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martes, 29 de noviembre de 2016

Fidel y los columnistas del apuntalamiento del derrumbe






Ha partido el Comandante
Esta vez en el Granma de la eternidad.
Ha partido el Comandante
Con el que pasamos
Del yo al nosotros.
Ha partido el Comandante,
Pero se queda
Se queda
En el alma de un pueblo
Que se apropió de su país.



José Bell Lara*
26 de noviembre de 2016





Muchos, muchísimos, cabalmente sabemos quién y cómo fue Fidel Castro en tanto persona revolucionaria y qué queda de él en la memoria, en el pensamiento y la práctica de los pueblos. Para desmitificar la compresión del líder hay que pensar en la construcción dialéctica del propio Fidel, él mismo producto de su pueblo. Así, el legado que deja no es otra cosa que una devolución: su continuidad vital.



Alrededor de la muerte biológica de la persona Fidel Castro Ruz han montado las agencias ideológicas y de información un discurso que descansa en la rudimentaria afirmación de que muerto el perro se acabó la rabia. Eso ya experimentó infructuosamente cuando la de Hugo Chávez en circunstancia todavía investigada un aparato de divulgación teórica lingüística vinculado a la Real Academia Española, llamado Fundéu, y sostenido tanto por la agencia periodística del Gobierno español como, principalmente, una gran transnacional bancaria.



Haciendo la crítica de los distintos usos de los prefijos “pos” y “post” en la prensa de entonces, tanto en papel como digital, fue –en abril de 2013– cuando la mencionada Fundéu sostuvo que «Poschavismo, mejor que postchavismo, es el término apropiado para referirse a la etapa política que se abre tras el fallecimiento de Hugo Chávez». Quedó patentemente claro que en primer lugar antes que el más preciso porqué  gramatical importaba declarar el cese de una identidad política popular que felizmente pervive: el chavismo.1-2



Fidel, el querido Fidel del índice erguido, ha muerto, de viejo y de enfermedad. Pero se queda “en el alma de un pueblo” –como dice Bell Lara–: en las teorías y las prácticas revolucionarias que se vayan sucediendo en tanto vayan sucediéndose las generaciones humanas: en un proceso de praxis. Fidel fue él mismo, en y por su pueblo, un revolucionario real. El gran capital y sus servidores procuran y procurarán sepultar su impronta en la memoria histórica: para eso ya, una vez más, batallones de “columnistas” formadores de opinión se esfuerzan en apuntalar con mentiras una construcción social que se derrumba tras su largo medio milenio de acumulación, explotación, genocidios y despilfarros.



No debe haber tristeza sino alegría: Fidel está y estará, siempre…





Notas:

*José Bell Lara es filósofo, sociólogo, profesor e investigador cubano. Nació en Guantánamo, Cuba, el 28 de enero de 1939. Doctor en Ciencias Filosóficas. Licenciado en Sociología. Master en desarrollo social caribeño. Profesor Titular y Profesor Consultante de la Universidad de la Habana. Ha desarrollado labores docentes desde 1963 y de investigación en el ámbito de la filosofía, la política y la sociología, referidas fundamentalmente a los problemas del desarrollo, el subdesarrollo y el socialismo.

El poema fue tomado de La pupila insomne, blog cubano editado por Iroel Sánchez (https://lapupilainsomne.wordpress.com/tag/jose-bell-lara/).


2 “La muerte de Chávez cumplió los objetivos de Washington”, por Eva Golinger*, en

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