Es triste y hasta impudorosa la posibilidad de creer que
habría posibilidad de rectificación ética y autocorrección procedimental en el
plantel de empresarios y gerentes de tan poca monta como mucha brutalidad que
domina la acción política argentina, sólo faltaría un llamamiento a
acompañarlos en un ecuménico rezo y pedido de perdón en el que los padres
inspiradores fueran los mismísimos popes del Club Bilderberg1.
A Milagros Sala se la tiene encarcelada en tanto encarnación
de mujer originaria, trabajadora y luchadora social para intimidación de las
masas: de sus destacamentos inteligentes y voluntariosos y de los todavía amontonados
en pobres individualidades pordioseras. Simultáneamente se reprime a los pobres
de las ciudades, a los trabajadores despedidos por millares y a los paisanos
patagónicos mapuches víctimas del robo de su tierra y paisajes originarios, del
genocidio “fundador” del agro-negocio moderno y del avasallamiento. En El
Bolsón, Río Negro, se demuestra que es posible una resistencia popular mancomunada.
Quienes encarcelan y reprimen son los permanentes explotadores
de los pueblos de Nuestra América y sus esbirros, ambos dominadores todavía de
la Abya Yala ancestral. Sólo cambian de vestimenta, de discurso, regenerándose
en sucesivas generaciones. Ahí están de Norte a Sur golpeando al grito de los
capangas, y si no han todavía de manera explícita matado es por miedo, no por
la ausencia de esa tácita orden.
Mientras no se les ordene retirarse inmediatamente abandonando
sus pertenencias mal habidas, este presente reiterado se repetirá como
condición de supervivencia de un modo de producción capitalista extremo, tan
senil y final como brutal en manos de autócratas convencidos de que sin vida
para ellos no hay vida para nadie, pretendiendo materializar “el fin de la
historia” alegado por sus intelectuales a sueldo y comisión.
Véase ahora en la tan milenaria cultura de la Europa
occidental –que incluso en su momento, solamente quinientos años atrás, consideró
que no eran humanos tanto los pueblos africanos como los “de las Indias”
transatlánticas–, que cuando apenas entran en crisis sus economías y
representaciones políticas se ensañan con los pobres que multitudinariamente
exponen una cruda realidad también reiterada: al “excedente” de la fuerza de
trabajo el capitalismo lo mata (con las guerras también).
De la denominada clase media en tanto capa social hasta
ahora aprovechada oportunista de la historia moderna –una “exclusiva” minoría de
ella ni siquiera eso–, ya no puede ofrecer otra cosa salvo disponerse a
acompañar mandada. Otros, de aquella
capa ahora desprendidos y asumidos trabajadores, compañeros de clase, deben
renunciar a la no denuncia de los temores y la mera formalidad de quienes
proponen rogativas ante el poder local virreinal para que modere su saña.
Han planteado personas de las que no dudamos de su bonhomía
que habría que proceder a una reforma constitucional que garantizara el
funcionamiento de una democracia popular (¿pero antes qué, cómo proceder a esa
reforma?); o que en la emergencia jujeña cuando se pretende desaparecer –ésta
es la palabra– a la organización Túpac Amaru, el gobierno central instalado en
Buenos Aires debería intervenir (¿la llamada Corte Suprema de Justicia
interviniendo a su subsidiaria jujeña?); y también manifestando que “Ni un régimen totalitario hace estas cosas”…
Somos conscientes que muchísimas personalidades de la
cultura, las ciencias sociales y la política a las que no dejamos de respetar y
bien estimar dadas sus trayectorias tienen profundas inhibiciones que les impiden
hacer más certeros análisis y afirmaciones colisionando con sus propias proposiciones
éticas. Pues bien, tienen que resolver estos conflictos: se está de un lado o
se está del otro. Seguir así no es otra cosa que “afirmar estar parado en la
vereda de enfrente”, un absurdo que sirve como mera distracción: incluso de sí
mismos.
Es imprescindible ya analizar y categorizar con precisión lo
que está pasando, por qué y cómo pasa. Y consecuente con el conocimiento de la
situación, preservando la vida y la integridad social populares, practicar una poderosa
resistencia que quiebre a la alianza dominante. Después, neutralizando
provocaciones y con dominio de la situación emergente el pueblo mismo y sin
intermediaciones llamar a discutir y formular nuevas normas, entre éstas la
indudablemente necesaria reforma constitucional refundando en nuestro país un
Estado que deberá dejar válidas muy pocas de las formas vigentes hasta ahora.
De no comprometernos en ese esfuerzo y realización, todo
será peor.
Nota:
1 Sobre este núcleo operativo del gran capitalismo mundial
fundado entre otros por David Rockefeller en 1954, y que debe su nombre al del
hotel neerlandés de Ámsterdam donde se reunieron por primera vez, hay suficiente
información en internet, entre ella la dada por el diario barcelonés La
Vanguardia: http://www.lavanguardia.com/economia/20160608/402372925062/club-bilderberg-daniel-estulin.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario