Massera, Videla y Martínez de Hoz |
Cuarenta y un años se cumplen desde el desencadenamiento de un complot, genocidio y destrucción cultural que se sumaron a las peores
tragedias populares que registra la historia argentina: la colonización por parte de la corona española que perpetró
el mayor robo de metales preciosos para la constitución de la acumulación primaria
de capital de la que emergieron el capitalismo y el mundo moderno, las
persecuciones y destrucción de pueblos y culturas originarias, la confabulación
militar, eclesial y de clase contra comunidades aborígenes, negros, campesinos
y obreros, todos ellos, nosotros, el llamado “bajo pueblo”.
Como en 1955, cuando se temía que las masas populares se
autonomizaran del líder y ellas mismas llevaran a Perón a nuevas posiciones, veinte
años después desencadenada la crisis sistémica final del modelo de Estado de
Bienestar, diseñadas y sostenidas por el país adalid del capitalismo y de las
guerras se desencadenaron las dictaduras en el cono sur latinoamericano.
Fue un complot también en Argentina entre los capitostes de las
filiales del capital concentrado junto con las corporaciones eclesiásticas, del
sistema judicial y de los aparatos armados del Estado para aniquilar las
reservas humanistas del pueblo: no solamente son treinta mil los muertos y
desaparecidos, fueron centenares de miles los que sobrevivieron destrozadas sus
voluntades de ser artífices de un país mejor. Sectores de peso de la
intelectualidad no ofrecieron resistencia.
El sistema educativo “privado” que se había iniciado en
1958, tres años después de 1955, y que tuvo a la Iglesia Católica como
principal impulsor visible, fue cómplice también del complot y genocidio
desatado bajo el preciso nombre de “Proceso de Reorganización Nacional”.
Ahora, hoy, ya está todo más claro, pero a pesar de ello una
gran proporción de la población no lo percibe. La Dictadura Cívico Militar y
Eclesial tuvo relevante consecuencia: miedos, oscurantismo, simplezas, negación
del pensamiento crítico. Así estamos, la mitad de los argentinos procurando
construir un país mejor, solidario, humano, cooperativo y fraternal, y la otra
mitad enfrascada en obnubilaciones mediocres y un suicida consumismo.
La victoria será nuestra. No somos nosotros quienes
violentamos la dignidad humana.
24 de marzo de 2017
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