. Estados Unidos no entiende el cambio de época en América latina; no
acepta que un pueblo, el venezolano, siga eligiendo mayoritariamente en las
urnas a la opción bolivariana en vez de la opción gringa; tampoco
acata que el Sur latinoamericano, con sus Presidentes elegidos
democráticamente, decidan tener mecanismos propios para resolver cualquier
conflicto que se pueda suscitar en la región. Son muchos los nuevos espacios de
los que dispone América latina para no tener que seguir subordinado al Norte.
Donde antes estaba la importancia de cualquier Cumbre Iberoamericana, ahora está
la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); cuando antes el FMI
imponía políticas de austeridad, ahora los gobiernos consultan a su mayoría por
si prefieren más políticas de inversión social; si antes la inversión
extranjera directa dependía de Estados Unidos y Europa, hoy en día cada vez es
mas importante la relación con China y Rusia.
La transición geopolítica hacia un mundo multipolar incomoda
excesivamente al Departamento de Estado que no sabe como recuperar su hegemonía
unipolar. Venezuela es justamente el país que en América latina inició a
finales de siglo XX un camino diferente a aquel que venía fijado desde el
Norte, y que tuvo un efecto-dominó en todo el continente. Desde ese momento,
después que ganara Chávez las elecciones en 1998, no ha existido ninguna
victoria electoral opositora a los nuevos procesos de cambio en América latina;
en Venezuela, Hugo Chávez ganó cuatro veces consecutivas la disputa
presidencial (1998, 2000, 2006, 2012) y Nicolás Maduro una (2013); en Argentina,
los Kirchner vencieron también en tres ocasiones sucesivas (2003, 2007, 2011);
en Brasil, Lula da Silva ganó dos veces (2002, 2006) y Dilma Rousseff otras dos
más (2010, 2014); en Bolivia, Evo Morales venció tres veces seguidas (2005,
2009, 2014); en Ecuador, Rafael Correa también logró tres victorias
ininterrumpidas (2006, 2009, 2013); en Uruguay; el Frente Amplio (con Tabaré
Vázquez y Pepe Mujica) ganó tres (2004, 2009, 2014). Visto lo visto, la
oposición en la región sólo ha logrado cambiar de signo político mediante
golpes antidemocráticos tanto en Honduras (2009) como en Paraguay (2012); hasta
el momento nunca por la vía electoral.
En Venezuela, ni la muerte de Chávez, ni los dos años
complejos en lo económico, ni la caída de los precios del petróleo, ni los
intentos de desestabilización interna mediante las guarimbas con sus muertes,
nada de eso ha permitido cambiar el gobierno que hasta el momento es el apoyado
por la mayoría venezolana cada vez que se acude A una cita electoral. Este es
año de elecciones parlamentarias en Venezuela, y el año próximo podría haber
convocatoria para revocatorio. Estados Unidos parece haber tirado la toalla por
la vía electoral como así lo hizo en el año 2002 cuando apoyó el golpe de
Estado contra Chávez. Torpeza absoluta si supieran desde el Norte que cada vez
que el enemigo de afuera saca sus garras, adentro, en Venezuela, la mayoría
social se vuelve a unir, sin fisuras, priorizando esta unión frente a cualquier
debate que pueda surgir en relación a los nuevos desafíos internos. Como decía
Evo Morales en el año 2005 cuando ganó por primera vez las elecciones en
Bolivia, “yo no necesito jefe de campaña electoral mientras tenga criticándome
al embajador de los Estados Unidos”. Esto parece que siguen sin entenderlo en la Casa Blanca.
Nota:
* El autor, Alfredo Serrano Mancilla, es Director Ejecutivo del Centro
Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) con sede en el Instituto de
Altos Estudios Nacionales de la
República del Ecuador (IAEN), en Quito, Ecuador. Este artículo
de opinión fue publicado originalmente en su sitio oficial en Internet: http://www.celag.org/estados-unidos-amenaza-a-la-seguridad-nacional-en-venezuela-por-alfredo-serrano-mancilla/?subscribe=success#blog_subscription-3,
y luego también en Público (España) y
Página/12 (Argentina).
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