En torno de lo que no estuvo bien
Por Vicente Battista*
(Republico la opinión de
Vicente Battista editada en el diario Página/12 de hoy lunes 11 de marzo,1
porque coincide plenamente con la idea
que se esbozó de inmediato en mi pensamiento cuando ayer leí la referida de
O’Donnell. G. E.)
Acabo de leer “No estuvo bien”, la nota de Santiago
O’Donnell que publicó Página/12 el domingo.2 Advierto que, con
argumentos que acaso fundamenta, se inquieta porque el gobierno de Venezuela
ocultó lo que se creía era la convalecencia de Chávez, que O’Donnell bien
podría llamar agonía. El mundo entero sabía que Chávez estaba pasando por un
trance muy duro, del que tenía muchísimas más posibilidades de quedarse por el
camino que salir victorioso. Esta última circunstancia inquietaba enormemente a
la oposición, de ahí que a voz en cuello pidiesen información minuto a minuto
del enfermo, no porque les preocupara su estado de salud, sino para recuperar
el poder que habían perdido en las urnas. Recordemos que a Fidel Castro, desde
que en 2006 se hizo pública su enfermedad, numerosos medios del mundo entero lo
vienen matando sin mayor éxito. El diario El País de España no vaciló en
publicar una foto falsa de Chávez a fin de que no quedasen dudas de cuál era el
estado del presidente y, de paso, demostrar de qué modo el Estado que presidía
Chávez ocultaba la verdadera verdad.
A O’Donnell, con razón, le inquieta el modo en que ciertos
regímenes encubren la salud de sus funcionarios. Dice: “Salvo en Corea del
Norte, Irán, Cuba y países por el estilo, cuando una persona importante se
enferma, ni hablar el presidente, se estila que el médico que lo trata o jefe
del equipo médico informe periódicamente sobre el estado de salud del
paciente”. Tal vez convenga recordar que el desatino de ocultar la enfermedad
del presidente, del rey, del primer ministro, del ayatola o de cómo se denomine
a quien sostenga el poder, es común en todos los gobiernos, sin que importe la
ideología política que cada uno de ellos sustente. El líder es quien sostiene
el poder y la debilidad de ese líder supone la debilidad del país. Desde 1981
hasta 1995, nada se dijo en el Palacio del Eliseo acerca del cáncer de próstata
que sufría el presidente Mitterrand: el gobierno de Francia guardó silencio
durante catorce años. Un silencio idéntico al que supo tener la Casa Blanca durante el
mandato de Ronald Reagan: a lo largo de diez años el gobierno de los Estados
Unidos de América ocultó el mal de Alzheimer que padecía su presidente; el
sinceramiento vino después de su muerte, en las exequias fúnebres, la viuda Nancy Reagan
declaró: “Mi familia y yo queremos que el mundo sepa que el presidente Ronald
Reagan falleció después de diez años con la enfermedad de Alzheimer”.
Confieso que no soy un asiduo lector de las notas de
O`Donnell, pero doy por descontado que en su momento habrá denunciado, con el
fervor que ahora lo hace, los silencios de Francia y de los Estados Unidos de
América. Noto que también le preocupan las intrigas palaciegas que, dice, se
están produciendo en torno de quien debería presidir el gobierno de Venezuela
hasta el 14 de abril, fecha fijada para las nuevas elecciones. No quiere que se
produzca, doy por descontado, una suerte de fraude electoral similar al que
permitió que George Bush se quedara con la presidencia de los Estados Unidos de
América, que le correspondía asumir a Al Gore y que, no dudo, O’Donnell habrá
denunciado en su día.
En “No estuvo bien” se pregunta si los ocultamientos y las
mentiras del actual régimen venezolano se hacen con el fin de “preservar los
grandes logros de la
Revolución Bolivariana”. Omite informar acerca de esos logros
y de inmediato ofrece un inventario de terror que incluye “el fracaso
económico, el dólar en negro, la inflación record, la criminalidad record, la
corrupción, las valijas, las patotas armadas que fungen de milicias chavistas, la Corte Suprema de
mayoría automática, el odio hacia Estados Unidos cuando le vende todo su
petróleo a Estados Unidos, el enfrentamiento con las organizaciones nacionales
e internacionales de derechos humanos, ignoremos que no hubo dictador en el
mundo que Chávez no abrazara”.
Aquí me detengo porque por fin advierto que O’Donnell está
mirando una Venezuela distinta a la que ven millones de venezolanos. Me refiero
a esos hombres, mujeres, niños y niñas que desde hace días sufren por la muerte
de su líder, pero que, por fortuna, no se quedan únicamente en el dolor: han
recuperado la dignidad perdida, aprendieron a leer y a escribir, sienten real
orgullo de su país y no están dispuestos a perder ni un poquito así de todo lo
que han conquistado. El próximo 14 de abril demostrarán, sin violencia, que
todo estuvo bien.
NOTAS:
*Vicente Battista
nació en el barrio de Barracas, Ciudad de Buenos Aires, en 1940. Integró la
redacción de la revista literaria El escarabajo de oro y fundó y codirigió
la revista de ficción y pensamiento crítico Nuevos Aires. Publicó seis
libros de cuentos y cinco novelas. Estrenó una pieza teatral. Diversas
antologías de América y Europa, así como diferentes sitios de Internet, han
recogido algunos de sus cuentos. En la actualidad tiene una columna semanal
titulada "Escritores
y escrituras" en el Suplemento Literario Télam de la Agencia
nacional de Noticias Télam.
1 http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/215545-62749-2013-03-11.html
2 http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-215523-2013-03-10.html
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