Reunidos en Buenos Aires, los días 12, 13 y 14 de marzo de
2015, en el marco del Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, realizado en el
ámbito del Teatro Nacional Cervantes de esta ciudad, referentes políticos,
sociales e intelectuales que suscriben, provenientes de 17 países de América y
Europa, desean expresar su compromiso público y mundial con las luchas sociales
y políticas que en este momento anida la humanidad en aras de construir un
destino mejor para nuestros pueblos.
Estamos viviendo una época histórica en la que se cruzan
experiencias políticas que iniciaron en los últimos años una profunda revisión
crítica de la hegemonía neoliberal. Un aire fresco de renovación, aquí y allá,
que intenta recuperar las tradiciones emancipatorias e igualitaristas, abriendo
líneas de diálogo entre las dos márgenes del Atlántico. Se trata de lenguajes y
prácticas que emergen de la especificidad de sociedades que buscan escapar de
quienes sostienen el fin de la historia y la muerte de las ideologías. Se trata
de movimientos políticos y culturales que se resisten a la ampliación de una
lógica de la desigualdad fundada en la dominación del poder financiero global.
Pero estas experiencias políticas saben de las oportunidades y los peligros de
este momento, saben de los enormes desafíos y conocen también los riesgos de
expansión de una nueva ola reaccionaria.
Latinoamérica, por un lado, con los gobiernos populares y
progresistas que comenzó su camino a principios de siglo, tuvo uno de sus
momentos clave hace una década, cuando cuatro presidentes de América del Sur se
dieron la mano para decirle no al atropello de quienes pregonan el libre
comercio mientras protegen con furia a un puñado de corporaciones y saquean las
soberanías nacionales. Allí comenzó un ciclo político que todavía desafía el
tiempo, contra viento y marea.
Europa, por el otro, ha comenzado a cuestionarse en los
últimos años la imposición de brutales planes de ajuste asociados al desmontaje
del Estado de Bienestar, y países que ayer ingresaban a mercados comunes con la
promesa de una solidaridad continental, de beneficios para el progreso humano,
se han encontrado, a la vuelta de la esquina, con la destrucción de sus
economías, el aumento del desempleo y la intemperie social de sus jóvenes.
Buscan un camino alternativo, un punto de inflexión que tuerza la correlación
de fuerzas.
La polarización entre una concepción mercantil de la sociedad
que solo admite consumidores desiguales y una concepción democrática que supone
ciudadanos sujetos de derechos fue y es una disputa en el campo teórico y en el
campo de la política, fue y es una lucha civilizatoria. Construir una
alternativa al modelo neoliberal supone la reconstrucción del Estado y su
carácter imprescindible como sostén de los derechos sociales, la promoción de
formas autogestionadas de producción, la función social de los bancos públicos,
las políticas inclusivas en salud, educación y vivienda. El Estado y las
comunidades deben volver a ser instrumentos de universalización de derechos, de
construcción de ciudadanía, de hegemonía de los intereses públicos por sobre
los mercantiles. Nuevas alternativas de expansión democrática deben ser
reconocidas en el camino de una humanidad que necesita romper ataduras en su
búsqueda de nuevas formas de convivencia entre los seres humanos, y con la
naturaleza en todas sus expresiones vitales.
Los problemas que estamos tratando son a escala planetaria.
Se trata de un mundo sumergido en guerras injustas, con poblaciones
pauperizadas y formas irracionales del capitalismo, que imponen la necesidad de
redefinir los alcances de un nuevo ideario humanista capaz de recoger los
mejores legados emancipatorios, libertarios, populares e igualitaristas; de un
diálogo intenso entre las tradiciones latinoamericanas y su profundidad
histórica, por un lado, con las historias singulares de los países
mediterráneos dispuestos a emprender la larga tarea de redefinir a Europa, por
el otro. Una América Latina orgullosa de su indigenismo autorrenovado, de los
movimientos campesinos, de los trabajadores organizados, y de los jóvenes que
intentan salir del vacío en serie de la industria cultural. Una Europa obligada
a descolonizar su mirada y abonar el surgimiento de procesos políticos y
culturales que reivindiquen ser aquella tierra en donde se gestaron los
derechos universales del hombre, las ideas de la emancipación, la libertad y la
igualdad, que siguen insistiendo en el interior de un mundo injusto, junto con
la creación de los movimientos sociales más avanzados.
Por todo esto, quienes suscribimos este Manifiesto de Buenos
Aires por la Emancipación
y la Igualdad,
entendemos impostergable definir una serie de prioridades que deberán guiar el
ideario social y político de nuestros pueblos y sus líderes en los próximos
años, y que pueden resumirse en estos principios:
1. Reivindicar la política y los
partidos políticos, sindicatos, poderes comunales y otras organizaciones populares,
sociales y ciudadanas de cada país y de cada región, como el ámbito y los
canales primordiales que fundan una democracia participativa universal, única
garantía para la expresión cabal y representativa de los derechos y la voluntad
de miles de millones de ciudadanos anónimos.
2. Repudiar enérgicamente los
intentos destituyentes por parte de los países poderosos, asociados a empresas
multinacionales y a grandes medios de comunicación, que cotidianamente horadan
la legitimidad tanto de los gobiernos populares y progresistas de América
Latina como de los nuevos movimientos políticos y gobiernos transformadores que
proponen el cambio social en Europa.
3. Establecer límites eficaces
frente al poder infinito del capital financiero, los fondos buitres y las
instituciones de crédito dominadas por las grandes potencias, a través de
mecanismos multilaterales de negociación que respeten las soberanías
nacionales, expresen la igualdad de posibilidades de los pueblos y garanticen
tratos justos, igualitarios y sustentables que no provoquen el ahogo
presupuestario y la consecuente exclusión social de millones de personas.
4. Generar formas económicas de
producción cooperativas, autogestionadas, solidarias y sustentables, que
promuevan una mejor distribución de la renta; mecanismos de copartipación
obrera y empresaria en las ganancias, sistemas regulados de paritarias libres
entre el capital y el trabajo, protección social pública para jubilados y
desempleados, así como el estímulo de una explotación de la tierra y los
recursos naturales que respete tanto la soberanía y el desarrollo económico de
los países como su carácter no renovable.
5. Defender por todos los medios
políticos, institucionales y académicos la soberanía política, cultural y
económica de todos y cada de los pueblos latinoamericanos y europeos que luchan
por su dignidad, promoviendo espacios de encuentro entre los representantes
legítimos de los estudiantes, los trabajadores, los movimientos sociales, los
colectivos en favor de los derechos de la mujer, los pueblos originarios, la
diversidad sexual, y de todas aquellas organizaciones que enfrentan a los
poderes dominantes en defensa y ampliación de sus derechos sociales y
políticos.
6. Realizar una crítica abierta y
permanente del contenido y del régimen de propiedad de los medios masivos de
comunicación que, en el presente mundial, se han convertido en redes globales
de desinformación, difamación pública y tergiversación de toda temática social,
económica y cultural que afecte sus intereses corporativos, cumpliendo un rol
político injuriante de la dignidad de las poblaciones desfavorecidas y los
movimientos sociales y políticos que intentan representarlas. En tal sentido,
se reafirma una vez más tanto la necesidad estratégica de regulaciones
antimonopólicas en el mundo empresario de la prensa gráfica, audiovisual y
digital, como el fortalecimiento de los sistemas públicos y comunitarios de
comunicación, y el carácter impostergable de una crítica cultural de los abusos
sociales que producen la industria cultural y la sociedad de espectáculo.
Teatro Nacional Cervantes, Buenos Aires, 14 de marzo de 2015.
Nota:
Algunos de los participantes:
Noam Chomsky (Estados Unidos), Cuauhtémoc Cárdenas (México),
Constanza Moreira (Uruguay), Emir Sader (Brasil), Piedad Córdoba (Colombia), Iñigo
Errejón (España), Ignacio Ramonet (España), Ricardo Forster (Argentina), Álvaro
García Linera (Bolivia), Nicolás Lynch (Perú), Gabriela Montaño (Bolivia),
Vladimir Acosta (Venezuela), René Ramírez (Ecuador), Martina Anderson
(Irlanda), Jean Luc Mélenchon (Francia), Tania Sánchez (España), Germán Cano (España), Leonardo Boff (Brasil),
Gianni Vattimo (Italia), Horacio González (Argentina), Marcelo Sánchez Sorondo
(Argentina), Paco Taibo (México), Ticio Escobar (Paraguay), Eduardo Moisés Torres
Cuevas (Cuba), Nidia Díaz (El Salvador), Gonzalo Civila (Uruguay), Pablo
Iglesias (España), Camila Vallejo (Chile), Marisa Matias (Portugal) y Axel
Kiciloff (Argentina).
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