La disección que hace Artemio López del caso argentino y
su desenlace (des-enlace) con la propia formalidad constitucional
democrático-burguesa es muy acertada. Así, según el análisis aludido: en
Argentina, en Brasil, Paraguay y demás países de Suramérica, con la honrosísima
excepción de las prácticas de gobierno social soberano no desprovistas de
errores y limitaciones que se ejercitan tanto en el Estado Plurinacional de
Bolivia, en Cuba Socialista y con serias dificultades se procuran, por ejemplo,
en Venezuela, no existen otras experiencias tan genuinamente democráticas.
En abril de este año, en otro excelente artículo
publicado por la Tecl@ Eñe, “Democracia
de mentiras”, Mario De Casas, su autor, escribió:
Aunque
podría parecer que estoy yendo muy lejos, no está de más recordar que la acción
de sustraer la soberanía de los ciudadanos se llama, técnicamente, golpe de
Estado. He aquí un indicio de la gravedad política de cada mentira del gobierno
pues implica usurpar el poder de los ciudadanos y tratarlos como enemigos, no
como soberanos.1
En
aquella oportunidad La Tecl@ agregó este comentario que envié y parcialmente
reproduzco y que, además, disparó la publicación en Ansina es… de “Suramericanos en sus laberintos de tragedia,
y de farsa…”2:
La
apropiación de la soberanía de los ciudadanos transformándolos en súbditos,
cabe destacar es –escribí entonces–, una observación profunda que hace De
Casas. Tal apropiación no fue fortuita sino programada cuidadosamente para
resolver la deriva de uno de los “populismos” suramericanos más destacados y
recomponer el poderío del capitalismo financiero concentrado y en crisis. La
dirección del proceso en Argentina se instrumentó en ámbitos “offshore”, fuera
de las playas propias del país, y jugando en las operaciones concretas un
equipo de gerentes de negocios, no de titulares del gran capital. Habiendo sido
programada e instrumentada así esa apropiación de soberanía ciudadana y
conversión de sus ex protagonistas (con sus limitaciones de conciencia) en
súbditos desde antes de su instalación el 10 de diciembre de 2015 da fundamento
a una caracterización precisa y necesaria para la resolución del conflicto: en
aquella fecha se instaló no un Gobierno ciudadano soberano sino un virreinato,
Mauricio Macri no es presidente sino virrey (véase del 31 de diciembre de 2015,
“Atilio Boron y Frank Underwood: un rey de virreyes…”2
Insisto en
la importancia del aporte que hace Artemio López en La Tecl@ Eñe para la comprensión precisa de los hechos y las
circunstancias ya históricas del momento, como también del que hiciera en
abril Mario De Casas. Una cuestión que todavía me agobia es la dificultad generalizada
de intelectuales y políticos para la intuición filosófica3: hace ya
tres años que lo que está instalado es lo mismo.
Notas:
1 http://lateclaenerevista.com/2018/03/25/democracia-mentira-mario-casas/ Mario de Casas es ingeniero civil diplomado en Economía Política con
mención en Economía Regional por la Facultad Latino Americana de Ciencias
Sociales (FLACSO), Argentina. Es docente en la Universidad Nacional de Cuyo,
Mendoza (UNCuyo) y hasta enero de 2014 se desempeñó como director del Ente
Nacional Regulador de Electricidad (ENRE). De Casas es colaborador de la
revista citada y también de El Cohete a la Luna, publicación digital
conducida por Horacio Verbitsky, en la que De Casas también firma “¿Existe
la ‘derecha democrática moderna’ o no es más que humo y espejos?” | http://www.elcohetealaluna.com/los-peligros-la-fiebre-amarilla/
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