En un año de asociadas asambleas con debate de
propuestas, discusiones, análisis de coyuntura y elección de representantes del
poder popular, ahora, en cambio, en lugar de un cocoliche de euforias y
pesadumbres tendríamos un pueblo más consciente, maduro y solidario
emprendiendo nuevas construcciones políticas.
Desde el pasado 10 de octubre –cuando publicamos
“Corrupción, coaliciones, unión y organización”–, tuvimos la cuidadosa decisión
en tiempo electoral de abstenernos de hacer más comentarios sobre actualidad y,
principalmente, sobre pronósticos y vaticinios políticos. Aquella columna
referida aludió a arraigados hábitos individualistas y antisociales en sectores
originalmente populares, y no fue casual la alusión.
Llegó ahora el momento de las reflexiones del día después, y
vamos a volver sobre una cuestión que siempre hemos expuesto sin mengua:
nuestra opinión sobre la ya imposible sustentabilidad de la democracia
liberal-capitalista (incluido su sistema de elecciones políticas) y el papel
reaccionario de la capa social que es su principal soporte en el mercado
electoral: la llamada “clase media”.
En todo el subcontinente suramericano las agencias oficiales
y oficiosas del capitalismo realmente existente se han concentrado en acciones
para desbaratar los procesos populares a los que, mal o bien, llaman
“populismos”. El Partido de los Trabajadores de Brasil y el kirchnerismo
argentino están en la picota; caídos ambos, apenas un soplido puede acabar con
otras experiencias. Probablemente sea Bolivia el límite que pare la avanzada
imperial.
Argentina ha venido viviendo un año completo de campaña
electoral en tanto pujas y escenificaciones publicitarias tendenciosas, como las
montadas alrededor de la vida y la muerte de Alberto Nisman y de la elección de
Gobernador en Tucumán. La “ciudadanía” fue convertida en cautiva del mercadeo
de meras consignas.
Quienes construyeron el fantasma del fraude electoral
oficial concretaron la puesta en funciones de decenas y centenas de micro fraudes
“conceptuales”, de presuntas verdades (como decir que al aceite de girasol se
le ha quitado todo vestigio de colesterol). En la operatoria hubo intelectuales
y técnicos orgánicos del poder real operando recursos tecnológicos propios y
asociados: diarios, televisión, agencias de noticias, etc. Y el mercado
resolvió. El consumidor votante fue su mano “visible”, así, en singular: votante
que, incluso amuchado, no actúa como parte de un colectivo sino de manera individual, sin convicciones sociales ni políticas
y además, las más de las veces, con alto grado de oportunismo.
El abogado argentino Gustavo Maradini, radicado y ejerciendo
en Sevilla, España, en un panel de análisis sobre el kirchnerismo conducido por
Pablo Iglesias1 en el programa “Fort Apache” de HispanTV el pasado 3 de octubre2, caracterizó con
precisión los rasgos prototípicos de nuestra clase media: «es pendular —dijo—,
vota gobiernos populares cuando está mal, crece con esos gobiernos populares y
cuando está bien cree que es más que lo que es y empieza a votar a los
gobiernos de derecha; estos gobiernos de derecha la empobrecen nuevamente y la
clase media reinicia el ciclo». El brasileño Beto Vazquez Muñoz, investigador
en la Universidad Complutense de Madrid y también miembro del panel, manifestó
que la descripción hecha por Maradini coincidía con las que se podía hacer de
las capas medias brasileñas.
Concluyen
Concluye en Suramérica un ciclo popular virtuoso y
medianamente largo, de más de un decenio, que lamentablemente fue temeroso de
profundizarse. En Argentina, en los ámbitos comunes de debate y acción política
como también de manera ampliamente pública, se advirtió que esa profundización
era imprescindible. Mientras sectores de la izquierda, por caso la trotskista,
prefiere persistir en la micro-acumulación parlamentaria y continuar aislada del
protagonismo de masas –llamando incluso a votar en blanco en el balotaje del 22
de noviembre–, otros partidos y corrientes marxistas se han mantenido sumados a
la constitución de Unidos y Organizados junto a, entre otras organizaciones, La
Cámpora, Kolina, la Agrupación Evita y Nuevo Encuentro.
Ese ciclo que concluye es el de la inclusión social, y ello
está generando fundados temores en vastos sectores de asalariados, jubilados y
de profesionales, estudiantes y pequeños empresarios. Se los ha escuchado hoy manifestarlo
en llamadas telefónicas a programas de radio.
También concluye su vigencia el liberalismo político. La
recomposición capitalista en América y Europa septentrionales exige volver a
ordenar la periferia sureña, especialmente la latinoamericana. Lo que se esboza
ahora es el comienzo de ese juego. Si el costo económico de tan prolongada
campaña electoral referida antes para implantar la nueva etapa ha sido
altísimo, también lo fue el deterioro de recursos humanos: propios y ajenos. La
democracia liberal no se perfeccionó sino que profundizó su deterioro y
corrupción.
En un año de asociadas asambleas con debate de propuestas,
discusiones, análisis de coyuntura y elección de representantes del poder
popular, ahora, en cambio, en lugar de un cocoliche de euforias y pesadumbres
tendríamos un pueblo más consciente, maduro y solidario emprendiendo nuevas
construcciones políticas. Es la construcción política colectiva y no el consumo
individual de mercado el acicate del desarrollo popular.
Notas:
1 Pablo Manuel Iglesias Turrión, conocido como Pablo
Iglesias, es un politólogo, político y presentador de televisión español,
actual secretario general y eurodiputado de Podemos. Wikipedia
2 https://youtube.com/watch?v=0v8cEcm_30Q
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