No es broma. A través de las conductas imitativas de
supervivencia de los individuos menos dotados y con poder real han proliferado estrategias
de dominación social que dan por tierra con el presunto peligro del nihilismo revolucionario
de las décadas de 1960 y 1970. Lea con detenimiento el siguiente párrafo:
“Que un maestro y un grupo de alumnos estén compartiendo un
aula al mismo tiempo no garantiza que
estos se relacionen entre ellos, muy por el contrario, la mensajeria (sic) instantánea y las redes sociales
permiten evadir a «estos otros más próximos» y mantenerse conectado con «otros»
que están fuera. Compartir el espacio e interactuar con otros, puede
convertirse en una experiencia altamente negativa y violenta.”
Una llamada a nota al pie al final del fragmento transcripto
sugiere al respecto consultar un artículo periodístico publicado en el diario
Clarín del 21 de noviembre de 2006 <http://www.clarin.com/diario/2006/11/21/sociedad/s-03210.htm>.
En éste se dice de riesgos implícitos en el uso equivocado de las nuevas
tecnologías generando situaciones contrapuestas a lo que de manera confusa
afirma la autora del párrafo, magíster en ciencias sociales, docente
universitaria y ex jerarca de alto nivel en la educación pública.
La suma de opiniones en un volumen sobre la relación de la
escuela con las conocidas como TIC (sin “ese” final) se inicia con una consulta
a varios “techies”, mujeres y varones adultos jóvenes así llamados en su jerga
porque tienen una estrecha vinculación con tales tecnologías, especialmente con
la cibernética, y que con asiduidad la practican, se asegura, a través de las
denominadas “redes sociales”, “juegos online”, “chats”, etc. Los compiladores
de la obra afirman que los consultados son no solamente consumidores de
conocimiento sino también productores de éste, y también “formadores de
opinión”.
Dicen que por su actividad diaria relacionados con y por las
tecnologías de la información y la comunicación están especialmente capacitados
para opinar sobre el futuro de la escuela, dados sus pensamientos “de frontera”
que les permiten “transgredir la finitud del discurso” que la modernidad
instaló. Es decir, los “techies” son indubitablemente posmodernos.
Antes de concluir con la introducción afirman: “Es verdad
que este relato pedagogizado de transformación radicalizada de la educación
escolar no es nuevo en la historia de la educación escolar.”
“Es tal el vértigo
frente a los constantes cambios en pantallas, computadoras y redes que ya todo
el mundo espera mutaciones significativas en la realidad de las escuelas: desde
magnates del mundo informático como Bill Gates o Steve Jobs, gobernantes de
países tan diversos como el uruguayo Tabaré Vázquez o el norteamericano Barak
Obama, todos apuestan a una fenomenal transformación de la escuela.”
Leer con atención…
Uno de los “techie” entrevistados, con una visión
ciertamente entusiasta de la escuela del futuro, plantea ese contexto y los
condicionantes que parecen determinarlo fuertemente:
“La escuela tiene un modelo del siglo XIX. O sea, nuestros
hijos no se educan de una manera significativamente distinta a la que se
educaron nuestros abuelos, y eso va a explotar. Y no va a ser lindo cuando
suceda. Yo creo que vamos camino a que,
si no cambiamos profundamente a la escuela, los chicos no van a aprender. No
por mala onda, eh. Les vamos a estar hablando de una manera que no vamos a
poder capturar su atención (…) Para mí hay dos grandes factores, tres grandes
factores: la multisensorialidad, la inmersión y la competencia. Estos
tres son grandes capturadores de atención. En la escuela no está presente
ninguno”.
Tal cual el párrafo, dice que “los chicos no van a aprender”
porque “no vamos a poder capturar su
atención”. Dice, también, que la “multisensorialidad”, la “inmersión” y la
“competencia” son grandes “capturadores
de atención”, y que en la escuela no está presente ninguno.
La taxativa acepción que el diccionario da para el verbo capturar expresa: “Aprehender
a alguien que es o se reputa delincuente, y no se entrega voluntariamente”.
Según los diccionarios Collins en inglés “capture”
significa apresar, conquistar y acaparar, y en francés, “capturer”, apresar,
convertir en presa, en “cosa apresada o robada”, en “animal que es o puede ser
cazado o pescado”.
Veamos ahora las acepciones de las palabras
“multisensorialidad”, “inmersión” y “competencia” (empleamos la versión
electrónica del Diccionario de la Real Academia Española,
consultado para ello este lunes 19 de marzo de 2012).
Multisensorialidad. Esta palabra compuesta no existe,
y tampoco existe “sensorialidad”. Al parecer se estaría procurando aludir a una
múltiple o variada “facultad de sentir”, o de la “propensión
natural […] a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura”.
Inmersión. “Acción de introducir o
introducirse plenamente alguien en un ambiente determinado.”
Competencia. “Disputa o contienda entre
dos o más personas sobre algo. […] Oposición o rivalidad entre dos o más que
aspiran a obtener la misma cosa.”
En torno de las vocinglerías conceptuales
referidas es recomendable releer un texto de Pablo Capanna de 2001: “La lucha
por la vida”, <http://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Futuro/01-07/01-07-07/nota_a.htm>.
Cómo
detectar textos venenosos
¡Basta de “clivar”,
“frizar” e “historizar” el “estado”!
Libros, artículos, folletos y textos venenosos varios hubo
siempre, sin ninguna duda. Hoy proliferan porque forman parte de una acelerada
cadena viciosa de negocios personales y corporativos que, además, para
disimular sus crudos objetivos exhibe índices estadísticos de presunto
crecimiento cultural social.
Una manera fácil, práctica y rápida para identificar textos
venenosos es la detección de algunas palabras
que les son propias.
En lugar de historiar decir o escribir “historizar”, o “marxiano”
por marxista y marxismo. Emplear presuntos plurales en siglas, como “TICs” u
“ONGs”, y también sustantivos escritos
con iniciales mayúsculas como si fueran nombres propios: magíster, doctora o
doctor, profesora o profesor, ministra o ministro sean estos de Gobiernos o de
congregaciones religiosas, monseñor, obispo, sargenta o sargento, coronela o
coronel, generala o general, don y doña.
Escribir estado con inicial minúscula y refiriendo al
aparato organizativo, jurídico y de representación de una nación, provincia o
estado, departamento o municipio, ciudad, etc. cuando debe escribírselo Estado
para diferenciarlo de “estado” en tanto jurisdicción política equivalente a
provincia, o también la situación “en que se encuentra alguien o algo, y en
especial cada uno de sus sucesivos modos de ser o estar”, y
la “clase o condición a la cual está sujeta la vida de cada uno”.
Los nombres de los meses escritos con inicial mayúscula cuando
no inician una oración o están a continuación de un punto, ni indican un nombre
de fecha histórica, como 18 de Julio, 25 de Mayo o 7 de Noviembre, etc. También
son formas léxicas que denuncian textos venenosos las referencias a décadas o
años empleando decenas con apóstrofos o eses finales: los “´60” o los “80s”.
La Real Academia Española es conservadora
Eso se dice y sin duda lo es: tiende a conservar lo
constituido. Pero no puede controlar qué y para qué se dice con las palabras de
su diccionario y según sus reglas de gramática y sintaxis. Con ellas se pueden
componer y hacer explícitos conceptos, relatos y análisis de sucesos y
exposición de propuestas sumamente transformadoras. Lo bueno de que la RAE sea
conservadora es que facilita que esos textos puedan ser entendidos en la propia
lengua por millones de personas, y por más millones todavía fielmente
traducidos a otros idiomas.
Palabras sin consistencia
y auténticamente “venenosas”. Muy breve lista que se puede engrosar con poco
esfuerzo
“Clivaje”. Se trata de una palabra inexistente en el
diccionario castellano y que, sostienen algunos, es una “castellanización” del
sustantivo francés “clivage” que se emplea en mineralogía (fractura según
ciertos planos, de orientación precisa, que se presenta en minerales, cristales
y rocas), y que –inadecuadamente– se usa en lugar de hendidura, fractura o
escisión social, histórica o en el pensamiento.
Un politólogo me dijo que “demasiado grande es el estado para
escribirlo con inicial mayúscula”. No explicó si se refería al estado del
elefante en reposo o, en el otro extremo volumétrico, al de la hormiga en
actividad. Creo que el buen humor hace bien a los estudios sobre la política.
“Frizar”. Falso verbo que usan cocineros mediáticos y sus
acólitos, de manera oral y escrita, muy difundido para designar el efecto de un
freezer, nombre inglés de un aparato
que se traduce como “congelador”. Es decir: el verbo es congelar. El
diccionario da para “frisar”, con “ese”, dos verbos transitivos que se
pronuncian casi igual, los significados, en uno, de “refregar”, y en el otro de
“levantar y rizar los pelillos de algún tejido” (como las abrigadas camisetas
de frisa de mi infancia), pudiendo también ser utilizado como “disminuir”,
“congeniar” o “acercarse”. (¡Más claro, dime que congele ese churrasco!)
“Historizar” (obviamente una suerte de contaminación dada en
la cocina). Algunos dicen que “historizar” no es lo mismo que historiar, porque
pone lo “historizado” en relación estrecha con un contexto dado. Si la historia
es el “conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos,
culturales, etc., de un pueblo o de una nación”, queda bien claro que historiar
es componer una historia en un contexto dado. Si se quiere dígase y escríbase:
poner en contexto histórico.
Hemos advertido sobre los riesgos implícitos en ciertos
textos. Cuando se encuentren palabras como las destacadas y tantas otras que es
necesario aprender a detectar, descártese esa lectura como se descarta un
correo electrónico apestado, mal intencionado o meramente inútil o
desagradable. Y para finalizar y resolver tantos desmanes unámonos de una buena
vez los que no somos marcianos ni “marxianos” (buena noticia para Europa y el
mundo ha sido la multitudinaria concentración de la izquierda en París; a ver
Zisis si apuras las cosas en Grecia).
Gervasio Espinosa (19 de marzo de 2012)
Gervasio Espinosa (19 de marzo de 2012)
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