Hoy, en MSN (The MicroSoft Network), replicando una nota "de color" del diario La Nación, de Buenos Aires, se cuenta que el tuitero @nachobbb ha presentado un ejercicio escolar de su hijo de siete años manifestando que la persona que para el caso actuó como educadora no entendió la resolución que el niño hizo de aquél. La cuestión, dice La Nación, ha generado un debate en la red Twitter. Vean de qué se trata:
Dice en su tuit @nachobbb –así se presenta, «Aquí iría una frase ingeniosa que expresa lo interesante que soy, pero es que sólo soy un Ingeniero de Minas, así que lo dejo a tu imaginación»– que la educadora @RaquelMartos «no lo ha entendido bien» a su niño, y ella, a su vez, dice que con motivo del intríngulis ya se ha liado a discutir con su cuñado. Raquel, por su parte, se presenta así: «Escribo y hago radio. Persona física en @juliaenlaonda, muy fan en @infoLibre, autora de dos novelas y coleccionista de sonidos. Chimpún».
Lo que ha pasado es que si bien no es absolutamente incorrecto el planteo del ejercicio (aunque hay una discordancia de número, no se trata de "cifra" sino de "cifras"), lo principal es que en su expresión no se han tenido en cuenta los automatismos de interpretación que en los receptores de enunciados genera el uso cotidiano de ciertos instrumentos tecnológicos de comunicación, como especialmente los telefonitos llamados "smart".
Véase con detenimiento la ilustración que muestra el ejercicio escolar de marras.
Los dejo pensando, y a pocas horas de la veda electoral argentina sugiero que en este sureño sector continental nuestroamericano reflexionemos sobre cuántos de nosotros y cuántas veces no interprentamos acabadamente tanto los hechos sociales como los discursos políticos, y consecuentemente nos equivocamos...
La cultura popular ha sido bastardeada por los negociantes, especialmente cuando mandados por ellos meros técnicos que no son tecnólogos y mucho menos filósofos se aprovechan de los vicios generados por automatismos.
Ahora, permítanme, veré las últimas noticias sobre el muy doloroso y aberrante caso que lleva el nombre de Santiago Maldonado, y luego volveremos, antes de la veda...
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