Ilustración en Philip
Kelly (1997), Checkerboards and Shatterbelts:
The Geopolitics of South America, Austin, University
of Texas Press.
Dijo la presidenta Cristina Fernández ayer, 2 de abril de
2014, en el acto oficial por el Día del Veterano de Guerra:
“La verdad sobre Malvinas es que constituye la base militar
nuclear de la OTAN
en el Atlántico Sur, ésta es la verdad que no pueden seguir ocultando. […] Por
eso nuestro mensaje no solamente tiene que ver con la soberanía, con un reclamo
de soberanía. Nuestro mensaje también tiene que ver con un mensaje de paz, en
un mundo desquiciado por los enfrentamientos militares, étnicos y religiosos
[…].” Malvinas, enfatizó la presidenta argentina, es “la mayor base militar
existente al sur del paralelo 50”,
allí “se maneja todo el despliegue militar británico”, dijo, y afirmó que la
misma es empleada también por otras potencias, principalmente por Estados
Unidos, manteniéndose en el archipiélago en condiciones de operabilidad
inmediata armamento nuclear y misiles que pueden atacar todo el Cono Sur,
“hasta Ecuador”. Agregó Cristina Fernández que en Malvinas funcionan “sistemas
de inteligencia electrónica” que probablemente están vinculados con el
espionaje estadounidense del que se tuvo conocimiento en 2013.
Las expresiones de la Presidenta argentina sin duda que han sido
formuladas con previo asesoramiento y conocimiento de hechos y riesgos para la
paz que, aunque de manera reservada, deben probablemente ser de conocimiento en
el ámbito de la UNASUR
y de sus Estados asociados.
Los dichos me retrotraen a 1982.
Desde aquel año y luego del fin de la contienda militar tras
la brevísima “recuperación” de soberanía comandada por el dictador Leopoldo
Fortunato Galtieri, se vino afirmando que la operación político-militar,
apoyándose en los sentimientos nacionalistas devenidos de la tradicional
cultura escolar argentina, procuró construir una suerte de legitimación popular
de la propia dictadura que, sin lograrlo, cayó, empujada, pudo parecer, por el
desencantamiento ocurrido en perjuicio del mismo general que apenas unos meses
antes había despertado la casi admiración de un importante sector popular.
Aquella suposición, nos parece, fue funcional a la
instalación de un falso punto de inflexión entre el llamado por sus ideólogos y
protagonistas (¡qué precisión estratégica!) “Proceso de Reorganización
Nacional” (y otros “procesos” similares en América latina) y los nuevos tiempos
por suceder a partir de sus “caídas”. De
manera contraria a ese intento la historia demostró la continuidad del
“proceso” de reconversión al capitalismo neoliberal esencialmente financiero. Además,
con aquella suposición elevada a la condición de irrefutable los vencedores de
“la locura bélica dictatorial”, especialmente los súbditos de “la” majestad
británica y sus socios de América del Norte, fueron reconfirmados como
salvaguardas de la democracia y el auténtico progreso social universal: hasta
llegar a Obama y Merkel y pasando por Tony Blair (y Gorbachof): “La Tercera Vía es un
camino de renovación y éxito para la moderna democracia social. No se trata
únicamente de un compromiso entre la izquierda y la derecha. Persigue adoptar
los valores esenciales del centro y de centro-izquierda y aplicarlos a un mundo
de cambios económicos y sociales, libre del peso de una ideología obsoleta”
(Tony Blair, primer ministro británico, “La tercera vía”, en El Nacional, Caracas, 4.10.1998).
Nosotros, entonces, treinta y dos años atrás tan
modestísimos militantes populares y de izquierda como ahora, atentos a las
crónicas periodísticas internacionales de la época sobre disputas en sordina
entre la Sudáfrica
del apartheid e ideólogos de las
élites de negocios y militares suramericanas que competían para ser anfitriones
de la instalación de una Organización Tratado del Atlántico Sur (OTAS), reflejo
simétrico de la ahora tan actual OTAN, hicimos otras lecturas de los
acontecimientos. Fueron lecturas urgentes, esencialmente propagandísticas en
las organizaciones populares en las que participábamos, y no sistemáticas ni
documentadas. Acabábamos de quemar decenas de libros, revistas y otros papeles
y no estábamos en condiciones de hacer consultas ni acopio de información.
Vimos que los posibles desenlaces en torno de las dictaduras
del Cono Sur, dado el marco internacional existente, nos posibilitaban formular
la hipótesis de que en esa disputa en sordina la élite de poder argentina se
jugó el todo por el todo para convertirse en la socia pródiga del anticomunismo
y el neoliberalismo del Norte. Con un golpe sorpresivo, que no sería
desconocido para la cúpula político militar estadounidense, jugaron la chance
de quedar mejor posicionados para ser sede y territorio de negocios de la
OTAS. El “majestuoso general” Galtieri y
sus socios erraron la oportunidad. En el test resultaron descalificados,
Inglaterra se confirmó como la opción manteniendo el enclave isleño bajo su dominio
y fueron surgiendo los consecuentes relevos “democráticos”.
Este enfoque ya lo hemos expuesto antes a través de ALAI y
de nuestro blog. Ahora, disponibles más eficaces herramientas de búsqueda y
registro, historiadores y politólogos jóvenes podrán en mejores condiciones revisar
tesis probablemente oportunistas, consultar bibliografía dispersa y aportar a una
comprensión más profunda de aquellos hechos.
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