Los capitalistas son así, sin contradicciones, lineales,
predecibles, seguros de sí mismos y de todos nosotros. Así, John Kerry –bonito
nombre para un rufián–, secretario de Estado de EE. UU., ha advertido a China y
Rusia de las posibles consecuencias negativas por la actitud de ambos países de
no entregarles preso a Edward Snowden, quien reveló los atropellos “secretos”
del Gobierno de ese país contra sus propios ciudadanos. ¡¿Qué advertirán a
Ecuador?!
Acusa Kerry de Obama a Snowden, lo acusa de traidor a los
intereses que el Gobierno de ellos encarna y defiende; es decir lo acusa de
solidaridad con las personas dignas y de buena voluntad. A los rufianes, todavía
más a los que tienen bonitos nombres, hay que recordarlo, no les gustan esas
personas (las dignas y de buena voluntad).
Hoy tuve que explicarle durante media hora a través del
teléfono a un trabajador del servicio de conexión a Internet, que cuando van a
realizar tareas de mantenimiento sean estas programadas o no pero que
interrumpirán el servicio deben previamente avisar a los usuarios. Le expliqué
que no todos los que usan la Internet miran páginas porno, compran entradas
para los cinematógrafos o más sencillo “bajan” películas . Que muchos, como yo,
trabajamos. Que yo lo hago con textos (soy, le expliqué, corrector de estilo
editorial) y recurrimos constantemente a consultas en diccionarios y otras fuentes
bibliográficas, y que ese aviso no nos dejaría inútiles durante dos o tres
horas, como una vez más ha pasado hoy. Le expliqué que hubiera podido, en vez
de esperar y desesperar, resolver lavar algún piso, pintar una puerta o pasear
a nuestra perra. Le expliqué que para ellos sería fácil porque utilizarían las
propias redes de la empresa para avisar de esos cortes de servicio mediante
correos electrónicos a todos sus usuarios, que no deben ser más de una decena
de miles. Le sugerí que de todo esto hablara con su jefe. Le dije que yo era
consciente de que él era solamente un trabajador, a quien le agradaba que lo
tratásemos bien, con respeto, y que por eso a la vez él nos debía tratar así,
aunque a los “dueños” del negocio sabiéndose monopólicos en esta área
geográfica les importara un rábano de todos nosotros, los “clientes”, mientras
paguemos, mientras paguemos, mientras paguemos…
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