El mundo entero asiste con rabia y tristeza
el asesinato de la democracia y la justicia en Brasil
El presente
documento ha sido distribuido por
Minga Informativa de Movimientos Sociales
http://movimientos.org/
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El pasado día 17 de
abril fue retransmitida desde la cámara de los Diputados y a tiempo real la
votación del impeachment contra la
Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Con argumentos basados en el desarrollo,
la fe y los valores tradicionales de familia muchos diputados iban votando
contra Dilma. Legalmente este acto se ha justificado en base a supuestas
acusaciones de violación de la ley presupuestaria y de la ley de probidad
administrativa, así como de corrupción, sobre lo que no existen pruebas. Con horror,
supimos el pasado 12 de mayo que el Senado reafirmaba el impeachment, siendo Dilma apartada del Gobierno durante 180 días
(período durante el que se realizará la investigación) y asumiendo la jefatura
del Estado y del gobierno el vicepresidente Michel Temer.
En Brasil no hay
abierto un proceso de impeachment,
estamos presenciando un golpe de Estado disfrazado de legalidad. Se trata de un
golpe neoliberal, racista, patriarcal y lesbofóbico (o heteronormativo), de los
mercados contra el pueblo. Las oligarquías y elites económicas, financiadas por
el capital transnacional, han decidido imponer su poder ya que no lo pudieron
obtener por el voto. El pueblo dio a Dilma más de cincuenta y cuatro millones
de votos porque rechaza al proyecto ahora golpista.
El azote de la
derecha más radical no se ha hecho esperar. Temer lleva en el poder menos de
cuatro días y ya ha borrado de un plumazo los avances progresistas y
principales logros políticos del Partido de los Trabajadores, eliminando los
Ministerios de Cultura, de las Mujeres, de Igualdad Racial y Derechos Humanos, el
de Desarrollo Agrario y la Fiscalía General de la Unión (CGU), además de fundir
el Ministerio de la Seguridad Social con el de Hacienda. Hemos presenciado como
componía su gabinete exclusivamente con ministros: hombres, blancos y viejos. Y
cómo la policía ya está usando la violencia y la intimidación para reprimir la
protesta que inunda las calles de todas las ciudades de Brasil.
El presidente
ilegítimo ya ha anunciado la vuelta a las políticas de ajuste estructural (como
el fin de la política de valorización del salario mínimo que tanto ha contribuido
a la reducción de las desigualdades salariales), así como una reforma del
sistema de Seguridad Social. En política exterior sus primeras manifestaciones
revelan un abandono de la cooperación con América Latina, África y los BRICS por considerarla “ideologizada”. En el
horizonte se vislumbran los tratados de libre comercio con Estados Unidos y la
Unión Europea, así como la privatización de empresas estratégicas.
Hace mucho tiempo
que sentimos la creciente presión de la derecha conservadora y neoliberal sobre
los gobiernos progresistas de todo América Latina. Pero estos ataques al pueblo
son cada vez más evidentes, y ahora incluso podemos poner nombre y cara a los
ejecutores, porque ahora los golpes de Estado se visten de falsa democracia y
de justicia.
Nosotras, mujeres militantes de la Marcha Mundial de las Mujeres, como
sujetos políticos no vamos a permanecer impasibles ante este ataque a la
libertad y la democracia. Así, en alianza con otros movimientos sociales,
brasileños e internacionales, salimos a las calles a plantar cara a la
dictadura de la derecha.
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