Ilustración de la publicación original.
Artículos
de opinión del
Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Quito, Ecuador, 7.10.2015
La guerra contra los BRICS continúa. El país hegemónico,
Estados Unidos, junto a sus satélites centrales, persiste en el intento de
explicar el actual enfriamiento de la economía mundial por culpa de los países
emergentes. Esto no va a parar. El FMI aprovecha su informe anual de
previsiones de crecimiento económico para situar el foco afuera del epicentro
capitalista. Y lo hace como sabe: abusando de su posición dominante para
proyectar un panorama preocupante para China, Rusia, Brasil, India y Sudáfrica.
De esta forma se pretende desviar la atención de los verdaderos problemas
estructurales del sistema capitalista mundial. Se obvia discutir acerca de la
subordinación de la economía real [ante el gran poder financiero] (frente a la financiarización, en el original)1
neoliberal. ¿Qué dice el FMI como garante de un sistema económico que permite
que 90 % de los movimientos de capitales sean no productivos? ¿Cuál es la
política económica del FMI para un sector financiero que es 18,1 veces superior
a la economía real? ¿Por qué no prohíbe la existencia de fondos buitres que
atentan y desestabilizan las economías de muchos países? ¿Por qué no dedica sus
informes a exigir el cumplimiento de normas concretas para acabar con la
conexión privilegiada entre transnacionales y paraísos fiscales? No. El FMI
prefiere no aclarar nada acerca de la evasión de 11,5 billones de dólares que
casi nadie sabe donde están. Todo lo contrario: el FMI apunta a todos aquellos
países que no le obedecen sólo con el ánimo de salvar “su sistema”, que no es
ni por asomo beneficioso para la mayoría social.
En esta ofensiva en contra de los BRICS vale todo, inclusive
tergiversar las cifras de crecimiento económico para aparentar un estancamiento
relativo de las economías emergentes en comparación con las potencias
tradicionales. Pero la letra pequeña no engaña. Los datos hablan por sí mismo y
es absolutamente incierto que los países emergentes sean los que menos crecen y
ni siquiera los responsables actuales de la contracción económica mundial. El
mismo FMI estima que el PIB de este grupo de países crecerá 4 % mientras que
los denominados países avanzados lo harán 2%. Es más, si comparamos China con
Alemania o Japón, el resultado es aún más esclarecedor: el Fondo estima que el
PIB chino crecerá 6,8 % en este año 2015 mientras Alemania lo hará 1,5 % y
Japón, 0,6 %.
Las cuentas no salen a pesar que el FMI se esfuerce en
repetir insistentemente el mismo titular: “El frenazo de los emergentes enfría
el crecimiento mundial” (El País, Madrid,
6 de octubre, 2015); “Los emergentes amenazan con arrastrar al mundo a una
nueva recesión” (Financial Times, Nueva
York, 7 de septiembre, 2015). Este acecho contra los BRICS no es casual.
Estados Unidos procura ganar la batalla de las expectativas con la intención de
frenar la actual transición geoeconómica (hacia el mundo multipolar). La
Reserva Federal desde hace meses viene anunciando una subida de interés que
nunca se produce. El objetivo es crear expectativas a nivel global para que los
capitales que de EE. UU. se fueron hace una década, ahora regresen a casa para
la Navidad. Ni al FMI ni a Estados Unidos les gusta en absoluto que los BRICS sigan
consolidando un espacio geoeconómico tan amplio, tan sólido, y tan ramificado
por el mundo. La reciente creación del Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura (BAII), al cual ya se han adherido unos 57 países (entre ellos
los BRICS, además de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Australia, España,
Corea del Sur e Israel), también molesta. La nueva diplomacia financiera china
incomoda sobremanera al FMI. El Consenso de Beijing, como muchos lo
denominan, actúa como contrapeso al Consenso de Washington. El FMI no
está solo en este mundo. Lo saben y por ello reaccionan contra los BRICS y
contra todo aquel país que no se atenga a su mandato. Así intentan construir un
sentido común global, en lo económico, de que todo es culpa de los BRICS, todo
es culpa de los países emergentes. De esta manera, el FMI, con Estados Unidos a
la cabeza, intenta desesperadamente una
restauración conservadora a nivel mundial para que todo vuelva a la hegemonía
de antes, a la del siglo XX, aunque a veces se olvida que estamos ya en el
siglo XXI.
Hoy más que nunca la disputa geopolítica se traslada al
terreno de lo geoeconómico. Aunque también podría decirse al revés, tal como lo
manifestó la propia presidenta argentina Cristina Fernández: “¡no es la
economía, es la geopolítica, estúpido!”2.
Notas del Editor:
* Alfredo Serrano Mancilla,
es economista y director ejecutivo del CELAG (Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica). Véanse http://www.celag.org
y http://www.celag.org/miembros/
El texto que para la presente publicación fue editado en aspectos sintácticos y
de vocabulario es absolutamente fiel en lo conceptual al distribuido por
CELAG.
1 Se prefirió incorporar un nuevo texto entre corchetes
pero dejando el original del artículo de Serrano Mancilla, en el que aparece la
expresión “financiarización”, un neologismo técnico de los economistas.
2 Paráfrasis de «The economy,
stupid», frase que se atribuye a James Carville, asesor del candidato demócrata estadounidense Bill Clinton, muy utilizada durante la campaña electoral de Clinton en 1992 frente a George H. W. Bush
(Bush padre) […]. Luego se popularizó en castellano como “es la economía, estúpido”, siendo
utilizada para destacar diversos aspectos que se consideran esenciales.
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